«Mateu Lahoz se siente una diva a la que le encanta que todo el mundo le haga caso. En el Betis-Valladolid adaptó su estilo a lo que 'exigía' el equipo sevillano»
Alberto Cuesta
Lunes, 20 de febrero 2023, 12:36
Hay una cosa que se suele repetir habitualmente cuando se habla de los árbitros con la que no estoy nada de acuerdo. Se dice que no son protagonistas, pero no sólo lo son, sino que son una parte imprescindible del negocio. Es cierto que el ... fútbol es de los futbolistas, pero las decisiones de los colegiados, acertadas o no, deciden, valga la redundancia, resultados y, por extensión, competiciones. Ahora bien, que sean una parte muy importante no significa que tengan que ser la novia en la boda, el niño en el bautizo y el muerto en el entierro.
Estamos actualmente en un punto en el que el reglamento vale lo que al colegiado de turno le apetezca. Hoy puede ser blanco, mañana negro y pasado otra vez blanco. Se le ha dado tanto peso a la maldita interpretación que a este paso no se salvará ni el sorteo de campos. Que desde el Comité Técnico de Árbitros se sigan negando categóricamente a que los colegiados puedan dar explicaciones demuestra la poca transparencia que caracteriza a este estamento. Otro punto importante es que no está demasiado claro si manda más el árbitro de VAR o el de campo. Lo que dice la norma es una cosa y lo que se ve en el campo es otra. Lo que es seguro es que la figura del juez de línea está condenada a desaparecer porque cada vez son más intrascendentes. Y si hablamos de árbitros no puedo evitar dar un nombre que sirve como ejemplo de lo que nunca deberían ser: Mateu Lahoz. El valenciano se siente una diva a la que le encanta que todo el mundo le haga caso. Tiene fama de árbitro con personalidad, pero en realidad es todo lo contrario como demostró en el Betis-Valladolid donde adaptó su estilo a lo que 'exigía' el equipo sevillano dejando al Pucela como espectador de lujo de su festival dantesco y todo porque en su último encuentro hubo polémica.
Supongo que desde su atalaya en lo alto del Olimpo en su mundo de luz, color y fantasía la realidad está distorsionada, pero lo cierto es que hay mucha autocrítica que hacer y demasiados egos que desterrar. Por mucho que se empeñen en autoengañarse y hacer creer al mundo que atraviesan una época dorada la realidad es que están en medio de una crisis de identidad y credibilidad que nunca habíamos visto antes. Como actores de reparto tienen un papel capital, pero el espectáculo no les corresponde a ellos.
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