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Pese a ser un veterano de 65 años, a José Luis Saso le faltó tiempo para ponerse el traje de faena y comenzar a trabajar en esta cuarta y última etapa como entrenador blanquivioleta. Aquí le vemos junto a Pepe Moré, uno de sus ayudantes. J. M. O.
16 años después, Saso entrenador del Real Valladolid

16 años después, Saso entrenador del Real Valladolid

La vista atrás ·

En 1992 sustituyó a Marco Antonio Boronat, tras la cuarta jornada de liga, debutando con una victoria sobre el Eibar

JOSÉ MIGUEL ORTEGA

Sábado, 26 de octubre 2019, 08:50

Cuando José Luis Saso llegó al Real Valladolid procedente del Atlético de Madrid, en la temporada 1948-1949, la del debut blanquivioleta en Primera División, no podía imaginar hasta qué punto iba a ser un personaje clave en la historia del club vallisoletano.

Jugador durante diez temporadas, en 1958 debutó como técnico, tras haber obtenido el número 1 de su promoción en la Escuela Nacional de Entrenadores, para devolver al equipo a Primera y además realizar una histórica operación -la 'Operación Saso'- en la que se trajo de Sudamérica a cinco jóvenes figuras por un millón de pesetas: los argentinos Solé, Aramendi y Bagneras, y los uruguayos Benítez y Endériz.

Tras aquella primera experiencia como técnico, Saso entrenó al Español y al Mallorca, fue seleccionar nacional del equipo B de España, y en uno de los momentos delicados del club, accedió a la presidencia, que ostentó dos temporadas para volver a ponerse el chándal de entrenamiento en la 1969-70, como sustituto de Olmedo, regresando otra vez a Zorrilla en la 1976-77, al llamarle Fernando Alonso para reemplazar al efímero Luis Aloy.

Ya estaba apartado del fútbol, cuando en 1992 el nuevo presidente blanquivioleta, Marcos Fernández, requirió de sus servicios como asesor, sin saber que muy poco tiempo después tendría que convertirse nuevamente en técnico, 16 años después de su última experiencia en ese papel.

Marco Antonio Boronat no tuvo suerte y en la cuarta jornada, con tres empates y una derrota como balance, fue cesado porque el presidente entendía que la plantilla blanquivioleta tenía calidad para mucho más. Marcos Fernández le pidió consejo a Saso y le animó a que fuese él quien se hiciera cargo de la difícil situación, cuando apenas había transcurrido un mes de campeonato.

Se dijo que la solución podría ser un triunvirato formado por Moré, Pérez García y el propio Saso, pero éste dejó las cosas claras desde el primer momento: «Me basto y me sobro yo solo, pero voy a tener la colaboración de ambos durante el trabajo semanal». Apenas tres días después de haber tomado el mando llegó la primera prueba de fuego, frente al Eibar en 'Ipurúa', el 4 de octubre de 1992.

Fue un día de perros en el aspecto meteorológico, con fuerte lluvia que no cesó un instante durante el partido y que dejó el terreno de juego muy embarrado, perjudicando fundamentalmente al Valladolid, un equipo de mayor calidad técnica que su oponente. Y para colmo, las cosas no pudieron empezar peor para el veterano entrenador blanquivioleta (65 años tenía entonces), pues a los nueve minutos, un error del macedonio Najdoski fue aprovechado por Cuéllar para batir a Lozano y poner por delante a los eibarreses.

Menos mal que, pese a tener en contra el marcador y el pésimo estado del campo, el Valladolid se rehízo, empató a los dieciocho minutos con un disparo de Alfonso desde fuera del área y, en el 85, Amavisca sorteó la salida del portero eibarrés y marcó el tanto de la victoria, que devolvía la moral al equipo y la esperanza a los aficionados.

Los protagonistas de aquel encuentro fueron, además del árbitro, el valenciano Iralde Simón, por el Eibar: Garmendia; Cortés, Rodríguez, Olasagasti, Arenalde; Arteche, Vicandi, Echevarría; Luluaga, Ugartemandia (Igoa) y Cuéllar (Garitano), mientras que en las filas vallisoletanas jugaron: Lozano; Cuaresma, Najdoski, Walter Lozano, Martín; Alfonso, Castillo, Rachimov; Amavisca, Alberto y Onésimo.

Pero aunque mejoraron las cosas con respecto al calamitoso comienzo de temporada, los resultados no terminaban de ser los que correspondían a un aspirante al ascenso, de modo que el 19 de enero de 1993, tres meses y medio después de haberse hecho cargo, Saso presentó la dimisión y recomendó al presidente que buscara un nuevo entrenador, Felipe Mesones, que llegó el día 27 para pilotar el rumbo blanquivioleta hacia el ascenso, conseguido en aquel emocionante partido en Palamós.

José Luis Saso retornó a su papel inicial de consejero del presidente, que ocupó hasta el momento de su fallecimiento, en 2006, a los 79 años de edad. Desaparecía entonces una auténtica leyenda, sin duda la figura más importante en la historia de un club en el que fue jugador, capitán, entrenador, secretario técnico, presidente y asesor. Toda una vida dedicada al fútbol y, particularmente, al Real Valladolid, que le agradeció su fidelidad colocando una placa en la zona mixta de los vestuarios, que seguramente desaparecerá, porque las huellas de la historia se suelen borrar mucho antes de lo que pensamos.

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