La suerte del enano y el Real Valladolid

Ya he dicho varias veces en este espacio de opinión que soy indulgente con la labor de la dirección deportiva en cuanto a aciertos. Hombre, si no aciertan ni una no lo sería, pero no es el caso. Insisto en que soy crítico con la falta de rumbo. Decía que ponemos un circo y nos crecen los enanos porque leo y escucho informaciones sobre algún acto de indisciplina por parte de algún jugador. Y no son jugadores menores. Son los jugadores con mayor incidencia en el límite salarial de la plantilla.

Desde fuera podía parecer que Marcos André tenía menos minutos de los merecidos. Yo no creo que los minutos que ha jugado hayan sido merecedores de mayor crítica que la de alguno de sus compañeros que juega mucho. Pero el entrenador decide que por lo que sea no merece jugar más. Ese por lo que sea, parece ser que es por un tema de actitud más que por un tema deportivo. Y ahí yo me callo la boca. El que está en los entrenamientos es el señor Pezzolano y tiene más elementos de juicio que yo y que cualquiera de los mortales que lo critica. Otra cosa es que fuera en el aspecto deportivo, que también es su criterio, pero ese sí es criticable. Así vemos como en muchos cambios de entrenador, jugadores casi desahuciados se convierten en muy importantes para el nuevo.

El caso es que cuando la tostada cae, siempre cae por el lado donde está untada la mantequilla y en este caso no podía ser de otra manera.

Tenemos un problema y no hay mucho tiempo para solucionarlo. Las jornadas pasan y hay necesidad de sumar. Yo no tengo El Sadar como uno de los campos propicios para traer puntos, pero si lo es para dar una imagen decente.

He visto fútbol suficiente como para recordar casos en los que un toque de atención como el que hemos visto esta semana ha servido para espabilar al protagonista. Espero que la gestión sea la mejor posible, porque lo contrario sería pegarnos un tiro en el pie. Y San Froilán que es el patrón de los tiros en el pie es leonés, así que no estamos para pedirle favores.