Toda la temporada pasada soñando con volver a Primera, y en sólo cuatro jornadas ya estoy dando gracias por un fin de semana sin fútbol en la máxima categoría. Normalmente, el parón por selecciones, habitual a estas alturas de competición, me resulta bastante molesto; sin ... embargo, esta vez es justo lo contrario. Sobre esta pausa hay dos lecturas posibles: por un lado, parar justo después de un resultado tan escandaloso puede hacer daño a nivel anímico al tener más tiempo para revivirlo. Por otro lado, mejor descansar para hacer un reseteo ahora que todavía hay margen.
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Sea como sea, lo que hay que hacer obligatoriamente es un balance de la situación: primero, cuatro puntos sobre doce posibles, habiéndonos quitado de encima a Madrid y Barça, y sabiendo que la victoria ante el Leganés habría sido importantísima, no está tan mal. Segundo, hay que relativizar la gravedad de la goleada. Soy el primero que se enfureció con un resultado que nos marca para siempre, pero es solo la cuarta jornada y eso se debe tener en cuenta. Una derrota así duele para siempre, es cierto, pero no tiene por qué afectar al resto de la temporada si sabemos situarla en el contexto de la competición. Tercero, asentar la base y la idea del equipo ya con la plantilla cerrada. Con estos jugadores hay que trabajar y este parón viene de maravilla para que Pezzolano pueda hacerlo, por fin, con el equipo tal y como es. Cuarto, prepararse para lo que viene: aprender de los errores, corregirlos y centrarse en el siguiente rival sin mirar atrás. Como decía antes, la goleada duele, pero de nada sirve anclarse en ella. Quinto, afrontar lo que nos espera con confianza y energía. La temporada acaba de empezar y no podemos permitirnos que nos fallen las fuerzas tan pronto ni nos abrumen las dudas. La clave del éxito está en la exigencia y en la confianza. No podemos empezar a enterrarnos nosotros mismos.
Podríamos ver este inicio de campeonato como la vuelta al cole: una primera toma de contacto breve para asimilar que el curso ha empezado, un parón (benditas selecciones) para aprovechar los últimos días antes de retomar la rutina y, finalmente, el regreso definitivo a la realidad. El Real Valladolid, después de un verano de travesuras y gamberradas, tiene ahora la oportunidad de ser, por fin, un estudiante aplicado. Todavía está a tiempo.
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