«Pezzolano dimisión»
Libre Directo ·
Alberto Cuesta
Miércoles, 28 de febrero 2024, 20:55
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Alberto Cuesta
Miércoles, 28 de febrero 2024, 20:55
Que una afición cante contra su propio entrenador con su equipo ganando 3-0 y con opciones reales de ascenso directo con la recta final de la temporada asomando en el horizonte no es, ni mucho menos, algo habitual en el fútbol ni, sobre todo, ... en Valladolid. Incluso con la afición enfrentada por enésima vez esta temporada todos podemos estar de acuerdo en lo insólito de la situación. Esto es, precisamente, lo que debería hacer que en lugar de mirar el dedo tratáramos de ver la luna.
El Pucela ha sufrido dos descensos en las últimas tres temporadas, por primera vez ha descendido a Segunda dos veces seguidas y ha firmado su peor año en Primera en la historia del club. Todo esto con Ronaldo, pero si miramos más atrás la cosa no mejora porque el Real Valladolid, con cinco, es el equipo que más descensos a Segunda ha sufrido este siglo. Y ahora, de nuevo en la categoría de plata, el entrenador que nos devolvió al infierno sin ni siquiera pelear por evitarlo, no deja de provocar y caldear el ambiente. Desde hace demasiados años nunca hay un momento oportuno ni adecuado para ser crítico. O es pronto, se habla sin saber y hay que dar más tiempo o ya es tarde, no merece la pena y es ventajista. Mientras tanto, el tiempo sigue pasando, pero nada cambia deportivamente. ¿Cuántos años más hay que aguantar? ¿Cuántas temporadas más hay que sufrir? ¿Cuántas decepciones más debemos soportar? La paciencia tiene límites y muchos ya no aguantan más.
«Debemos estar juntos para lograr el objetivo». No hay mensaje más repetido cada temporada, pero uno no puede evitar preguntarse por qué debe ir de la mano de quien ya le ha abandonado antes. Siempre la exigencia recae en el aficionado. Siempre es el que se sienta en la grada el que tiene que comerse el orgullo, la rabia y la impotencia pensando en el bien común y dar su apoyo incondicional al equipo. Y entiendo a quien piensa que ese aliento debería continuar siendo innegociable y esta vez no pretendo llevar la crítica a quienes lo creen así. Sin embargo, la solución no está ahora en cada butaca del estadio, sino en el banquillo. Si Pezzolano quiere que le sigan debe ser quien dé el primer paso. De él depende mostrar humildad y tratar de apagar las llamas que él mismo ha prendido. ¿Todos unidos? Vale, pero el movimiento se demuestra andando.
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