Jugadores cabizbajos tras uno de los goles encajados. Alberto Mingueza

El álbum necesita nuevos cromos

Gambeta larga ·

El Pucela se hunde en una profunda depresión y enciende todas las alarmas. El equipo aguantó en pie quince minutos y terminó hecho jirones tras el 1-0

Juan Ángel Méndez

Sábado, 21 de enero 2023, 21:11

1

Los tres centrales tampoco sellan el dibujo

Pacheta sigue dando vueltas a la brújula, pero no encuentra el rumbo correcto. Ayer probó con un nuevo dibujo. Cinco defensas. Tres centrales como terapia para encontrar el equilibrio y dos carrileros en busca de la última frontera. Las fichas no se movieron igual de ... bien en la pizarra que sobre el césped. De hecho, a pesar de la tupida retaguardia, al Atleti le costó poco encontrar los espacios. Así nacieron dos de los tres goles. En ataque, Pacheta recuperó a Weissman y León. El israelí continúa afónico, le falta alegría, que diría el técnico. Tampoco sonríe el resto, que amagó con el aprobado en el primer cuarto de hora y se encasilló en el suspenso tras el 1-0.

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2

Un manual de autodestrucción en 10 minutos

El Real Valladolid tiene algo en su ADN que le convierte en la mejor medicina para sus oponentes. No hay crisis ajena que se le resista. El Atleti llegaba con dudas y su fútbol en tinieblas. La aspirina tardó 18 minutos en hacer efecto. Si hubiera un récord mundial de autodestrucción, sería blanquivioleta. Su capacidad para desplegar la alfombra en un suspiro resulta insuperable. Ayer se inmoló en diez minutos. Griezmann adivinó a Morata, que tumbó a El Yamiq y fusiló a Masip. El paredón se llenó de líneas blanquivioletas y al Atleti se le puso cara de francotirador para aniquilar a un oponente en clara y preocupante decadencia.

3

Si Griezzmann baila, el Atleti te aplasta

Todos los equipos tienen un futbolista que marca la diferencia. Bueno, todos no, en el Pucela podría ser Mesa, pero sigue en el banquillo. En el Atleti, esa figura que convierte la partitura en melodía se llama Antoine Griezmann. El francés transformó el césped del Cívitas en el patio del cole. Le faltó firmar algún autógrafo para completar la obra de arte. Cómo lo vería Simeone, que se permitió el lujo de quitarle en el 55. Hasta entonces, el galo se acostó entre las líneas del Pucela e hizo jirones el dibujo de Pacheta. Completó su actuación con un gol que retrató a El Yamiq, que tampoco estuvo atinado en el gol de Morata.

4

Pacheta, el espejo del alma del equipo

Pacheta suspira más de la cuenta. El técnico aparece tan irreconocible como su equipo. El técnico se caracteriza por la vitalidad, el verbo siempre tenso, la piscología positiva como hilo conductor de su discurso. La derrota ante el Rayo le dejó tieso, con la mirada perdida y el aliento entrecortado. Vive en la penumbra, como sus futbolistas. Es el espejo del alma del equipo. El problema va más allá de la alegría o la tristeza. El Real Valladolid tiene un boquete de grandes dimensiones en su fútbol. Ha perdido el pulso. Defiende tembloroso, construye sin masa y el hierro del martillo es pura goma. El vestuario necesita un diván y aire fresco.

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5

La despensa está vacía, hay eco

Imagino que Fran Sánchez dormirá poco. Es lógico. Los últimos partidos del Pucela provocan insomnio. El director deportivo tiene un sudoku encima de la mesa de difícil solución. Poco dinero y muchas lagunas. La despensa del Real Valladolid está vacía y necesita víveres urgentemente para no terminar enterrada por las telarañas. El foco apunta a la vanguardia, pero el resto de las líneas tampoco está boyante. La plantilla y el cuerpo técnico han caído en una depresión que ha convertido la holgura en un callejón angosto y tenebroso, que aparece obturado en la escena. Encontrar la rendija depende de todos, sobre todo de la dirección deportiva, que debe sanear el álbum con nuevos cromos.

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