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Pezzolano, durante un entrenamiento del Real Valladolid. Alberto Mingueza
Opinión

El efecto Pigmalión

Desde la grada ·

«A la vista está que nuestro futuro no son los grandes fichajes caros y largos. Nuestro futuro es la cantera»

Carlos Pérez

Valladolid

Jueves, 19 de septiembre 2024, 18:42

Ya he escrito esto en anteriores temporadas. El efecto Pigmalion habla de que la percepción que una persona tiene de sí misma depende en gran medida de lo que los demás piensan de ella. Así, si tú le estás diciendo a alguien que es un ... inútil, esta persona terminará creyéndolo y en sentido contrario si le dices que es capaz, pues pensará que es capaz. Resulta que en Valladolid hemos optado por decir que la plantilla es muy mala y que la segunda vuelta la jugaremos ya en Segunda División. Y todo porque el último día se ha ido Boyomo y no ha venido un lateral izquierdo absolutamente desconocido. O sea, que con Boyomo y el lateral izquierdo desconocido no habríamos palmado 7-0 en Barcelona ni habríamos perpetrado el primer tiempo de Vigo el pasado fin de semana. A mí eso me parece absurdo y ridículo.

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Creo que ponemos el foco en el sitio equivocado. Decía la semana pasada que soy indulgente con la labor de los directores deportivos. En una profesión en la que es más fácil fallar que acertar, no me parece que la plantilla que tenemos sea inferior a al menos 8 de la actual competición. Decía que soy crítico con la falta de rumbo. Y en esto incluyo la decisión de la elección del entrenador. Tener como objetivo que un 30% de la plantilla esté formada en los Anexos es incompatible con tener a Paulo Pezzolano de entrenador. El uruguayo es el tipo del chiste de Eugenio que se queda agarrado a una rama al caer por un barranco. ¿Hay alguien más? Pregunta cuando un Ángel le insta a soltarse la rama porque será recogido antes de caer por un grupo de ángeles. La cantera no es la opción B. Y ojalá fuese la opción C.

Más allá de que Paulo Pezzolano sea un entrenador cicatero y cobardón, es que no confía en lo que tiene y la plantilla corta de la que hace gala en cada rueda de prensa, lo es por su propia decisión. Pezzolano ha lavado su imagen este verano en una rueda de visitas por los medios de Valladolid y ha conseguido que hoy muchos de sus detractores se hayan vuelto hacia el palco. Que el acoso que sufrió el año pasado es indecente y no se puede ni debe repetir.

Pero la crítica a sus planteamientos y a los hechos es necesaria. Y como se suele decir en política, tenemos al peor entrenador en el momento más inadecuado. Si nos giramos al palco, que sea por mantener a quien no apuesta por el futuro del club. A la vista está que nuestro futuro no son los grandes fichajes caros y largos. Nuestro futuro es la cantera y los jugadores prometedores de categorías inferiores. El que no lo vea, sobra. Sobra en el banquillo, en el palco y por supuesto en la grada.

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