A la una y diez de la madrugada del sábado al domingo, el Real Valladolid publicaba la noticia en su cuenta oficial de Twitter: «Pezzolano no seguirá en el Real Valladolid».
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Automáticamente, se convirtió en uno de los días más felices desde hace tiempo en ... lo relativo al Pucela. Puede parecer triste encontrar felicidad en el despido de un entrenador, sobre todo con el equipo en la situación actual. No puedo culpar a nadie que piense eso. Sin embargo, cuando el equipo de tu vida te hace sufrir más de lo que te hace disfrutar, uno no tiene más remedio que conformarse con perder de vista a uno de los personajes más infaustos que hemos tenido la desgracia de aguantar como representante del Pucela.
Nunca debió haberse sentado en un banquillo que ya le quedaba grande antes de llegar y que ahora llora de alegría por no tener que soportarle más. Supongo que seguirá pensando que ha hecho un buen trabajo y que buscará culpables que sólo existen en su imaginación en lugar de mirar hacia sí mismo. Como el estudiante que pasa horas delante de los libros, pero deja los exámenes en blanco, pone faltas de ortografía en sus apellidos y suspende todas las asignaturas porque, en realidad, ha estado jugando al FIFA y dice que los profesores le tienen manía. Además, el uruguayo se permite dar lecciones que luego no cumple, como por ejemplo, decir, tras la humillación histórica recibida contra el Atlético de Madrid (segunda peor derrota del Real Valladolid en Primera como local) que es momento de dar la cara cuando sólo una semana antes se escondió como un cobarde tras ser expulsado en el descanso del espantoso ridículo en Getafe. Resumiendo, el peor entrenador de la historia del Pucela. Y no es una opinión, que también, son datos reales de cantidad y porcentaje de puntos y victorias.
Quién iba a decir que mantener a un entrenador que ya te había descendido y que ha generado el peor clima de crispación que se recuerda en el estadio era una mala idea. Diría que tanta paz lleve como descanso deja, pero lo que deja es un equipo roto y descompuesto en el peor momento de su historia a estas alturas de competición en la máxima categoría. La guillotina ha hecho rodar su primera cabeza. Desde Domingo Catoira hacia arriba hasta llegar a Ronaldo, que pidan turno y pasen ordenadamente.
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