
Adiós, viejo pascuero
José Miguel ortega
Viernes, 15 de enero 2021, 18:42
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José Miguel ortega
Viernes, 15 de enero 2021, 18:42
Con ningún otro entrenador del Valladolid he tenido la amistad y confianza que con Vicente Cantatore. Más allá de nuestra relación profesional, siempre existió entre ... nosotros un grado de complicidad que ahora, con la triste noticia de su fallecimiento, se me hace más cercano y entrañable.
Un día, hablando de cómo se celebraban la navidades en Chile, Vicente me habló de un personaje, al estilo de Papá Noel, que allí conocen como el Viejo Pascuero, y me hizo tanta gracia que desde entonces empecé a llamarle a él así, siempre con el cariño y respeto que me ha merecido su persona y su trabajo.
Vicente Cantatore firmó por el Real Valladolid en la temporada 1985-86, pero ya llevaba unos meses viviendo de incógnito para conocer mejor el equipo que iba a heredar de Fernando Redondo, flamante campeón de la Copa de la Liga. Esta es una historia que conocí años después, porque me la contó Ramón Martínez, entonces secretario técnico de la entidad blanquivioleta que presidía Gonzalo Alonso de Paz.
Ramón mantenía contactos con Oswaldo Zubeldía, técnico de moda por haber hecho campeón a Nacional de Medellín, y cuando parecía decidido a aceptar la oferta blanquivioleta, falleció de forma súbita, dejando al Valladolid en una situación que el secretario técnico trató de solventar hablando con Bilardo, aunque éste finalmente fue nombrado seleccionador argentino y dejó abierta la puerta a la contratación del mejor entrenador que ha tenido el Valladolid en toda su historia.
El representante de «Pato» Yáñez, Carlos Poblete, enterado de aquellas gestiones, le habló a Ramón Martínez de un técnico de origen argentino que había hecho campeón de la Liga chilena al Cobreloa, un equipo modesto ante el potencial de Colo-Colo y Universidad Católica: Vicente Cantatore.
Se establecieron los primeros contactos y, antes de cerrar un acuerdo, el técnico pidió venir a Valladolid para conocer la ciudad y especialmente para valorar a la plantilla aunque, de mutuo acuerdo con el club, estuvo tres meses de incógnito, viviendo en el Hotel Olid y presenciando los partidos en la grada, como un espectador más.
Ya en el banquillo, Cantatore no solo fue un gran técnico que aportó nuevas ideas, sino un excepcional sicólogo y motivador para que sus jugadores rindieran al máximo nivel, incluso los jóvenes de la cantera que dieron con él el salto al primer equipo. Cuando Manolo Hierro habló al club de que tenía un hermano en el Vélez Málaga que quería hacer una prueba con el Valladolid, a Vicente le bastaron 30 minutos de un partido de entrenamiento entre el Promesas y el primer equipo para calibrar las inmensas posibilidades de aquel chaval larguirucho que respondía al nombre de Fernando Hierro, y que unos días después debutaba en primera división en un partido contra el Español.
Cantatore fue feliz en el Valladolid porque era consciente del cariño que le tenía la afición y la gratitud de la inmensa mayoría de sus jugadores, aunque también pasó por el mal trago de su insólita destitución en un programa de radio por parte del entonces presidente, Marcos Fernández Fermoselle, hijo del hombre que le había recuperado para su tercera etapa como entrenador blanquivioleta.
Marcos Fernández Fernández, el presidente que había firmado a Benitez como entrenador de un equipo que en principio iba a jugar en segunda y que finalmente lo hizo en primera, cuando la famosa ampliación a 22 participantes en la máxima categoría, me pidió que llamara a Cantatore, que entonces estaba en Viña del Mar, y que le convenciera para sacar al equipo de la situación delicada que ocupaba al término de la primera vuelta de la Liga.
Cantatore me preguntó por la plantilla y cuando le dije que lo mejor que tenía el equipo era el portero, puso el grito en el cielo ya que el Valladolid era el equipo más goleado del campeonato. El portero era César y cuando por fin se decidió a fichar, acabó dándome la razón, pues en la segunda vuelta fue una de las claves para que los blanquivioletas protagonizaran una formidable remontada.
El haber llevado al equipo a su segunda final de Copa y convertirlo en el 'EuroValladolid' que disputó la Recopa Europea, parecen razones más que suficientes como para considerarlo el mejor entrenador del conjunto vallisoletano en toda su historia, pero por encima de sus éxitos y de la gran cantidad de jugadores a los que colocó en órbita, el mayor tesoro de Vicente Cantatore durante su trabajo en Zorrilla ha sido el cariño y la admiración de los aficionados que hoy lloran su pérdida, entre los cuales me encuentro.
Adiós, Vicente, amigo, adiós Viejo Pascuero…
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