Resulta que el Real Valladolid sabe ganar. Sí, la de esta jornada, ante el Valencia, es la tercera victoria de la temporada, pero poco tiene que ver con las dos anteriores. El partido contra el Espanyol enfrentó a dos equipos a medio hacer y con ... el mercado todavía abierto por lo que no se podían sacar demasiadas conclusiones (como se demostró después con la venta de Boyomo y la 'premeditada' decisión de cerrar la plantilla sin lateral izquierdo). La segunda victoria, esta vez ante el Alavés, llegó gracias a un arbitraje favorable (opinión para algunos impopular) o polémico. Sin embargo, contra el Valencia, la versión que dio el Pucela fue muy diferente y aunque cada triunfo vale tres puntos sea cual sea el contexto, anímicamente tiene muchísimo más valor que las dos victorias anteriores.
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Fútbol vimos poco tirando a nada. El Valencia que llegó a Valladolid es el peor que he visto en mi vida con diferencia. Eliminar esta parte de la ecuación sería hacernos trampas jugando al solitario. Tampoco debemos elevar al rival a una categoría que no le corresponde actualmente para dar mayor lustre a nuestro éxito. No es necesario. Basta, esta vez, con mirarnos a nosotros mismos para darle el mérito que corresponde a un equipo que se dejó el alma en el terreno de juego para conseguir vencer. Y ese es el punto clave: no es el qué, sino el cómo. Este tipo de partidos tan sufridos son una inyección de moral capaz de revivir a un muerto que ya estaba casi enterrado. Las opciones de salvación siguen siendo escasas, casi nulas, pero este partido, junto a la destitución de Pezzolano, es el punto de inflexión tan necesario para, al menos, no rendirnos en diciembre.
A este Pucela le falta casi de todo para ser realmente competitivo, pero ante el Valencia vimos lo que en Valladolid tanto ha gustado siempre y ha bastado para que los jugadores salgan ovacionados en cada partido (para que luego nos llamen exigentes): la entrega no se negocia. El otro día salí orgulloso de Zorrilla y si el resultado hubiera sido negativo hubiera dado igual. Cuando uno da todo lo que tiene, más aun cuando todo parece ponerse en contra, no se le puede exigir nada más… salvo que lo siga haciendo. Podremos ganar, empatar o perder, pero esta es la imagen que queremos y que necesitamos ver.
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