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José Miguel Ortega
Jueves, 28 de marzo 2024, 21:53
Lo que más llamó la atención a su llegada fue su estatura. Era el primer futbolista yugoslavo que tenía el Valladolid, pero al margen de esta novedad, lo más impactante para los aficionados que acudieron a su presentación al viejo estadio Zorrilla fueron sus 195 centímetros, muy por encima de lo que medía Manolo Llacer, el portero titular en la década de los setenta.
Radoslav Bebic (Platicevo 1952) llegó al Pucela con 26 años recién cumplidos y una notable experiencia en equipos balcánicos, serbios y bosnios fundamentalmente, entre ellos el Radnicki, el Proleter y el Sarajevo, lo que suponía un buen recorrido para dar el salto al fútbol español, mucho más valorado.
El entrenador blanquivioleta de aquella campaña 1978-79 era 'Pachín' y la plantilla se había confeccionado para dar el salto a primera división, con la múltiple cesión de jugadores del Barcelona a cambio de una opción prioritaria para fichar a Borja, que fue el mismo caramelo que Gonzalo Alonso le ofreció al Real Madrid a cambio del préstamo de Hipólito Rincón.
Aquel año se cumplían las bodas de oro del club vallisoletano y la directiva pretendía conmemorar la efeméride con el retorno a primera, catorce años después de haber descendido. Los resultados estaban acompañando y se creó un clima de entusiasmo del que nuestro protagonista, Bebic, solo podía disfrutar desde el banquillo…hasta que debutó el 12 de octubre de 1978 en un partido de Copa celebrado en La Balastera, en el que el Real Valladolid se impuso por 0-1 al Palencia.
La presentación del balcánico en Liga tuvo lugar el 21 de enero de 1979 en el estadio Zorrilla contra el Rácing de Ferrol, al que los blanquivioletas le endosaron un 7-1, que constituía la mayor goleada de aquella temporada. 'Pachín' satisfecho con el rendimiento de Bebic le dio más protagonismo hasta el final de la temporada en la que el Valladolid se quedó a un gol del ascenso, empatado a puntos con el Betis, y a un gol de la final de Copa, eliminado (2-1) por el Valencia.
Bebic disputó aquella campaña 12 partidos, y más del doble –25– en la siguiente, con Eusebio Ríos de entrenador y saldada por fin con el ascenso a Primera.
«Fue una experiencia inolvidable, la mejor de mi carrera, sin duda, no solo porque tuve un protagonismo mayor que el de la temporada anterior, sino porque disfruté del buen ambiente que había en el vestuario y de la magnífica relación que los jugadores teníamos con la afición. Tengo un gran recuerdo de gente como Ramón Martínez y Santi Llorente, de Aramayo, Moré, Sánchez Valles, de Borja, que tuvo muy mala suerte con su lesión, así como del utillero, Tomás, que nos contaba historias de cuando estuvo en la División Azul…Dale también recuerdos a Llacer, rival en la portería pero buen compañero», le dice al autor, 45 años después de vestir la camiseta blanquivioleta.
Actualmente, Bebic vive en Novi Sad, en cuyo equipo, la Vojvodina, colgó las botas después de haber jugado en el Levante otras dos temporadas, compartiendo vestuario nada menos que con Johan Cruyff, que jugó con el equipo valenciano en el ocaso de su carrera.
El exportero blanquivioleta se casó con una española, de Reus, de la que se divorció, y después con una serbia cuyo matrimonio tampoco duró mucho, de modo que actualmente vive solo en Novi Sad, junto al Danubio, ejerciendo de representante de jugadores, o de intermediario, como le gusta decir a él.
«Llevo a una de las mejores promesas del fútbol serbio, Mitrovic, que tiene 21 años y ya ha sido internacional absoluto. Es un extremo izquierdo muy rápido y técnico al que siguen muchos equipos, entre ellos el Atlético de Madrid», asegura desde la distancia.
La tradicional facilidad de los nacidos en la antigua Yugoslavia para los idiomas le permite a Bebic hablar cinco lenguas, entre ellas un español bastante bueno a pesar de que hace mucho tiempo que no viene a nuestro país, del que sigue enamorado.
«Allí lo pasé muy bien, sobre todo en los dos años de Valladolid. Me acuerdo del buen rollo que tenía con muchos aficionados a los que veía en las discotecas más famosas de entonces, 'Cerebro' y 'Atomium'. Guardo algunas crónicas de El Norte de Castilla y también algunas tuyas en el 'Marca'. También tengo un buen recuerdo de Javier Ares», comenta.
Estuvimos hablando media hora y por él hubiéramos estado mucho más tiempo, sobre todo quitando el polvo a los recuerdos de hace más de 40 años, que permanecen sorprendentemente frescos en su memoria.
«En muy pocos sitios he estado tan a gusto como estuve en Valladolid. Me costó entrar en los planes del entrenador, Pachín, y gocé de la confianza de Eusebio Ríos al año siguiente cuando ascendimos, pero tanto como el aspecto deportivo yo valoro el de las relaciones humanas, con directivos, compañeros, periodistas y aficionados, sobre todo con aquella gente que cada domingo nos daba tanto calor en los partidos que jugábamos en el campo que estaba al lado del río y que fue sustituido por el actual, que se inauguró cuando yo estaba en el Levante», añade.
Todo un personaje Radoslav Bebic, el gigantón serbio al que recordarán muchos de los aficionados de entonces, cuando el Real Valladolid cumplió las Bodas de Oro y al que aprovechando el partido Levante-Valladolid, hemos traído a estas páginas que evocan el pasado de un equipo que está cerca de cumplir un siglo.
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