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Asenjo corta una contra sevillista. Luego lo estropearía todo AFP
Anuar pone luz y Asenjo la tiniebla

Anuar pone luz y Asenjo la tiniebla

Gambetas largas ·

El Pucela se sube a la montaña rusa para firmar un empate en Sevilla, que pudo ser un triunfo o una goleada en contra

Juan Ángel Méndez

Sábado, 20 de agosto 2022, 00:17

Guardiola salta del sofá al once inicial

Pacheta no quitó ni el lazo a Sergi Guardiola. Fran Sánchez se lo regaló esta semana y el técnico destrozó el envoltorio y le cuajó de galones. Del sofá al once inicial, sin grises. Los rigores del mercado y la magia del fútbol, que cambia roles como un niño en pleno trueque de estampitas al pie de la fuente de la Plaza de España. Sergio León calentó banqueta. Imagino que con gesto perplejo. La titularidad de Guardiola resulta extraña. Pacheta sabrá. Como León en el primer envite, el nueve recién estrenado rascó poca bola, aunque tuvo una tan clara al filo del descanso que me bajó a la tierra cuando pensé que Guardiola volvía reseteado.

Demasiados tropiezos en zonas vetadas para el error

El Pucela no termina de desenredarse de los gazapos. Los comete en las zonas más calientes, en espacios prohibidos. Patina en la retaguardia, ¡Asenjo!, en la creación y en el remate. Guardiola como Sekou. En Primera, los errores son pozos sin fondo. Suerte que el Sevilla, que vivió en el balcón del área blanquivioleta, se topó con su propia ansiedad. Asenjo le abrió la mente. Para tener el balón, el cimiento es la recuperación. Y en el dibujo de Pacheta, hay más arquitectos que peones, aunque tampoco funciona el tiralíneas, porque ni Mesa, ni Aguado, ni ayer Kike consiguieron agarrar la batuta y volvieron a desfondarse sin balón.

Ni descaro ni balón, angustia y poco fútbol

Al Real Valladolid le cuesta un mundo completar un ejercicio básico en el fútbol. Primero el control, luego el pase. Al tiempo, el movimiento para generar espacios. El equipo pucelano aparece obtuso sobre el césped. Ni los futbolistas que destilan talento y creatividad son capaces de hilvanar una jugada. Solo Iván Sánchez se atreve con la gambeta. El resto bastante tiene con escapar del aliento del contrario. El Pucela vive como en un estado de nervios, nadie consigue la pausa para tocar, abrir el abanico por los costados y hacer que el rival suelte el cuchillo. Guardiola todavía no se ha enterado de lo de los penaltitos.

La estabilidad debe comenzar en Pacheta

Pacheta mantiene el verbo fluido y su carácter de motivador infinito, pero en Primera no basta con la palabra, hay que ir más allá. El técnico no lo tiene claro y las dudas se reflejan sobre el verde. Para muestra, el once inicial. El Pucela necesita estabilizarse en Primera, coger el pulso a la categoría y sentirse seguro. La estabilidad debe arrancar en la pizarra, en el entrenador, que también necesita domar esa incertidumbre que convierte a su equipo en un batiburrillo de emociones. Esperemos que, con el final del mercado, el vestuario abroche el candado y recupere las pulsaciones. Es imprescindible.

El eterno debate, el resultado o el juego

El hincha optimista estará sacando brillo al punto en el feudo de un equipo de Champions. Mucho mérito. El pesimista aún seguirá dando vueltas a los errores. Si escapamos de los extremos, el empate representa lo mejor de un partido, en el que el Real Valladolid volvió a mostrarse muy inestable en todas las líneas. Desde la portería, con el grosero error de Asenjo, a la vanguardia, con Guardiola como estrella. En medio, Anuar maquilló la angustia con un gol que aporta oxígeno para rematar este venenoso calendario inicial. Las sensaciones no son buenas, pero los puntos son oro. ¿Veremos al mejor Pucela tras el partido del Barça?

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