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M. LORENCI.
Viernes, 31 de agosto 2007, 03:21
Aristócrata, Grande de España, políglota y elegante, seductor implacable, actor, escritor y periodista, monárquico crítico, biógrafo autorizado del Rey Juan Carlos y personaje indiscutible de la 'jet set', habitual del papel cuché durante decenios, la vida de José Luis de Vilallonga, que se apagó definitivamente ayer jueves a los 87 años, ha sido tan intensa como legendaria y controvertida. Deja una treintena de libros, muchas polémicas y una fugaz aparición en decenas de películas.
Hacía varios años que su salud estaba definitivamente quebrada, pero Vilallonga había encontrado refugio al lado de su ex esposa Silyane, su segunda mujer, de la que se había alejado tras una tormentosa separación. Ella fue quién, a pesar de los desencuentros, le acogió y le cuidó durante sus últimos meses de vida en la casa de Andraix, en Mallorca, donde había rehecho su vida y en la que Vilallonga halló refugio, calor y un lugar donde postrarse.
Allí, confortado por la piedad de su ex pareja y el marido de ésta, Jorge Bascones, ha fallecido exhausto y arruinado el que fuera el 'playboy latino'. El Rey Juan Carlos se apresuró ayer a expresar su pesar por la muerte del polifacético personaje.
José Luis de Vilallonga había nacido en Madrid el 9 de enero del 1920, en el seno de la aristocrática familia de origen catalán conformada por el barón de Segur y marqués de Castelbell -de quien heredaría el título- y la hija del marqués de Portago, que fuera alcalde de Madrid. Pudo morir en la infancia pero la suerte quiso que superara una grave enfermedad que le tuvo postrado casi dos años en una clínica.
Rebelde desde la adolescencia, expulsado de todos los colegios a los que asistió, se negó a seguir el camino que le marcaba su padre, un catalán que había hecho carrera militar en la España de Alfonso XIII. Tampoco quiso entrar en la carrera diplomática, que retomaría años más tarde. Prefirió de adolescente las letras y los viajes, pero antes tuvo que superar el tráfago de la Guerra Civil, que le pilló como bachiller en Francia. Regresó a España y se alistó en el bando nacional, en el que llegaría a ser integrante de un batallón de fusilamiento.
De regreso a Barcelona, al final de la contienda, a principios de los años cuarenta, comenzó a colaborar en publicaciones como 'Destino', 'Diario de Barcelona' o el 'Noticiero Universal'. Pronto se sentiría atrapado en la gris España de la posguerra y buscaría -tras retomar los estudios diplomáticos- nuevos horizontes en los más cosmopolitas ambientes de Londres, París, Buenos Aires o Roma.
Diletante de casi todo, magníficamente conectado en los ambientes más selectos y aristocráticos de Europa y América, tan pronto se dedicaba a la cría de caballos en Argentina como se las apañaba para convertirse en actor y ponerse a las órdenes de los mejores directores de cine.
Cambios políticos
En política, su evolución fue atípica y veleta, y desde el monarquismo genético, que le definió en su juventud, coqueteó con el falangismo, para simpatizar luego con el comunismo y autoproclamarse antifranquista. Se afilió al partido socialista en los ochenta, dos días después de la intentona golpista de Tejero en el Congreso de los Diputados. Abandonaría esta formación una década más tarde con cajas destempladas y criticando con dureza los escándalos y corruptelas de la era socialista.
En los cincuenta inició su carrera de escritor que arrancaría con el discreto éxito de 'Las ramblas terminan en el mar', publicada en el 1954. En su desigual carrera de narrador, dramaturgo, memorialista y biógrafo, publicaría una treintena de títulos, entre ellos 'Allegro bárbaro' 'Solo' o 'La nostalgia es un error'.
Vilallonga no tenía pelos en la lengua y menos en la pluma y repartió estopa en los cientos de artículos que firmó en las más diversas publicaciones. Se las tuvo que ver con la todopoderosa familia Thyssen, después de que Tita Cervera le encargara la redacción de una biografía sobre el barón Hans Heinrich von Thyssen que nunca concluiría, a pesar de grabar conversaciones con el aristócrata alemán durante más de seis meses. Tita Cervera lo tildó de mentiroso y le acusó de cobrar una millonada por escribir un puñado de cuartillas y de beneficiarse de la rescisión contractual.
Su publicación más exitosa y polémica aparecería en los primeros años de los noventa, una biografía sobre el Rey Juan Carlos que el propio Monarca autorizó. Don Juan Carlos le recibió en Mallorca y le permitió grabar una treintena de horas que se- rían la base del libro.
A mediados de los 90 publicaba su libro de memorias 'Encuentros y encontronazos' en el que repasó sus relaciones con destacadas figuras de la vida cultural, social política de la Europa del siglo XX.
Casado en tres ocasiones y padre de dos hijos nacidos de su primer matrimonio, John y Carmen, adoptó luego al hijo de su segunda esposa, Fabrizio Pastos, con el que no se hablaba desde hace tiempo. Ha pasado los últimos años luchando contra un galopante deterioro desde que a mediados de los ochenta se le detectara un tumor de garganta.
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