El mal del calendario

Así que llegamos a las seis últimas jornadas con todo por jugarse. Con mucha igualdad, una buena racha y sin embargo no mucho optimismo. Ya salimos de una mala situación en la primera vuelta y sin embargo nos volvimos a meter nosotros mismos. Cuando el míster había encontrado un patrón de juego, el míster volvió a lo que no funcionaba. Y volvimos a ser un equipo regular en lo irregular. O irregular en lo regular. Es verdad que las lesiones han influido, pero la actitud del míster ha sido fundamental en todo lo que ha pasado esta temporada. Ojo, que si ascendemos, también será porque lo bueno ha superado a lo malo y habremos ascendido gracias a él. No me oiréis ni leeréis diciendo que hemos ascendido a pesar de Pezzolano (por cierto, Feliz cumpleaños, míster). Por eso digo al principio del párrafo que no hay mucho optimismo. O matizado, que hay las mismas dudas que optimismo.

El caso es que andamos con el tema del calendario. Es cuando se me ponen los pelos de punta recordando la visita de la Real Sociedad B hace dos años. Ya en cabeza y contando los días para el ascenso directo nos dimos un batacazo épico. Por eso nunca miro el calendario y sólo miro el siguiente partido. El siguiente partido es el más importante. Porque para que el del Espanyol sea el partido más importante, tenemos que haber hecho los deberes contra el Huesca y el Mirandés. Ahí, sí. El sábado 11 el del Espanyol será el partido más difícil. Que esto es como guardar al mejor lanzador para tirar el quinto en una tanda de penaltis. Es posible que no lo tire.

Hay una frase motivacional que dice «no seas prisionero de tu pasado, sino arquitecto de tu futuro». Los puntos que hemos perdido ya no van a volver. Los dieciocho que quedan deben ser nuestro objetivo. Pero de tres en tres. Que así igual sólo hacen falta quince.