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Aunque está todo inventado en fútbol, cada cierto tiempo metemos en la centrifugadora un traje de los ochenta y lo vendemos como nuevo. Y lo que parecía en desuso vuelve a estar de moda. Es el caso de la defensa de tres centrales, la ... de cinco de toda la vida que según como se desarrolle puede ofrecer múltiples posibilidades en función de quien la interprete. Los matices llegan desde el banquillo. No se parece la Juve de Conte a la Chile de Sampaoli, y ambos fueron grandes valedores de la defensa de cinco. Como tampoco al Barcelona cuando desciende a Busquets a la posición de central, o al Sevilla de los tres centrales pegados a su área.
Un sistema que vuelve a ser tendencia esta temporada entre los equipos de Primera, y que ya lo ha sufrido con fatales consecuencias el Valladolid en varias ocasiones. Por citar algún ejemplo concreto, lo sufrió en silencio ante el Leganés (2-4), repitió contra el Rayo en Zorrilla (0-1), y en la última jornada recibió la bofetada más sonora en campo del colista, Huesca (0-4). Tres rivales directos y probablemente las tres derrotas más dolorosas que se han encajado en lo que va de curso.
Un sistema versátil que proporciona un amplio abanico de posibilidades si se ejecuta con eficacia que requiere de un despliegue físico como, por ejemplo, el que exhibió el Huesca en el último encuentro ante el Valladolid. No solo permite rápidas transiciones sino que al acumular jugadores en el centro del campo (los laterales adelantados) facilita un mayor equilibrio. En este sentido, son los carrileros los que marcan la pauta y se antojan fundamentales en un sistema que anima a una presión alta para buscar el error del rival en la salida de balón. En el caso del Huesca fueron Miramón y Javier Galán los que tuvieron que medir cada una de sus incorporaciones al ataque para no resguardar sus bandas, en ocasiones cubiertas tanto por Etxeita como Pulido. Lo mismo sucedió en el partido ante el Rayo con Álex Moreno y Advíncula; o el día del Leganés con Silva y Nyom.
El repliegue completo se convierte en una defensa de cinco, pero si no hay necesidad el éxito llega en situaciones de ataque con tres centrales en solitario atrás y los carrileros incorporados para ofrecer varias soluciones de medio campo hacia adelante. En función de lo que te ofrezca la plantilla el dibujo se puede convertir en 3-5- 2, 3-4-3 o un 3-4-1-2. La flexibilidad del sistema permite, por ejemplo, a un equipo como el Villarreal poner en el campo al mismo tiempo a jugadores ofensivos como Gerard Moreno, Fornals y Ekambi.
En la Liga son varios los equipos que se sienten más seguros con este dibujo, y lo utilizan con más asiduidad frente a otros que lo hacen de forma ocasional. Es el caso del Sevilla de Pablo Machín, que sigue confiando en la fórmula que tanto crédito le reportó en Girona para tener al Sevilla en la cuarta posición. En este caso contar con jugadores del perfil de Jesús Navas le proporciona una profundidad imprescindible para sacar rendimiento.
Por mimetismo también Eusebio Sacristán ha respetado la idea de su antecesor, combinando en el Girona una línea de tres con una defensa de cuatro. A esa tendencia se ha apuntado también Pellegrino en el Leganés, que desde que descubrió sus beneficios ante el Barcelona (2-1) no ha renunciado a una fórmula que también practicó Mohamed antes de abandonar el banquillo del Celta de Vigo, y que llevó a Paco López (Levante) a replantearse su fidelidad a la defensa de cuatro.
El técnico del conjunto azulgrana cambió de idea después de recibir ocho goles en dos encuentros (Sevilla y Valladolid), y el salto a la defensa de tres centrales se transformó rápidamente en la clasificación con dos victorias ante Alavés y Getafe. Esto se traduce en que no son pocos los técnicos que se han dado cuenta de sus virtudes y lo incorporan a sus pizarras, bien en contadas excepciones o como recurso habitual. El propio Luis García Plaza se percató unas horas antes de abandonar el banquillo del Villarreal al advertir que «los equipos que están en nuestra situación juegan de otra manera. Tenemos que convencernos de que somos un equipo de abajo», alertó, dejando entrever la solución a los problemas del conjunto castellonense. La respuesta, consecuencia o no de sus palabras, fue un Villarreal con tres centrales en el primer partido de la segunda etapa de la 'era Calleja'.
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