¡Que se atreva la mala suerte a retar al Real Valladolid!

Era el minuto nueve y Monchu se asociaba con Óscar Plano para batir a Whalley por debajo. Pero otra vez, esa mala fortuna. No pudo celebrarlo el madrileño, parecía que a su muslo derecho le había atravesado una flecha, apenas podía andar. Saltaba al ruedo Anuar con el cuchillo entre los dientes o más bien como un perro de presa. El canterano es fiel a la filosofía de aprovechar las oportunidades, luchaba cada balón como si fuera el único. Jugador del Lugo con balón, jugada en la que estaba el ceutí acosando y forzando el error.

El primer tiempo expiró con una acción que trajo buenos recuerdos, pero visto el resultado final nadie se acordará. Monchu botó el córner y Nacho ya tenía preparada su zurda para pegarla de volea. Sí que salió bien en aquel encuentro ante el Levante, que supuso la primera victoria del curso, en la vuelta del Real Valladolid a Primera División. Fue en la temporada 2018-19. Fue tan solo un deja vu.

La segunda parte tenía preparado algo grande para los blanquivioletas. Había un aura especial, los rayos de luz seguían iluminando un ambiente idílico. Fuera temores. Si la mala fortuna había escogido a Óscar Plano y Josema como sus víctimas, la buena suerte escogió a Weissman. El israelí recibió un magnífico pase de Aguado y con un sutil recorte, se deshizo de varios defensores lucenses. El balón a la jaula y al delantero le recorrió un cosquilleo por su cuerpo. Hizo añicos su sequía de cinco jornadas sin anotar y ya guarda en su billetera nada menos que 14 goles.

Anuar seguía a lo suyo. Era omnipresente, siempre rastreando el balón. Quién diría que en el mercado invernal estaba en la rampa de salida con destino a Miranda de Ebro. El destino está vez fue justo y una serie de acontecimientos provocó que se quedara en la ciudad que le vio crecer. El ceutí fue el autor del 3-0 y no dudó en dirigir su mirada al palco donde se encontraban sus familiares. Explosión de euforia. La derrota ante Las Palmas era solo una piedra en el camino.

Pero no todo iba a ser jolgorio, González Esteban también quiso su cuota de protagonismo pitando un penalti por una mano inexistente de Nacho. Difícil de creer. Aquel era el árbitro que mandó repetir el penalti al Almería en el duelo contra el Girona. Una cuestión que generó cierto malestar. Manu Barreiro transformó la pena máxima para meter algo de picante a un encuentro prácticamente encarrilado.

No se olvidó Nacho de tal injusta decisión. El lateral izquierdo tenía un as en la manga y provocó la pena máxima. Aquel fue el segundo penalti en lo que lleva la temporada el Real Valladolid. Equipo máximo anotador de la competición, que más ataca, pero curiosamente uno de los conjuntos que más penaltis en contra le pitan y menos penas máximas recibe. Sería Sergio León el encargado de poner el definitivo 4-1.