La pretemporada es un casting, un concurso en el que los meritorios futbolistas buscan el colchón de confianza que les acredite como titulares durante el resto del camino, mientras el jurado, el cuerpo técnico y los aficionados, rellenan su libreta con virtudes y debilidades, con ... favoritos y aspirantes que pelean por un estatus en el vestuario de Sergio. Y en este escenario de pruebas y juicios, el Real Valladolid progresa lento pero seguro. P.A., progresa adecuadamente que nos dirían a los de la EGB. El técnico mantiene su discurso, pero también busca diferentes evoluciones de su dibujo que le sirvan para encontrar la certera solución a las ecuaciones que se le van a presentar cuando las balas ya no sean de fogueo.
La exigencia del fútbol actual provoca que en muchas ocasiones se pierda la perspectiva de lo que realmente representa la pretemporada. Que le pregunten al Madrid y sus siete puñaladas. La desmedida competencia hace que cualquier envite adquiera la categoría de órdago en un duelo sin puntos en juego, cuando la clave, únicamente, reside en acumular energía y digerir conceptos para despejar la X con soltura.
Los tres primeros partidos de pretemporada muestran una línea continuista en el Real Valladolid. Sergio es un técnico que replica la fórmula que le da buen resultado y continúa con el plan establecido, mientras intenta que los fichajes acoplen sus cualidades en beneficio del grupo. Por encima del bloque, que siempre marca la pauta para el técnico catalán, hay algunos nombres que van despuntando en el aula blanquivioleta, algunos nuevos y otros con pedigrí. Por primera vez en años, la vanguardia tiene buena pinta con la incorporación de Sandro y las ganas de Guardiola y Ünal. Con Plaza seguimos en tinieblas. En los costados, De Frutos aporta filo a la ya conocida velocidad de Hervías, Toni o Waldo. Buenas vibraciones, pero es pretemporada.
La zona del césped en la que el cuadro castellano aparece semidesnudo es donde se cuecen las ideas. Míchel representa el único argumento sólido para generar el último pase y es un riesgo que el curso pasado estuvo a punto de cincelar el suspenso blanquivioleta. Aguado y San Emeterio apuntan en la buena dirección, pero tienen un perfil menos creativo. Seguro que Miguel Ángel Gómez sigue rastreando el mercado.
En la retaguardia, la buena noticia es la irrupción de Barba. En el plano de la especulación, la llegada de Javi Sánchez siembra incertidumbre a la continuidad de Calero. El canterano madridista es el segundo inquilino del AVE Madrid-Valladolid, pero el club no debería conformarse. Está claro que el Pucela no puede llegar a futbolistas con cartel como Mariano o Vinícius, pero Ronaldo debería pelear por la incipiente calidad de perfiles como Kubo o Rodrygo. Sin ser estrellas, son los que realmente permitirían al Pucela dar un salto de calidad, como ya hizo en el pasado con promesas como Víctor, Fernando o García Calvo, entre otros, que exprimieron sus virtudes gracias a los minutos en blanco y violeta.
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