El banquillo, la psicología y los gallos
Pausa de hidratación ·
Los entrenadores deben encontrar hoy el equilibrio idóneo para controlar el vestuario y manejar la pizarra por igualSecciones
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Pausa de hidratación ·
Los entrenadores deben encontrar hoy el equilibrio idóneo para controlar el vestuario y manejar la pizarra por igualHe sostenido siempre que aquel que quiera vivir en un banquillo profesional tiene que ser más psicólogo que entrenador. Que antes de esparcir conocimiento debe controlar su vestuario si no quiere ver cómo se le revoluciona el gallinero de la noche a la mañana. Ya ... saben, aquello de que con dos gallos en el mismo corral, las gallinas cacarean. Y digo esto porque alguna clase se debió saltar el bueno de Pisonero antes de viajar a Macedonia para dirigir al mejor equipo de Europa. Lo ha ganado prácticamente todo desde que cogió las riendas en verano y el único lunar (tres victorias y una sola derrota en Champions) le ha mandado al rincón de pensar –con esa vara de medir la temporada anterior hubiera cambiado hasta cinco veces de entrenador antes de proclamarse campeón de Europa–. Y después de pensar ya no sabe si el impulsor del golpe de Estado lo tenía en el propio vestuario o en el despacho contiguo donde Koksharov, gallo mayor en esto del balonmano –por su condición de exjugador estrella y también por su origen ruso–, presenta suficientes antecedentes en lo que a remover corrales se refiere para bajar al banquillo desde su posición de director general.
No parece que a Pisonero le haya dado un repentino ataque de soberbia y les haya limpiado el vino de las comidas a los jugadores como le pasó a Vanderlei Luxemburgo. De gallos y de remover entrenadores también sabían algo en aquel Madrid de los galácticos. Tres meses duró el técnico brasileño por intentar cambiar las 'costumbres' a los gallos del vestuario, bastante menos Camacho por convocarles a un entrenamiento a las siete de la mañana y bastante más Vicente del Bosque por prescindir de los entrenamientos matinales del lunes y martes.
Aquí el que sabía de psicología era el marqués salmantino. Y los que deben ponerse a ello son todos aquellos que, como Pisonero, deciden meterse en el avispero que es el deporte profesional. Están a tiempo. Ahora que empieza la cuenta atrás del año Delibes no está de más recordar una de sus célebres frases: «Para escribir un buen libro no hace falta haber leído el Quijote. Cervantes, cuando lo escribió, aún no lo había leído».
Real Valladolid
La visita a Bilbao no es una visita cualquiera. También cuando se habla de fútbol. Ya fuera el viejo o el nuevo San Mamés rezuma historia por todos sus poros y el ambiente que se genera allí solo es comparable con el respeto y admiración por lo propio que se respira en los estadios británicos. Cuando la plantilla del Real Valladolid se asome este domingo a la Catedral del fútbol español habrán pasado 77 años desde la primera vez, aquella en la que el Athletic pisó el acelerador para hacerle un 6-1 con 'hat trick' de Zarra y apear así al equipo del húngaro Platko en las semifinales de la Copa del Generalísimo después de firmar un sorprendente 3-0 pese a militar en Segunda División. También habrán pasado 77 años desde que el capitán de aquel equipo cumpliera con la tradición, aun vigente, que invita a todos los clubes que acuden por primera vez a San Mamés a depositar un ramo de flores en la estatua que lleva el nombre de Rafael Moreno Aranzadi, más conocido como Pichichi y en estos días también actualidad por su condición de sobrino-nieto de Unamuno.
Cuando Ronaldo acceda el domingo a San Mamés, precisamente por la calle Moreno Aranzadi que separa el viejo del nuevo estadio, probablemente desconozca que la nueva Catedral ha tenido un coste total de 173 millones de euros, mucho menos que el de la vieja ascendió a 89.061 de las antiguas pesetas y que el nombre lo heredó de un asilo contiguo que se llamaba igual. Y que en su capilla habitaba el santo junto a un león que según cuenta la leyenda le perdonó la vida en lugar de devorarlo como buen cristiano. De ahí el apodo que reciben los leones de San Mamés.
¿Rugirán el domingo?
Fútbol
Si usted lee Julio César Romero pensará que le voy a hablar de un torero o un cantante, pero si le digo Romerito seguro que la cosa cambia. Sí, aquel futbolista que saltó a las portada gracias a Johan Cruyff, que lo fichó por 40 millones de pesetas la semana que se enfrentaba al Real Madrid, y que hoy divide Paraguay por culpa de la pensión vitalicia de 242 dólares mensuales que va a recibir pese a no cumplir la edad necesaria –tiene 60 años–, bajo un argumento tan peregrino como el esgrimido por el diputado Walter Harms. «Quiero que este pueblo que vibró con sus jugadas, hoy tenga esa gratitud y le otorgue una pensión para que viva dignamente», ha soltado sin rubor en la Cámara Baja sobre el exjugador del Barça que también lo fue del Fluminense, el Cosmos de Pelé y Beckenbauer o el Puebla mexicano, entre otros. Retirado de los campos en 1998, fue después campeón del mundo de futvoley de veteranos, ejerció de concejal y llegó a hacer sus pinitos como cantante de rock con estrofas de este calado: «Viene un auto, tiene luces en el techo / Ay na socorro, ¿donde guardo el porro?».
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