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La RAE define la palabra tabú como la «prohibición de tocar, mencionar o hacer algo por motivos religiosos, supersticiosos o sociales». En uno de los que a veces caemos como sociedad o como individuos es el las relaciones sexuales, una circunstancia que afecta a la educación que le debe rodear. Por múltiples motivos, entre ellos, la igualdad entre la mujer y el hombre y la prevención de la violencia de género, conceptos en pos de los que trabaja, de manera conjunta con la Concejalía de Educación, Infancia, Juventud e Igualdad del Ayuntamiento de Valladolid con la asociación Dialogasex a través de talleres de educación sexual que se llevan a cabo en los dos Espacios Jóvenes de la ciudad.
«La educación sexual es uno de los derechos sexuales enmarcados en los Derechos Humanos y, por lo tanto, entendemos que debe ser un derecho cubierto de una manera pública y gratuita por parte de las entidades e instituciones públicas y debe ser accesible a todo el mundo», considera Lara Herrero, sexóloga, socióloga e integrante de Dialogasex, que lleva tiempo colaborando con el Consistorio con otras acciones por la educación sexual y la igualdad como, entre otras, con 'Voces de mujer'. En opinión de Herrero, «no hablar de ello convierte el sexo en tabú», de la misma forma que «se sigue asociando la educación sexual solamente con la prevención de riesgos». No es el caso de sus talleres, en los que, además de estos, se habla de sexo en positivo, enfocando lo malo a través de la importancia del conocimiento, por ejemplo, de quién les atrae, de su propio cuerpo, de su modelo relacional...
«Además, intentamos trabajar con el objetivo de construir relaciones sanas e igualitarias entre sexos, haciendo que sus relaciones sean satisfactorias y que estén gobernadas por el deseo, el consenso y el consentimiento, alejadas de mitos que siguen existiendo y que se continúan reproduciendo». No en vano, la sexualidad está tradicionalmente «muy marcada por roles de género pocos flexibles, que convierten al hombre en el responsable del placer erótico de las mujeres y a estas en meros objetos», algo que se puede perpetuar mediante el muro de la vergüenza y del tabú por derribar, abriendo la puerta a un primer acercamiento al sexo que ya existe: la pornografía.
Lara Herrero percibe en sus talleres, tanto en los que imparte de la mano del Consistorio como en el resto de los que ofrece en centros formativos o en la asesoría que presta Dialogasex cómo algunos jóvenes parten de esa base, «sabiendo cuatro prácticas eróticas, pero sin tener no cómo relacionarse de manera saludable».
«Cuando hacemos lluvia de ideas sobre sexualidad, recitan categorías propias de la pornografía o prácticas de ellas. Tienen que aprender a diferenciar entre realidad y ficción, y saber que no tienen habilidades eróticas suficientes, experiencia y conocimiento como para basarse en eso, y más cuando representa un deseo sexual que es compatible con violaciones» y, por lo tanto, con violencia de género.
Estas charlas están dirigidas a jóvenes de 14 a 30 años, aunque la temática variada afecta a veces más a unas edades que a otras. En los adolescentes no es extraño escuchar una risa o que alguien se ruborice. Desde el equipo de Dialogasex se parte de la normalización con los participantes o con sus familias, en caso de relacionarse con ellas, y lo que terminan obteniendo es un silencio de atención.
«Para trabajar algunas cuestiones estudiamos la fisiología, de conocer nuestro cuerpo, porque para prevenir enfermedades, por ejemplo, es necesario conocer nuestros genitales», considera la sexóloga. En suma, las dos horas de duración de cada uno de los talleres –que se desarrollan de 19:00 a 21:00 horas los lunes en el Espacio Norte y los jueves en el Espacio Sur– puede parecer anecdótico sin repetición a lo largo del año, aunque hay quien asiste a varios en función de su interés en la temática, algo a lo que la asociación le suma su servicio de asesoría mediante teléfono, correo electrónico y mensajería.
«No es lo mismo un contenido para jóvenes de 16 años que para alguien de 27 o 30. Hay veces que, por la temática, viene más gente de un grupo de edad, como un taller sobre menstruación al que vino un grupo de chicas más jovencitas o uno de pornografía al que vino más gente de edad diversa. En cualquiera de los casos, la edad no es tan importante como la educación sexual, que da herramientas para la prevención; por ejemplo, para saber decir que no a mantener relaciones», insiste Lara Herrero.
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