Errores no forzados, forzados en el Real Valladolid

No estoy comparando deportes, ojo. Tomo prestado un concepto asociado habitualmente a un deporte para entender mejor uno de los incontables problemas que tiene el Pucela esta temporada. Y es que, entre barreras que se abren, pases a la espalda que nuestra defensa observa en butaca vip con palomitas y gafas 3D, balones muertos dentro del área que a nadie le apetece despejar, asistencias perfectas a los que visten diferente o el complejo de Messi regateando siendo último defensor (variedad no falta, desde luego), ya hay más errores que jornadas disputadas. Fallos que cuestan goles y puntos, que servimos al rival en bandeja de plata, con lacito y manual de instrucciones. A esta situación no se llega por casualidad. Que el primer fichaje del mercado fuera un central, de un nivel que asusta al miedo, que está jugando en el centro del campo incluso después de haber malvendido al mejor en esa posición y de que otros dos compañeros de zaga estén lesionados no es un error no forzado. Que haya que recurrir a un canterano con el que no se contaba en Segunda no es un error no forzado. Que un panadero de dieciocho años de Sierra Leona, de un nivel todavía cuestionable, que apareció de repente sea nuestro mejor central, tampoco es un error no forzado.

Jornada nueve y ya estamos en coma esperando a que nos desconecten. Desespera ver como, otra vez, se deja pasar el tiempo confiando en que todo cambie sin cambiar nada. Octubre y ya con paso firme a un nuevo descenso que no será un error y sí será forzado.