Un Real Valladolid de vergüenza
«Vergüenza la que también sufrimos cuando cada integrante de la plantilla escupe en la camiseta, en el escudo y en la historia de un club que tiene casi cien años»
Alberto Cuesta
Martes, 7 de enero 2025, 17:54
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Alberto Cuesta
Martes, 7 de enero 2025, 17:54
Vergüenza la que siento y sentimos (casi) todos los abonados del Real Valladolid. Vergüenza la que sentiría cualquier aficionado si lo que está pasando en este club pasara en el suyo. Vergüenza la que nos hacen sufrir en cada partido. Vergüenza de que cada decisión ... tomada, en un club que está completamente desgobernado, tenga menos sentido que la anterior. Vergüenza la que sufrimos cada vez que Ronaldo se muestra públicamente haciendo cualquier cosa que no sea ver el partido del equipo al que está destruyendo. Vergüenza la que también sufrimos cuando cada integrante de la plantilla escupe en la camiseta, en el escudo y en la historia de un club que tiene casi cien años. Vergüenza la que notamos cuando nadie es capaz de demostrar orgullo, amor propio o carácter. Vergüenza la que tengo que lamentar por tener la peor plantilla que he visto en mi vida, la que menos implicación tiene, la que menos compromiso tiene, la menos profesional y la que menos conoce o entiende, ni siquiera los conceptos más básicos, sobre el deporte del que son supuestos profesionales.
Vergüenza la que padecemos cada vez que jugamos lejos de Zorrilla y vamos haciendo amigos y repartiendo felicidad por toda España. Vergüenza la que tuvimos que soportar viendo como el penúltimo clasificado de Primera Federación –la tercera categoría– nos pegaba un repaso antológico y nos marcaba tres goles como tres soles, cuando en su liga solo llevan catorce en dieciocho partidos. Vergüenza la que sufrimos cuando al decimotercer equipo histórico de la Liga en España lo etiquetan ahora como equipo ascensor. Vergüenza la que sentimos sabiendo que, aunque nos duela, la anterior afirmación es totalmente cierta. Vergüenza la que nos obligan a sufrir los conformistas que han puesto uno de los clavos más grandes en el ataúd del Real Valladolid por ser los primeros en aceptar gustosamente ese nuevo estatus mientras se atreven a dar lecciones ridículas.
Vergüenza la que provoca ver que vamos de cabeza hacia una piscina que no tiene agua porque algunos personajes, como por ejemplo Domingo Catoira, la han vaciado adrede. Vergüenza la que no sienten, y ni siquiera están cerca de hacerlo, los que dirigen el club o lo representan públicamente. Vergüenza la que sentimos observando la decadencia imparable a la que está sometida el Real Valladolid. Y miedo, mucho miedo, al pensar que en vista de la situación, todavía no hemos tocado fondo.
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