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Un solitario gol del chileno Arturo Vidal en el único despiste defensivo de los locales evita que el Real Valladolid certifique de forma matemática su permanencia y permite que los azulgrana sigan porfiando y aspirando a un título de liga que se antoja poco menos ... que imposible.
Porque todo apunta a que ni el Barça levantará esta liga ni el Valladolid perderá la categoría, más después de un partido en el que tuvo que cambiar el dibujo y sacar su cara más ambiciosa para optar a alguno de los puntos en juego y por momentos embotellar al todopoderoso Barcelona, uno de los grandes de la liga. Le sacó puntos al Real Madrid y al Atlético, también al Valencia, y el único que se le ha resistido es el conjunto azulgrana, que en Zorrilla se agarró a la ley del mínimo esfuerzo para llevarse los tres puntos.
Real Valladolid
Masip; Moyano, Kiko Olivas, Javi Sánchez, Raúl Gª Carnero, Joaquín (Enes Ünal, minuto 46), San Emeterio, Kike Pérez, Alcaraz (Hervías, minuto 46), Óscar Plano y Sergi Guardiola (Sandro, minuto 61).
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FC Barcelona
Ter Stegen; Semedo, Piqué, Lenglet (Araujo, minuto 57), Jordi Alba, Sergi Roberto, Busquets (Junior, minuto 74), Vidal, Riqui Puig, Arturo Vidal, Messi y Griezzman (Luis Suárez, minuto 46).
goles: 0-1 (minuto 15): Arturo Vidal.
árbitro: Mateu Lahoz, del comité valenciano. Amonestó a Alcaraz y Kike Pérez por los locales y a Lenglet y Jordi Alba por los visitantes.
incidencias: Jornada 36ª disputada en el estadio Zorrilla sin público en las gradas.
Esta vez la tela de araña y la zona de minas la ubicó Sergio en el centro del campo con un rombo que situaba a Joaquín más cerca de los centrales y a Kike Pérez incordiando a Busquets, con Alcaraz y San Emeterio más preocupados de taponar las vías interiores que de construir juego.
Se trataba de convertir el 90 x 120 en una caja de zapatos, una ratonera en la que ahogar la zona de creación azulgrana. Reducir espacios para convertir Zorrilla en un futbolín que se le tragantara al Barça del toque infinito. Ycomo toda idea que propone el técnico blanquivioleta esta temporada encuentra respuesta automática, 'manu militari', por parte de los once propuestos. En este caso casi milimétrica porque un milímetro es lo que necesita Messi para encontrar un resquicio por el que conectar con la portería o bien filtrar un pase de gol.
Algo más empleó en el Nou Camp en la ida y en Zorrilla fueron quince los minutos que necesitó para conectar con Arturo Vidal antes de que el chileno, ya dentro del área, cruzara al palo derecho lejos del alcance de Masip.
Sin necesidad de apoyarse en ningún recurso táctico –por exceso o por defecto, todos los opaca la sombra del '10' argentino–, el equipo de Setién halló en el gol la suficiente tranquilidad como para dormir el partido desde su eterna posesión a la espera de otro milímetro que duplicara su renta.
El segundo bien pudo llegar en las botas de Griezmann en un centro desde la banda derecha de Semedo o incluso en las del propio carrilero portugués en una situación en la que el Valladolid ejerció de pardillo. Un minuto kafkiano en el que los locales jugaron sin lateral izquierdo por lesión de Raúl Carnero, quien en lugar de esperar el cambio desde el suelo, abandona el campo por indicación de Mateu Lahoz. Sin nadie en banda, un balón filtrado a Semedo acaba con un disparo más duro que colocado que ataja Masip.
En ese tramo pareció perdonar el conjunto catalán, que a cuentagotas merodeó la portería local dando más síntomas de cansancio que el que iba por detrás en el marcador. Un Valladolid bien pertrechado atrás que, con el marcador en contra, fue víctima y pagó por momentos su desconexión arriba. Escrito está que Óscar Plano no es el mismo jugador prepandemia que postpandemia y sin la figura del '10', a los de Sergio les faltaba un enganche que hiciera llegar el balón a las posesiones de Ter Stegen. Ese jugador pudo ser Kike Pérez en un par de acciones individuales de mérito que murieron por agotamiento. La primera, la más clara de los locales, tuvo al canterano como protagonista de una cabalgada en solitario que se esfumó a los pies del meta alemán cuando lo único que faltaba era el remate.
Tocaba agitar la coctelera. Y Sergio optó al descanso por cambiar el dibujo para recuperar las bandas –con la salida de Hervías– y buscar más mordiente arriba –con la de Ünal–. Enfrente, hombre por hombre con la entrada de Luis Suárez por un desafortunado Griezmann.
Ya sin rombo al que someterse, el 4-4-2 tradicional liberó a jugadores como Kike Pérez, que si en la primera parte ya firmó algunos de los mejores detalles, en la reanudación creció aún más llegando a reñirle al mismo Busquets la hegemonía en el centro del campo e incluso disfrutando de una de las ocasiones más claras en un disparo al borde del área que se fue fuera por muy poco.
De la mano del canterano, ¿quién lo iba a decir?, el Valladolid fue segundo a segundo ganando metros hasta someter por momentos a un Barça, a tramos aturdido a tramos desenchufado, que jugaba andando a la espera de que Messi inventara algo.
Ünal de cabeza en una falta botada por Hervías obligó a estirarse a Ter Stegen, en un tramo final en el que los de Setién, jugando al paso y durante muchos minutos andando, mostraron sin pudor la bandera blanca pendientes solo del pitido final.
Embotellado en su área aún hubo de encomendarse el Barça a Ter Stegen en un postrero disparo de Sandro (minuto 92) que se topó con la sobriedad del portero alemán.
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