La guerra de los Rose
La imagen que estamos dando al resto de España no dice lo mejor de nosotros
Carlos Pérez
Jueves, 30 de mayo 2024, 20:57
No sé ni por dónde empezar. Deberíamos estar hablando del ascenso, de la épica, de fichajes, de bajas, incluso de a quién preferimos que suba ... pensando que el año que viene será un rival más asequible. Pero no. Llevamos desde el domingo hablando de Pezzolano. Esto es como cuando un matrimonio se separa y andamos mirando de quién de los dos es la culpa. La mayoría de las veces la culpa no es de nadie, que es una forma de decir que es de los dos. En esta confrontación no hay culpables, que es la mejor forma de decir que la culpa es de todos. Pezzolano no es una persona fácil. No en vano el año pasado su carácter hizo que estuviese sancionado más veces que en el banquillo si me perdonáis la exageración.
Hace un mes ya dije que no me leeríais eso de que hemos subido a pesar de Pezzolano. Creo que cuando por ejemplo hemos sido el equipo que más goles a balón parado ha metido y el segundo menos goleado, algo de culpa tendrá el entrenador de esas cosas. Es verdad que de no haber ascendido también le habría hecho responsable por haber sido un tipo poco ambicioso y muy cobarde en sus planteamientos. Pero ha salido cara y las cosas bien hechas han superado las mal hechas. Ni flores en salva sea la parte, ni suerte.
Fuera del campo es al revés. Las cosas mal hechas superan a las bien hechas. Creo que fue tras la victoria en Santander el pasado mes de diciembre que hablé de campaña orquestada. Es verdad que el míster no ha puesto las cosas fáciles nunca. Es más, creo que en ocasiones ha echado gasolina al fuego tratando de apagarlo. Así hemos llegado al punto en el que estamos, con el entrenador diciendo que Valladolid es una ciudad complicada porque algún anormal con carrito le ha increpado con un mensaje xenófobo. Y Pezzolano, que debe ser el único que no sabe lo de la aldea global, suelta en Uruguay un mensaje distinto al que contaba a la prensa en el canutazo en el Ayuntamiento.
Si de mí dependiera, Pezzolano sólo pisaría Tenerife en la escala que haga el avión que le lleve a Uruguay. Pero eso no me impide señalar a la fauna que ha insultado al míster sólo porque no les gustaba su fútbol. Porque el inicio es ese. Un descenso provocado por un exceso de falta de ambición, proporcional a la confianza en las matemáticas y los resultados de otros campos.
Aquella maravillosa película de finales de los 80 titulada 'La guerra de los Rose' cuenta el fin de un matrimonio que no se soporta, en el que ninguno de los dos quiso ceder y acabó con la muerte de los dos. Esto que estamos viviendo me recuerda a aquella situación. No creo que muramos los dos, porque nosotros ya hemos ascendido, pero la imagen que estamos dando al resto de España no dice lo mejor de nosotros. Y menos ahora que parece ser que somos xenófobos.
P.D. Las explicaciones que acaba de dar (justo ahora estoy escribiendo estas letras) son peores que las declaraciones. Además de xenófobos, el entrenador cree que somos tontos.
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