Real Valladolid

Álvaro Rubio, el entrenador sobrevenido

'El Jilguero', como le llamaba el capitán Alberto Marcos en el vestuario del Real Valladolid, nunca pensó que estaría sentado en un banquillo como entrenador de Primera División. Rubio colgó las botas a finales de 2016, después de diez años como brillante futbolista blanquivioleta y un breve epílogo en el Bengaluru FC indio. En febrero de 2017, el excapitán del Real Valladolid colaboraba en el negocio de moda de su esposa y rumiaba de qué manera seguir vinculado al mundo del fútbol. Convertirse en entrenador profesional no entraba en sus planes, aunque sí se planteaba trabajar como técnico de fútbol base. «Me gusta mucho la formación de chavales pequeños», explicó entonces en una entrevista con El Norte de Castilla.

Pocos meses después, en junio de 2017, Álvaro Rubio volvió a la estructura del Real Valladolid como ayudante de Luis César Sampedro. Fue su primera experiencia en un banquillo profesional. El entrenador gallego tenía a Juan Iglesias como segundo y el papel de Rubio era muy limitado. El despido de Luis César tras 34 jornadas en la campaña 2017-2018 en Segunda y la llegada de Sergio González aumentaron el protagonismo del riojano, aunque en la práctica siguiera como tercer entrenador.

«La transición de jugador a formar parte del cuerpo técnico fue un poco durilla. Nunca he tenido muy claro lo de ser entrenador. A medida que he ido acabando, vi que igual me podía dedicar más a esto. Así que me formé y acabé el curso de entrenadores. Estoy un poco como ayudante de todos. Aprendo mucho», explicó Álvaro Rubio en un vídeo publicado en la web del Real Valladolid durante la pretemporada de 2019 en Estados Unidos.

Discreto y prototipo de hombre de club, el riojano continuó como 'número tres' del banquillo con la llegada de José Rojo 'Pacheta' en 2021 y mantiene el mismo rol ahora con Paulo Pezzolano y su nuevo equipo de trabajo. Durante casi seis años, ha permanecido alejado de la primera línea mientras absorbía conocimientos y formas de trabajar de diferentes técnicos.

Filippini, como 'segundo'

Súbitamente la sanción de dos partidos a Pezzolano tras su expulsión en la Cerámica ante el Villarreal y la falta de licencia de Martín Varini colocaron a Rubio bajo los focos de Zorrilla. Los responsables de LaLiga recordaron al club blanquivioleta que Rubio debía aparecer en las alineaciones oficiales como primer entrenador del Real Valladolid ante el Girona. Paulo Pezzolano vio el partido en una cabina de prensa, junto a Fran Sánchez, el director deportivo (la realización televisiva de Movistar + les confundió en los primeros instantes). Pezzolano estaba en contacto a través de los 'airpods' con su 'número dos', Martín Varini, que veía el partido cerca del banquillo, y con Matías Filippini, otro de sus ayudantes técnicos. Filippini, oficialmente habilitado como segundo entrenador del Real Valladolid en este partido, fue el encargado de transmitir a Rubio las órdenes de Pezzolano desde las alturas.

Ayer, al terminar el entrenamiento, Álvaro Rubio comentó en una breve conversación informal lo positivo de su experiencia al frente del banquillo blanquivioleta gracias, fundamentalmente, a la victoria del Pucela. Y recordó que, efectivamente, no contemplaba ser técnico profesional cuando colgó las botas. Pero así son los giros del deporte. El exjugador que buscaba su camino tras retirarse 2017 es ahora un entrenador sobrevenido que vuelve a los titulares de los periódicos. Y, de momento, con el cien por cien de victorias en su currículo. Quién sabe qué otras sorpresas futbolísticas le tendrá preparado el destino...