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ELOY DE LA PISA
Jueves, 17 de mayo 2007, 14:14
Cuando Carlos Suárez, a la sazón presidente del Real Valladolid Sociedad Anónima Deportiva, comenzó a darle vueltas en la cabeza a un plan para sacar de la ruina económica al club no era muy consciente de la polémica y la controversia que iba a levantar en la ciudad. Su idea de convertir los aledaños al José Zorrilla en un centro comercial sustentado por un polideportivo multiuso era muy novedosa para Valladolid. Tanto que a pesar de lograr unir a los dos principales partidos políticos ha provocado un profundo malestar en las asociaciones de comerciantes y hosteleros, las críticas de los urbanistas, el aplauso de los vecinos del barrio y el apoyo de los clubes de élite de la ciudad con la sola excepción de los de rugby.
Pero, ¿cuál es el problema? ¿Por qué una instalación de este tipo genera filias y fobias tan acusadas? La respuesta es compleja, pero puede resumirse en una palabra: negocio. Comerciantes y hosteleros consideran que el mercado está saturado, que el sector servicios no pasa en Valladolid por sus mejores momentos, que ya hay bastantes tiendas y bastantes bares y que el planteamiento que se ha hecho afecta muy negativamente a ambos sectores. No debe olvidarse que el Arena, en sí mismo, ya prevé que se instalen 23 restaurantes y zonas de comida rápida con capacidad para 4.200 comensales. Y que el centro que rodearía al Arena estaría íntegramente dedicado al comercio y a la hostelería, con una superficie de 30.000 metros cuadrados.
Es la gran paradoja de todo el proyecto impulsado por el Real Valladolid a través de su Fundación, tal como exigieron PP y PSOE para evitar cualquier tentación de especulación: nadie parece estar en contra del Arena en sí mismo; lo que no se termina de ver claro es el centro comercial anejo. Y no debe olvidarse que esta última superficie, para el que ya han sido recalificados los terrenos sobre los que se asentaría, es la clave del saneamiento del club. Los propietarios del equipo calculan que la venta de los espacios comerciales supondría recaudar tanto dinero como deuda tiene la entidad, 37 millones de euros. Y es lo que a ellos realmente les interesa.Tanto que nunca se han cortado en afirmar que el club, ahora mismo, no está en venta, pero que si lo estuviera en el precio final habría que incluir el dinero que esperan conseguir con el centro comercial. Lo que sí está claro es que sin centro comercial no habrá Arena. Ambos son complementarios e inviables sin compañía.
El Arena, por lo tanto, se convierte en el imán que debe atraer al público hacia la zona con su amplia oferta de espectáculos deportivos y culturales. Y como no costará dinero por cuanto los promotores y los socios locales que encuentren son los que aportarán los 50 millones de euros en que se ha fijado su construcción, para los rectores blanquivioletas, PP y PSOE, la operación es de manual y perfectamente asumible. En resumen, que para los partidarios se crea una infraestructura de primer orden sin coste alguno y que en el futuro incluso puede revertir en la ciudad; y para los detractores, se construye un centro comercial al amparo del Arena que no va a funcionar.
Lo cierto es que hay un factor, el de la población, que nunca emerge con claridad en el argumentario de los proclives, y que siempre aparece como determinante en lo negativo entre la batería de los contrarios, que apoyan la falta de público con el fracaso de espacios como el Parquesol Plaza o el Equinoccio Park. Mandoble que los partidarios suelen intentar parar con la llegada del AVE o con el factor de atracción hacia los vecinos de otras provincias vecinas.
Dice Fernando Pérez, presidente de los hosteleros de la provincia, que nunca se ha creído esos gráficos en los que se ve como afecta un proyecto a la población de las zonas colindantes. No se basan en apreciaciones científicas, son más ejercicios de voluntarismo adecuados para justificar las necesidades de lo que se quiere construir o promover.
Concentración
Otro aspecto que se cuestiona del proyecto, lo hace Manuel Saravia, profesor de Urbanismo de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Valladolid, es la ubicación. En su opinión colocar un centro comercial al lado de Carrefour, cerca de Equinoccio, del estadio Zorrilla, del auditorio Miguel Delibes, de las Cortes de Castilla y León, del Recinto Ferial, es una barbaridad. «Qué pretenden: ¿llevar allí todo? Esa concentración es descabellada, desde cualquier punto de vista que se refiera a la funcionalidad urbana», señala Saravia en un artículo publicado el 4 de mayo de este año en EL NORTE. La respuesta a la cuestión varía. Desde el Ayuntamiento se sostiene que así se cierra el desarrollo urbano de la ciudad por el oeste, y además se forma un rincón deportivo-cultural con accesos cómodos y con amplias zonas de aparcamiento. Ciertamente, entre Carrefour, el auditorio y las plazas que prevé el proyecto del Arena y el centro comercial anejo, las plazas para los coches superan las siete mil.
A quien tiene dividido el proyecto, en cambio, es a la Asociación de Vecinos de Parquesol. Su presidenta, Manuela Corral, reconoce sin ambages que no tienen una postura adoptada al respecto, que hay muchos que piensan que es bueno y otros que no ven con buenos ojos que se dedique suelo público a solucionar problemas de una entidad privada. Sí admiten que el proyecto es bueno para el barrio, por cuanto lo arropa definitivamente y junto al Auditorio y las Cortes contribuye a integrar mucho a una zona de la ciudad tan tradicionalmente aislada del resto de la urbe.
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