Borja Fernández
Borja Fernández
A Borja Fernández no se le olvidará el 28 de mayo de 2019. Admite que ahora ya ha llegado a bromear con excompañeros del Real Valladolid, como Rubén Alcaraz (actualmente, en el Cádiz); o con Kiko Olivas (Cartagena).
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Recuerda con templanza como aquella mañana había ... ya retrasado nueve minutos el despertador de su habitación cuando su hija -menor de edad-, entraba en la habitación para decirle que la Policía estaba «en la puerta de casa».
A partir de ahí comenzó un infierno para el exjugador del Real Valladolid, que acababa de retirarse y al que investigaban en la llamada Operación Oikos -«una gran chapuza», interrumpe Borja-, que este miércoles ha conocido como todo el proceso se ha archivado sin consecuencias para ninguno de los investigados.
El deportista gallego ya estaba libre de cualquier sospecha y había sido apartado del proceso, pero al conocer que toda la operación policial orquestada para «atrapar» a una posible red de apuestas clandestinas se saldaba sin ninguna consecuencia... -«sin ninguna, para ellos, para la policía o los jueces», vuelve a especificar«, denunciaba en redes sociales cómo le ha pasado factura vincular su nombre con la investigación y llegar a estar en el calabozo sin ninguna culpa. «Gracias por joderme, sois unos mierdas», reflejaba en X -antes Twitter-.
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El caso Oikos no solo ha dejado una huella imborrable en su vida y la de su familia, sino que también le ha obligado a invertir más de 40.000 euros en abogados, sin que haya podido sacar nada. «Hemos llegado hasta el Tribunal Constitucional, pero me han dicho que no hay nada que hacer. Me quedaría el Europeo... Pero sería otra inversión importante para posiblemente no conseguir nada», señala sin olvidar las lesiones a su honor o a su imagen.
«Tengo muy buena memoria y me acuerdo de todos los detalles... Como la trifulca entre los distintos cuerpos policiales por ver si me sacaban o no esposado de casa y a la vista de todo el mundo. Decidieron que sí. O cómo llamaron a mi hermana para que se hiciera cargo de mi hija, sin poderle decir lo que sucedía... Mi hermana pensaba que hasta podía estar muerto. O de cómo vino el pedido de la compra a casa, y le dieron con la puerta en la cara. O de cómo me pidieron que me pusiera ropa cómoda y unas zapatillas sin cordones por lo que pudiera pasar...», enumera sin dudar un segundo mientras articula las frases, que no se cansa de repetir y que tienen estos días mensaje directo e indirecto en los medios de comunicación, con éstos también haciendo autocrítica tras los titulares de portada que le dedicaron a Borja «sin dejar abierta la presunción de inocencia», recalca el exblanquivioleta.
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La excelente memoria del exdeportista se verá plasmada en un documental, del que poco puede contar de momento. «Estamos en ello, y hasta ahí puedo contar», describe en relación a un documento biográfico sobre lo vivido por el exfutbolista durante toda la Oikos.
«El informe policial estaba lleno de errores. Querían pillar una supuesta trama de apuestas y pensaron que podían utilizarme para conseguir algo. Esto ya me lo ha dicho más de un policía», trata de entender el porqué de su Vía Crucis particular. «Pensaban que yo sabía algo y que por mi perfil, me iba a asustar y a contarlo todo», relata.
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Es en este momento donde al exblanquivioleta se le pregunta si cree que su relación con exfutbolistas con peor reputación le ha jugado una mala pasada... «Con Raúl -por Bravo- entré en la cantera del Real Madrid, llegamos juntos al primer equipo... La última vez que le he visto hemos hablado del tema, y ya se veía que no había nada», reconoce en relación a esa conversación telefónica con Bravo que le vinculó con la supuesta trama, pero que a juicio del orensano fue el último clavo ardiendo de la policía para que el juez no cerrase la investigación.
Después de casi cinco años, Borja recuerda aquel partido del Real Valladolid con el Valencia que el equipo perdió 0-2 -días antes de su detención-, y en el que el excapitán se despedía de los terrenos de juego. Los valencianos alcanzaban la Champions y el encuentro estaba en el foco. Es aquí donde Borja vuelve a tirar de memoria y demuestra una actitud positiva ante «la chapuza» -insiste-. «Me acuerdo de estar en el banquillo con Alcaraz, que había fallado en uno de los goles y decirme todo preocupado que ahora le iban a acusar de estar comprado».
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«Con Kiko Olivas, con el que tengo muy buena amistad, siempre le digo que él falló en el gol y a mí me llevaron preso», concluye con un pizca de humor ácido que no refleja el enfado de un exfutbolista que recuerda todo lo vivido cada vez que retrasa nueve minutos el despertador por la mañana.
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