Para qué cambiar
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El autor muestra su extrañeza por los errores repetidos del Real Valladolid sin que se haga nada por cambiar o corregirlosAlberto Cuesta
Lunes, 1 de marzo 2021, 20:08
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El autor muestra su extrañeza por los errores repetidos del Real Valladolid sin que se haga nada por cambiar o corregirlosAlberto Cuesta
Lunes, 1 de marzo 2021, 20:08
Me asombra la capacidad que tienen en el Real Valladolid de pensar que se puede dar la vuelta a la situación sin cambiar absolutamente nada. Normalmente, en una competición, se valora mucho poder depender de uno mismo para lograr los objetivos marcados, pero nosotros somos ... unos pioneros. El Pucela es el primer equipo de la historia que prefiere depender de otros. Que sea un ente ajeno el que obre el milagro y aquí paz y después gloria. Salvarse sin la más mínima intención de modificar nada de lo que se está haciendo mal. Debo reconocer que en cierto modo hasta tiene mérito.
Esta temporada el equipo ha encajado 16 goles sumando los recibidos en acciones a balón parado y los que han llegado a partir del minuto 75. Casi la mitad del total. Y lo peor es que estos goles nos han costado la posibilidad de conseguir 17 puntos. Ojo, no quiero decir que de no haber llegado esos goles habríamos ganado todos los puntos porque sería reducirlo a un simplismo barato que en el fútbol no existe, pero sí que nos negaron la oportunidad de optar a conseguirlos. Dicho esto, el empate ante el Celta supone revivir de nuevo el día de la marmota. Una falta regalada, innecesaria y evitable, una disposición de la defensa que siempre nos genera problemas, un central que no sabe si mata o espanta y una portería que un día, como se caiga, nos va a dar un disgusto (aunque en este caso concreto eximo de toda responsabilidad a Roberto). En resumen, los mismos errores de siempre. En bucle.
Llegados a este punto sólo caben dos explicaciones: o no se trabajan determinadas acciones o se hace muy mal. En un equipo profesional ambas son devastadoras. Es evidente que algo está fallando y que podemos darnos por vencidos en ese aspecto, pero encima, cada declaración, parece un viaje a los mundos de Yupi. Definir como «gran partido» el realizado ante el Celta es, de nuevo, negarse a aceptar la realidad. Si nuestro nivel de exigencia es ese resulta imposible creer que seamos capaces de revertir la situación por nosotros mismos.
El Real Valladolid sufre y agoniza, pero le siguen tratando con aspirinas infantiles y jarabe para la tos. Le dejan morir mientras le dicen a la familia que están haciendo todo lo posible por salvarlo. Cuanto menos tiempo queda más crece la sensación de que, en realidad, no les importa.
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