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José Miguel Ortega
Sábado, 27 de mayo 2023, 00:21
Nacido en Buenos Aires en 1948, Carlos Fenoy vive retirado de toda actividad en la ciudad de Rosario. Fue una destacada figura del fútbol de su país en los equipos Newells Old Boys y Vélez Sarsfield antes de dar el salto a España, a las filas del Celta, en el que permaneció cinco campañas antes de comprometerse con el Real Valladolid, en cuya disciplina estuvo ocho temporadas extraordinariamente fructíferas para el club y para él.
El fichaje de Fenoy por el club blanquivioleta surgió como consecuencia de una casualidad, ya que los técnicos vallisoletanos habían viajado a Argentina con la pretensión de hacerse con los servicios de Nery Pumpido, joven guardameta de Unión de Santa Fé que se perfilaba como una de las más firmes promesas del fútbol argentino, hasta el punto de que un par de años después fue internacional con la selección de su país.
Conscientes del talento del joven arquero, los directivos pidieron 60 millones por el traspaso, cifra prohibitiva para la economía vallisoletana, de modo que para no echar el viaje en balde, Gonzalo Alonso y Ramón Martínez hicieron una gestión con otro portero que triunfaba en el Vélez Sarsfield, Julio César Falcioni, pero su traspaso ya estaba pactado con el América de Cali colombiano.
Sin embargo, en el curso de la negociación alguien les habló de que Carlos Fenoy, que antes de venir a España jugó en Vélez, estaba muy enfrentado a los dirigentes del Celta porque no le habían pagado las cantidades convenidas y que por tanto él se negaba a jugar con los vigueses. Desde Buenos Aires, los emisarios blanquivioletas conectaron con el guardameta céltico y, tras preguntarle por su situación, le dijeron que no hiciera nada antes de reunirse con ellos al regreso de Buenos Aires. Un par de días después quedó pactado el fichaje del 'Loco' Fenoy por el conjunto vallisoletano. Un gran negocio para él y para el club.
Carlos Alberto Fenoy Muguerza tenía ya 32 años cuando se comprometió con el Real Valladolid, que acababa de ascender a primera división tras una larga ausencia de 16 años entre los grandes. Nadie podía imaginar que iba a tener una estancia tan prolongada a orillas del Pisuerga, ocho temporadas en la elite.
Y al principio no lo iba a tener fácil porque en la plantilla aún estaba Manolo Llacer, otro veterano que había sido un referente en la portería del Pucela durante ¡once temporadas! De hecho, el entrenador de entonces, Paquito, decidió que en el primer partido de Liga frente al Atlético de Madrid el titular fuese Llacer. Los rojiblancos ganaron por 5-2 e hicieron su aparición las dudas y la necesidad de cambios que obrasen de revulsivo para recibir en el viejo Zorrilla al Almería.
Ese día debutó el argentino y cumplió bien con su trabajo porque no recibió ningún gol, pero la vanguardia no estuvo acertada y el choque concluyó con un pírrico empate a cero que no hacía presagiar un futuro optimista para un Valladolid al que le costó coger el aire a la competición para terminar en el puesto 12. Fenoy intervino en 27 encuentros oficiales aquella primera temporada, 1980-81, siendo Llacer el portero de los otros 11 compromisos.
Curiosamente aquella campaña inicial fue en la que menor número de partidos jugó el portero argentino. En las siete siguientes superó ampliamente esa cifra hasta totalizar los 282 que le convierten en el futbolista extranjero con mayor número de partidos en la historia del Real Valladolid.
Desde el primero contra el Almería, el 13 de septiembre de 1980, hasta el último frente al Murcia, el 1 de mayo de 1988, una larga lista de encuentros cada uno con su historia y su recuerdo para el propio Fenoy, que contó con el respaldo de todos los entrenadores que dirigieron al Pucela en la década de los ochenta, cuando los vallisoletanos alcanzaron sus éxitos más relevantes y tuvieron en la plantilla a sus estrellas más valiosas: Gilberto, Yáñez, Da Silva, Aravena, Fernando Hierro, Moré, Peña, Moya y los mejores productos de su talentosa cantera Eusebio, Díez, Fonseca, Gail, Sánchez Valles, Minguela, Jorge, Juan Carlos, Torrecilla, Onésimo…
Técnicos de un perfil tan diferente como Paquito, Mesones, García Traid, Fernando Redondo, Vicente Cantatore, Azcargorta, Antonio Santos y Pérez García confiaron en la experiencia y calidad del guardameta argentino para ayudar a mantenerse sin apuros en la máxima categoría, alcanzar el único título en la historia del club, la Copa de la Liga en aquel inolvidable partido frente al Atlético de Madrid, y conseguir su primera clasificación para jugar en Europa.
Incluso para protagonizar hechos tan poco habituales como lanzar un penalti en un partido de gran responsabilidad. Fue en Sarriá el 30 de septiembre de 1984 en un partido que se le puso muy de cara al Español, que en el minuto 63 ganaba por 2-0, aunque un tanto de Eusebio en el 69 abrió las puertas de la esperanza al Valladolid que se encontró en el 79 con la oportunidad soñada, un penalti señalado por Peraíta Ibáñez por mano de un defensor blanquiazul.
Los delanteros blanquivioletas, Yáñez, Da Silva y Víctor Porras no parecían estar muy convencidos de tirarlo porque no hicieron el más mínimo gesto de coger el balón, así que fue Fenoy quien le hizo señas a Fernando Redondo de que él estaba dispuesto a lanzarlo. Y en efecto, con una tranquilidad pasmosa engañó a su colega N'Kono y logró el tanto del empate.
Fue su único gol con el Valladolid, pero ya había marcado algunos más durante su etapa en el Celta. De hecho en la temporada 1976-77 consiguió un record único en el planeta futbolístico, al proclamarse máximo goleador del equipo vigués con 5 tantos, todos ellos de penalti.
Carlos, a quien en Argentina llamaban el 'Loco' Fenoy, tenía la vacilona costumbre de simular que disparaba con una pistola a los balones rematados por los contrarios que se iban fuera. Aquello les hacía mucha gracia a los aficionados de su equipo, pero no les gustaba nada a los rivales, e incluso el célebre Guruceta le amonestó una vez diciéndole que «ya estaba bien de pistolita», a lo que Fenoy contestó: «tranquilo, ya la guardo», haciendo el gesto de que la giraba en sus dedos antes de enfundarla en la cadera. Genio y figura.
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