Los datos son en esta ocasión más tozudos que el entrenador, y la deriva que presenta el Real Valladolid en los dos primeros meses de competición como el equipo más goleado del fútbol español –solo el Balsicas murciano ha encajado tanto en Tercera RFEF, aunque ... en su caso en cuatro jornadas– obliga a algo más que agitar el árbol. De hecho, Pezzolano ya lo ha agitado en las ocho primeras jornadas del campeonato y el resultado ha dejado muchas más dudas que certezas –tres porterías a cero con Boyomo en el campo en dos de ellas–.
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El técnico ha probado con todas las combinaciones y alternativas posibles en el centro de la zaga, obligado en buena parte por las circunstancias –lesiones de Javi Sánchez y Cenk–, y ya solo le queda recurrir a una defensa de cinco para frenar la sangría que, semana tras semana, llevan a su equipo a encajar una media de dos goles por partido. Y con la sequía ofensiva que presenta el Real Valladolid, se antoja utópico que pueda sumar puntos que le saquen de la zona de descenso. Los cuatro goles encajados en la última semana ante Sevilla y Mallorca, provocados por despistes individuales y una falta de contundencia colectiva, representan el mejor ejemplo y encaminan a un sistema de cinco atrás en el que siempre se ha sentido cómodo el técnico uruguayo.
Es el único movimiento que falta de todos los que viene haciendo en las últimas semanas. Y el paralelismo con la temporada pasada, en la que también la zaga mostró serios titubeos en sus comienzos, resulta inevitable. Por entonces tardó seis jornadas después de sumar solo 4 puntos de 15 posibles –con el equipo 18º en Segunda–, y tras aquella victoria en Zorrilla con línea de 5 ante el Cartagena, el conjunto blanquivioleta encadenó cinco victorias consecutivas que lo auparon a la sexta plaza.
El escenario un año después es muy similar. Y las urgencias, idénticas.
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En aquella ocasión, por el centro de la zaga fueron desfilando hasta seis jugadores en las cinco primeras jornadas ( Víctor Rofino, Quintana, De la Hoz, Boyomo, Gustavo Henrique y David Torres), y ahora la historia se repite. El baile de centrales en los dos primeros meses de campeonato ha tenido como protagonistas a Javi Sánchez, Boyomo, Cömert, Cenk, Juma y David Torres sin que el casting haya convencido lo más mínimo. Seis jugadores que han ido rotando, con un matiz añadido –Cömert por delante de los centrales– que en el último envite tampoco dio el resultado esperado –sí lo dio en el estreno ante el Espanyol, pero entonces con Boyomo y Javi Sánchez formando tándem–.
La falta de concentración en determinados momentos de partido y, de manera especial, los balones a la espalda, han condenado sistemáticamente al Real Valladolid en este inicio de temporada. Según los datos que ofrece cada jornada Juanma Muñoz desde Granada en la plataforma X, seis de los 17 goles que ha encajado el Real Valladolid llegaron precedidos por balones a la espalda de su defensa. Nadie en la liga ha recibido más goles en esta situación, siendo el equipo que más balones en largo sufre atrás. Un dato que no es fruto de la casualidad, y que el Big Data del resto de clubes parece tener muy en cuenta cuando se enfrenta al equipo de Paulo Pezzolano.
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El preparador uruguayo ha tratado de amortiguar el golpe en varios partidos situando otro jugador (Cömert) por delante de la defensa, pero sin ninguna mejoría palpable.
Con Luis Pérez entre algodones esta semana por el percance físico sufrido en el último encuentro ante el Mallorca, el cambio de sistema es una posibilidad que ahora mismo planea sobre los Anexos, y que está en el alero pendiente de los efectivos que tenga disponibles el primer equipo.
Hasta la fecha el baile de centrales ha sido una constante, especialmente en el último mes desde la dolorosa derrota en Barcelona. Desde aquel 7-0, con Javi Sánchez y Cömert en el centro de la zaga, Pezzolano ha movido ficha todas las semanas. En Vigo hubo tándem 'valencianista' (Cenk y Cömert), ante la Real Sociedad debutó Juma formando pareja con Cenk, en Sevilla fueron David Torres y Cömert los titulares, y en la última jornada la alternativa la tomaron dos de los 'pipiolos' del equipo, Torres y Juma.
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Un árbol demasiado agitado ya por el técnico en el intento de frenar la hemorragia defensiva. Un reto que todavía permanece latente en el vestuario. Y es que nadie logró la permanencia encajando una media de dos goles por partido.
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