Boyomo, el candado que no se encasquilla

Pese a algún que otro sobresalto, caso del balón que acabó en la madera en la primera parte, el portero catalán solventó sin mayores problemas cada una de las ocasiones en las que el Mirandés se acercó a su portería. Un paradón a disparo de Carlos Pérez en el minuto 35 evitó el empate.

Partido de oficio y faena de aliño del lateral, que suma y sigue como uno de los hombres de total confianza de Pezzolano. Cuando juega Moro por delante de él, se prodiga menos de medio campo hacia arriba lo que da más seguridad a la línea defensiva.

Ha cogido tal velocidad de crucero que ya juega en modo piloto automático como defensa infranqueable y pieza básica en el centro de la zaga junto a Boyomo. En Anduva volvió a dar toda una exhibición a la hora de colocarse y adelantarse a cada acción ofensiva del Mirandés.

Un día más en la oficina para el vallisoletano, que solventó sin mayores problemas y con oficio el poco trabajo que tuvo en banda izquierda. Contó, además, con la inestimable ayuda de Anuar cuando el equipo rojillo apretó tras el gol inicial de Moro.

Volvió al once (por sanción de Meseguer) para aportar contundencia en el centro del campo junto a Lucas Oliveira, y su labor, siempre oscura, apenas lució cara al espectador. Como buen militar, acata órdenes y las cumple al dedillo sin rechistar.

Se ha convertido en referencia ineludible para el centro del campo del Valladolid, y especialmente para Monchu por lo mucho que le descarga en el tareas defensivas. El brasileño, que aporta equilibrio en las dos primeras líneas, ya es un fijo en el once de Pezzolano. Desde que el técnico lo incrustó por delante de la defensa, el equipo no conoce la derrota.

Solo el control orientado que hace en el único gol de la tarde merece lo que cuesta una entrada. Suyo fue el gol y también la amenaza ofensiva del Valladolid, que solo se prodigó cuando le llegaron balones con plenas garantías. Pezzolano le resguardó al sustituirle en el minuto 61.

Lo juega todo y, con sus altibajos, no ha dejado ser referencia en el equipo y también en la categoría. El lugarteniente de Pezzolano fue de menos a más en Anduva, sin llegar a forzar la máquina más de lo debido. Tardó en incorporarse al ataque y cuando lo hizo, no disfrutó de buenos balones para inquietar a Ramón Juan. Tarde tranquila, en definitiva, para el balear, que sigue sumando titularidades.

Partido de brega y de estar en cada rincón del campo para el canterano, que a partir del gol se afanó más en achicar agua y ayudar a Escudero en banda izquierda. Una labor, la suya, fundamental y necesaria en la idea de juego que profesa Pezzolano.

Se le resiste el gol en esta nueva aventura con la camiseta blanquivioleta, y pese a todo su clase es innegable en cada balón y acción en la que participa. Bregó y se las tuvo tiesas con Tachi, siempre recibiendo de espaldas para habilitar el contragolpe.... pero para un delantero, el gol es sagrado y 439 son demasiados minutos sin marcar.

El entrenador:

Desde que llegó Mazziotti para asesorarle, al técnico le va mejor dentro y especialmente fuera del campo, centrado como está única y exclusivamente en la marcha del equipo. Ahora sin hacer ruido suma seis victorias en los siete últimos partidos.

También jugaron:

Pecó de egoismo en algún balón de contraataque, pero en general supo mantener la tensión ofensiva mostrada por Moro en banda derecha.

A pesar de estar como ausente, sin chispa ni ritmo de competición, tiene amenaza y disfruta de buenas ocasiones de gol.

Dentro del papel residual al que se le ha relegado, dispuso de un balón franco dentro del área para marcar.

Cumplió sin más, sellando la banda izquierda al ataque rojillo.

Debut del canterano con el primer equipo, sin tiempo material para demostrar su talento.