EDUARDO MONGIL
Jueves, 24 de febrero 2022, 14:31
Aunque tenga un nombre complejo, la espondilitis anquilosante es una enfermedad de lo más común, que afecta de manera directa en el día a día de las personas que la sufren y también en el de sus familiares. Esta dolencia crónica produce inflamación, especialmente entre los discos lumbares de las vértebras, aunque puede extenderse por toda la espina dorsal, con lo que provoca mucha incapacidad. Si se tiene en cuenta que la edad habitual de detección ronda los 30 años, se puede deducir que no es nada fácil convivir con dicha patología.
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La Asociación de Familiares y Afectados de Espondilitis Anquilosante (AFAEA) ayuda en ese trayecto a las personas afectadas y a sus allegados desde el año 2016, en Burgos capital y provincia, y cuenta ya con 110 socios, de los cuales 65 son pacientes. La AFAEA ofrece tratamiento psicológico, ejercicio físico, fisioterapeutas o nutricionistas a sus asociados, todos ellos especializados en este tipo de problemas, con el objetivo de reducir los costes de las sesiones.
Para ello cuentan con la ayuda de Fundación La Caixa y del Ayuntamiento de Burgos. «Nos gusta trabajar en grupos pequeños, de unas seis personas, para poder adaptarnos a las características de cada paciente, con entrenadores personales. Estas sesiones las podemos ofrecer a 10 euros, aunque tenemos un trabajador social que detecta si alguien no puede costearlo, para así ayudarle», explica Antonio Morete, presidente de la AFAEA.
Morete comenta que la pandemia ha afectado al ánimo de los pacientes para realizar algunas actividades, especialmente el gimnasio, ya que el tratamiento de la enfermedad se lleva a cabo mediante inmunosupresores. «Estamos más expuestos por ese motivo, y costó mucho arrancar también la fisioterapia, a pesar de las mascarillas y de todas las medidas de seguridad», añade Morete, que indica que los tratamientos no solo se limitan a los pacientes: «Hay gente que necesita a alguien para vestirse, y esa persona que ayuda puede tener un problema de espalda, por ejemplo, por lo que puede acceder a fisioterapia».
En la asociación hay personas desde los 20 años, aunque la media se sitúa entre los 40 y 50 años, una edad en la que parece que la gente se conciencia más del apoyo que puede suponer una asociación ante un problema colectivo como es una enfermedad.
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