Acompañar al Pucela para llenar el corazón
Sentimiento ·
Desde hace cinco años, desde que se quedó viudo, Antonio no se pierde un partido del Pucela, juegue en Zorrilla o donde seaSecciones
Servicios
Destacamos
Sentimiento ·
Desde hace cinco años, desde que se quedó viudo, Antonio no se pierde un partido del Pucela, juegue en Zorrilla o donde seaHay heridas que por mucho que cicatricen siguen doliendo. Pérdida de seres queridos que dejan vacío el corazón. El proceso de duelo es doloroso, pero siempre hay una cura. Hay personas que encuentran su felicidad curando heridas. Antonio Garrido es una de ellas. Su mujer, Domi, murió a los 65 años a causa de un cáncer de ovarios en 2016. Cuando se hizo la ecografía, el cáncer se había extendido hasta el hígado y a los seis meses de conocer el resultado falleció. A raíz de la muerte de su esposa, Antonio se refugió en el Real Valladolid y desde hace cinco años viaja acompañando al club de sus amores cuando disputa sus partidos fuera. Fue el bálsamo para curar tempestades pasadas. No hay viaje que se le resista a Antonio, quien a sus 69 años ha recorrido toda la península llevando los colores blanquivioletas. «Para ir a Las Palmas tuve que coger un avión desde Madrid en agosto y aproveché para quedarme unos días. A Almería fui en tren. Cuando voy de viaje me gusta conocer la ciudad. En Málaga me hice una foto con la estatua de Chiquito de la Calzada con la bufanda del Pucela. En Tenerife estuve en el hotel hablando con Sergio León y Anuar», recuerda orgulloso sobre alguno de sus muchos desplazamientos.
Tampoco se ha resistido a los partidos de Copa del Rey. «El único viaje que he hecho en coche ha sido con Chus y Baraja de Radio Marca a Marchamalo. Fue un viaje estupendo. He viajado en autobús, avión y en tren. En barco aún no, me dicen que cuando ascienda el Real Valladolid me suben al barco del Pisuerga».
De los veinte partidos de Liga que el Real Valladolid ha disputado fuera, Antonio solo se ha perdido dos. No pudo viajar a Leganés y Alcorcón. «Tenía las entradas para ir a Alcorcón, con el viaje ya pagado, pero tuve bronquitis y no pude ir».
En septiembre Antonio y Domi cumplirían 44 años de casados. Para él, el fútbol es su salvación, su terapia. Su corazón se llena en cada viaje. «Haces muchas amistades. A raíz de la muerte de mi mujer, mis hijos me han animado. Viajar me ha dado la vida. Todos los jugadores me conocen, Pacheta me saluda», comenta mientras esboza una sonrisa. El Atlético de Madrid también ha formado parte de su vida. «Hice la mili en Getafe e iba a ver los partidos del Atleti, pero primero el Pucela, por supuesto», revela.
A lo largo de estos cinco años, Antonio, que es miembro de la Federación de Peñas, ha visto decenas de estadios, pero sin duda Sán Mamés y el Reale Arena, feudos del Athletic Club y Real Sociedad, fueron los que más le impactaron. A su lista de recuerdos imborrables se ha añadido el desplazamiento a Eibar. «Es el sitio que más me ha gustado. Fue maravilloso, no solo por ganar sino por el ambiente y su gente. Fui con mi hijo Sergio, mi hija Virginia y mi yerno. No paramos de animar». En su memoria guarda cientos de anécdotas, una de ellas ocurrió en la temporada 2019-20. «Coincidí con el Real Valladolid en el mismo hotel en Vitoria y pedí a Guardiola que me hiciera una foto con Sandro».
La fidelidad de Antonio por el Real Valladolid es tan pura como el amor que tenía hacia su mujer. No faltará al que espera que sea el último desplazamiento de la temporada. Ibiza será su próximo destino. «He soñado que vamos a subir a Primera División allí. Me dicen los jóvenes que si ganamos y subimos, me llevan de fiesta a Pacha», comenta entre risas al mismo tiempo que revela que, si le gusta el nuevo escudo del Real Valladolid, se lo tatuará su hijo.
La vida de Antonio no se entiende sin la presencia del Real Valladolid. Con solo 15 años era uno de los ocho recogepelotas que se encontraban en cada partido en el Viejo José Zorrilla, pero antes hizo sus travesuras para no perderse ni un solo partido de su equipo. «Con once o doce años mis amigos y yo nos colábamos al estadio por una zona que estaba cerca del río». En 1970, Antonio, con 18 años, se hizo socio del Real Valladolid que por aquel entonces recibía el nombre de Europa Delicias. La pasión futbolera le viene de sangre. El segundo de sus cuatro hermanos y uno de sus sobrinos jugaron en la primera plantilla. «Mi madre era muy forofa. Iba a Los Anexos, era la primera en animar».
Hace 24 años, Antonio vivió un periodo convulso cuando le detectaron la enfermedad de Wilson, un trastorno hereditario que provoca que el organismo no pueda eliminar el cobre adicional. «Mis manos empezaron a temblar, pensaron que era Parkinson y estuve dos meses ingresado. Durante ese periodo no me hice socio».
La pandemia le privó continuar con su capítulo de viajes, pero lo que está claro es que Antonio seguirá al Real Valladolid durante muchos años. Su libreta de anécdotas tiene páginas en blanco que están por escribirse. Desea que en esas páginas figuren sus aventuras en estadios de Primera División la próxima temporada.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.