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Sergio hace indicaciones durante el partido. A la derecha, la cúpula blanquivioleta con Espinar, Fenaert y Gómez departiendo a pie de campo. LOF
O cambia el tratamiento o el galeno

O cambia el tratamiento o el galeno

Contracrónica ·

El vestuario solo salió al rescate de su técnico cuando estaba todo perdido, con 2-0 y un once renovado tras cuatro cambios

Martes, 3 de noviembre 2020, 10:11

No reacciona el enfermo, que ocho semanas después no solo sigue en la UCI sino que apenas da síntomas de poder salir de planta a corto plazo. Su organismo no responde al tratamiento, sin señales ni defensas que inviten al optimismo, y las jornadas pasan sin que haya atisbo de mejoría. En Villarreal tampoco dio ese paso adelante que requiere la situación, y sus únicas constantes vitales llegaron cuando estaba todo perdido. Con 2-0 y un once renovado tras los cuatro cambios ordenados por el técnico.

El escenario que se presenta no puede ser más desilusionante para su técnico, decepcionante para un Real Valladolid que sigue sin ganar ni aproximarse siquiera desde que repartió puntos con el Celta. Cuatro derrotas en los cinco últimos partidos y 3 puntos de 24 posibles.

Unos días por 'h' y otros por 'b', la historia se repite y empieza a cansar, y también a desgastar la figura de Sergio. Esta vez no fue 'h' ni tampoco 'b' los culpables, y sí una defensa que no deja de hacer aguas en cada partido.

Lo que se anunciaba un examen final para el técnico y reválida para el vestuario llenó aún más de dudas, si es que eran pocas, el zurrón blanquivioleta. Sobre todo sin fútbol, pero además sin carácter, alma ni orgullo propio, este Valladolid de Sergio es lo más parecido al Valladolid de Luis César desde que el primero relevó a este último. Aquel era todo generosidad atrás; este es espléndido. No solo ha dejado de morder como hacía hasta no hace mucho, sino que ahora basta un leve soplido para mandarle a la lona.

No es sencillo coger a este equipo si no es con pinzas. Si empezamos por el principio, la alineación se ha convertido en una suerte de quiniela paralela a la del 1, X, 2. Entró Míchel, desapareció Míchel. Llegó San Emeterio, se fue San Emeterio. Irrumpió Kike Pérez como un soplo de aire fresco y ahora espera su turno en el banco. Entró Óscar Plano, desapareció, Óscar Plano. Irrumpió Toni cual náufrago en una isla y el murciano ha quedado para ejercer de microondas. ¡Qué decir de los centrales!

Hasta la portería, que parecía segura en manos de Roberto, es imprevisible y ha pasado a engrosar el capítulo de titubeos que protagoniza el técnico en este comienzo de liga.

Al Valladolid de Sergio se le está poniendo cara de Valladolid de Luis César; aquel era generoso, éste es espléndido atrás

Sergio volvió a los clásicos en el estadio de La Cerámica. Al menos lo que le permiten las circunstancias porque sin enfermería ni sanciones mediante, Guardiola hubiera ocupado muy probablemente la punta de ataque y Nacho la banda izquierda. Lo que queda de su guardia pretoriana no faltó ayer a la cita, incluido Masip, que recuperó su puesto en la misma portería en la que detuvo un penalti vital para sumar tres puntos hace dos temporadas. Míchel, al que creíamos castigado, regresó para formar dupla con Alcaraz en el centro del campo, mientras que Óscar Plano –¡dónde quedó aquel Óscar Plano!– ocupó el sitio que muchos creían propiedad de Toni Villa en este arranque de competición. Todos ellos nombres de la confianza del técnico llamados ayer al rescate de aquel que les devolvió al primer nivel. Elegidos para corresponder a esa fidelidad.

Sergio, sin embargo, no fue fiel con los que están en mejor estado de forma.

Cuando la clasificación ahoga, el resultadismo entra por la puerta y el romanticismo salta por la ventana. Y en ese contexto de asfixia en el que vive el Valladolid, el técnico eligió a Plano por la labor de contención y solidez defensiva que ofrece, y que no reporta el murciano. La presencia de Chukwueze en banda derecha jugó en contra de Toni. Tampoco apostó por Marcos André pese a las señales que emite el brasileño cada vez que pisa el campo. ¿La imaginación? Ese grifo, cerrado hasta la fecha, le correspondía abrirlo ayer tanto a Waldo en banda y como a Orellana entre líneas. También en esta apuesta naufragó Sergio. Ni uno profundizó ni el chileno fue la amenaza que era en el Eibar.

La guinda a esta revisión de los clásicos lo puso el sistema, un 4-4-2 camuflado, con Waldo y Plano jugando a pierna natural y la esperanza de que Weissman cazara alguno de los goles que se le han escapado a Guardiola. Se aseguraba el técnico con este once repliegue y líneas juntas para reducir espacios a la movilidad del Villarreal. No contaba, desde luego, que la fuga llegara una vez más atrás. En una defensa que es el pim pam pum de la liga, el puching ball de los delanteros... y de paso el verdugo que aprieta la soga de Sergio González.

Cierto es que el vestuario salió en su rescate tras el descanso, como también que no pasó de una mera operación de maquillaje. El tratamiento no funciona y no parece que un simple cambio de camisa o jersey sean la solución. O cambia la receta o es el galeno el que tiene que dejar paso.

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