Antonio Santos, en uno de los últimos actos públicos a los que ha acudido. El Norte
40 años de la Copa de la Liga del Real Valladolid

Antonio Santos, el polifacético que llegó de Zamora

«Se dice que la afición del Real Valladolid es fría pero no es verdad, a mi nunca me faltó su aliento y cuando el equipo le da algo la grada grita Pucela«

José Anselmo Moreno

Valladolid

Jueves, 27 de junio 2024, 06:55

Pocos representan las ganas de ganar de aquella generación de jugadores que hicieron que el Pucela ganara la Copa de la Liga, no solo ganando sino arrollando. Sin embargo, Santos fue suplente en la final porque fue Navajas quien formó dupla de centrales con Gail. Paradójicamente fue el último partido en que se vistió para el fútbol profesional.

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En aquel Real Valladolid del 84 no había drones, ni dietistas ni recuperadores, pero sí había muchas ganas de ganar. Por eso, entre otras cosas, aquel día fuimos los mejores. Lo de las ganas de ganar fue algo que recalcó él cuando hablamos por última vez. Santos consideraba que después de la temporada 78/79 hubo un antes y un después en la historia del club. Precisamente hasta esa Copa de la Liga. Dice que entonces había un ambiente impresionante en la plantilla. «Todos éramos amigos, y el que llegaba debía impregnarse de aquello. Éramos un equipo en todos los sentidos y donde no llegaba uno llegaba el compañero, así llegamos a ganar esa Copa, además de los méritos de Redondo que fueron muchos», afirmó.

Tras el fútbol, Santos fue el hombre orquesta del Real Valladolid. Hizo de todo. Fue jugador, entrenador del Promesas, del primer equipo, director deportivo, directivo y «apagafuegos» sin condiciones. El único precedente similar en la historia es Saso.

En momentos de crisis era el hombre de la casa del que tirar. Allanó el camino a Cantatore antes de la llegada del chileno en su última etapa con una victoria en Compostela (1-3). En los banquillos y en los despachos era pausado y medía muy bien sus reacciones, pero en el campo fue todo carácter.

El público de Zorrilla adoraba a Santos, básicamente por su entrega así que Antonio Sánchez Santos (Zamora, 29-8-1953) recibió una atronadora ovación de parte de los aficionados que acudieron a Zorrilla el día de su despedida porque se había jubilado. Era un cariño incondicional y ganado día a día durante sus más de cuatro décadas de dedicación al club.

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El expresidente Fernando Alonso, encargado de fichar a Santos, fue quien le entregó la insignia de oro y brillantes del club en un acto celebrado antes de que diera comienzo un partido ante el Real Madrid de la temporada 13/14. No había mejor día. Más de 22.000 personas lo presenciaron.

Los ojos de Antonio Santos se humedecieron cuando declaró a la prensa: «dejo de trabajar en el club pero nunca dejaré al Real Valladolid». Y es que en el Real Valladolid fue desde vicepresidente hasta director de cantera, pasando por su etapa como jugador «de la que guardo el mejor recuerdo porque, al fin y al cabo, es todo con lo que soñaba cualquier niño de mi época aunque aquel era otro fútbol».

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Llegó a Valladolid en el verano de 1974 procedente de su Zamora natal, donde despuntó como un centrocampista de corte defensivo. Aquí jugó más como central y ahí destacó por su regularidad durante diez temporadas. Junto a su gran amigo Moré, Llacer y Mario Jacquet lideraron el equipo en el campo y también en el vestuario, como recuerdan los jugadores que en aquella época llegaban de fuera.

Con Santos, el Real Valladolid subió a Primera después de 16 años en Segunda (y un año en Tercera) y ganó el único título que atesora: aquella Copa de la Liga. Tras esas diez temporadas como futbolista colgó las botas y pasó enseguida al banquillo del Promesas, al que dirigió durante cuatro temporadas.

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En 1988, cambió el campo por los despachos y comenzó a realizar labores de todo tipo en el club. Fue cuando se convirtió en el «hombre para todo», igual iba a ver un partido de Emilio Amavisca a Laredo para pasar un informe, que estaba pendiente de la faceta burocrática y administrativa donde él ya pensaba entonces que podía aportar porque le gustaba y estaba preparado para ello. Sin embargo, fue varias veces entrenador cuando el banquillo quemaba (hasta cuatro veces), también en momentos delicados fue consejero y portavoz del club, segundo entrenador con Pepe Moré (2002-03) y Fernando Vázquez (03-04) o formando dupla con Pérez García. En los últimos tiempos en el club fue responsable de diferentes asuntos relacionados con la administración deportiva.

Se conocía bien la reglamentación y siempre estaba pendiente de una circular de la Federación, una ficha, un recurso, una resolución, un contrato o un CTI. Solía poner el punto de calma y de sentido común en momentos complicados. Dicen quienes trabajaron con él que era el mejor compañero posible en los despachos y que tenía buen «ojo clínico» para observar el fútbol y sacar conclusiones.

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Su agradecimiento a Valladolid es eterno, sobre todo a la afición, respecto a la que me puntualizó algo importante. «Se dice que es fría pero no es verdad, a mi nunca me faltó su aliento y cuando el equipo le da algo en el campo, por poco que sea, la grada grita Pucela y al jugador que lo da todo siempre lo respalda».

Probablemente Santos piensa así porque era de esos que lo daban todo y perseguía un balón hasta lo imposible. Pocas veces estuvo bajo los focos porque nunca fue un goleador, pero suyo fue un tanto que a punto estuvo de hacer historia en aquella semifinal copera ante el Valencia con el Valladolid en Segunda. Estella centró y Santos remató de cabeza el gol que ponía al Pucela con un pie en la final. Más tarde, Darío Felman y el colegiado Soriano Aladrén impidieron la gesta. Algunos periódicos de la época le dieron ese gol a Botella y qué mejor que preguntar al protagonista para enmendar ese error: «Fui yo, pero al día siguiente estaba tan enfadado que ni leí periódicos». Es igual, tampoco Santos lo había reclamado nunca para sí. Como siempre, su filosofía pasa por una frase: «El equipo es lo primero».

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Suplemento especial de los 40 años de la Copa de la Liga, el sábado 29

Son múltiples los factores que deben concitarse para que un club humilde como el Real Valladolid, a años luz en presupuesto de los grandes transatlánticos del fútbol español, conquiste un título nacional. Y todas esas circunstancias confluyeron hace cuarenta años para hacer realidad el que hasta la fecha sigue siendo el único trofeo oficial de la entidad blanquivioleta en sus 96 años de historia. Aquella imagen icónica de Pepe Moré levantando la Copa de la Liga, que hubo de pasar por los líquidos de revelado para ser publicada dos días después, continúa en el imaginario de los aficionados más veteranos. Y con esa foto acaparando la portada, El Norte lanza el sábado día 29 de junio un Suplemento Especial para recordar de la mano de los protagonistas todos y cada uno de los detalles que rodearon aquella gesta.

Una temporada irregular en lo deportivo, en lo que a la liga doméstica se refiere, que acabó en celebración gracias a una plantilla que se nutrió de la cantera y que hubo de sobreponerse a un cambio de entrenador. El relato de cómo se llegó a conquistar el título, las múltiples anécdotas que dejó el proceso para llegar a levantar el trofeo, y las vivencias de los jugadores que pasaron por aquel vestuario forman parte del Especial que publica El Norte de Castilla. También una conversación entre el director deportivo (Ramón Martínez) y el entrenador de aquel equipo (Fernando Redondo), que cuarenta años se han vuelto a encontrar para repasar, ya con la perspectiva y el poso que deja el paso del tiempo, todo lo que rodeó y acompañó a aquel éxito deportivo.

Un suplemento que es una pieza de coleccionista para los aficionados más veteranos del Real Valladolid, y que se entiende también como una lección de historia para los más jóvenes que no disfrutaron de aquel hito y que solo lo conocen por boca de sus padres y abuelos.

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