Que el Real Valladolid no atraviesa su mejor momento es algo en lo que todo aficionado pucelano mínimamente objetivo estará de acuerdo. En este siglo reina la inestabilidad a nivel deportivo y económico y el caos en la gestión del club. Desde que llegó Ronaldo ... la situación se ha agudizado y en este nuevo parón liguero nos lo han vuelto a demostrar.
Este año, el Trofeo Ciudad de Valladolid cumplía cincuenta ediciones: medio siglo de historia, más de la mitad de la edad del propio club, y que a la cúpula directiva parece importarle lo mismo que tener un lateral izquierdo en la plantilla. No será el torneo más prestigioso, pero es patrimonio del club y de la ciudad que le pone nombre y merece un mínimo respeto, sobre todo en una fecha tan señalada. No quiero decir que tengan que jugarlo el Barça o el Madrid, el Manchester United (al que seguimos esperando tras el traspaso de Ricardo López al equipo de Old Trafford en agosto de 2002) o los Chicago Bulls de Michael Jordan. Es todo mucho más simple y sencillo: una fecha decente, un rival a la altura y un mínimo envoltorio que demuestre cierto interés por la institución.
Aprovechando que la pretemporada se hace en Valladolid, más allá de jugar algunos amistosos fuera, y que no se disputan tantos partidos como antaño, incluir el Ciudad de Valladolid antes del inicio de Liga, como se ha hecho casi siempre, habría sido más fácil que nunca. Mucho más que encajarlo en medio de la temporada y esconderlo tras la clandestinidad de los parones de selecciones. Por otro lado, el rival elegido, el AVS Futebol portugués es un club fundado hace poco más de un año que entró directamente en la segunda división adquiriendo los derechos deportivos del UD Vilafranquense y su plaza en la categoría. Un movimiento que ya generó polémica en el país vecino por priorizar lo económico a lo deportivo. Un equipo sin historia, exponente del fútbol negocio y sin ningún atractivo futbolístico. Que hubiera algo más de tres mil personas en Zorrilla ya me parece un milagro.
Una nueva demostración de la falta de interés de una propiedad alejada y desconectada del día a día y que ni siquiera se molesta en disimular la apatía que les produce un juguete del que se cansaron hace mucho tiempo. El centenario se acerca y cada vez me da más miedo.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.