«Sigue habiendo productores que quieren acostarse con la actriz»

«No terminé Publicidad. No me saqué el carné de conducir. No estudié en ninguna escuela de cine. Cuando mi vida iba inexorablemente hacia el desastre absoluto, escribí un guión que me compraron». A David Serrano (Madrid, 1975) le gustan las historias de perdedores -«los del Atleti hacemos películas así»-, pero su guión para 'El otro lado de la cama' le alumbró como el cineasta más taquillero del cine español.

Guionista de 'Los dos lados de la cama' y del musical de Mecano 'Hoy no me puedo levantar', debutó como director con 'Días de fútbol' y reincide tras la cámara con 'Días de cine'. Esta comedia ambientada en 1977 cuenta los esfuerzos de un realizador antifranquista (Alberto San Juan) por rodar un filme de denuncia social que acabará convertido en un musical casposo con folclóricas de capa caída, marcianos y desnudos gratuitos. «Paco Rabal decía que tras la muerte de Franco creía que vendría el neorrealismo, como en Italia después de la guerra», apunta Serrano. «Pero vino el destape».

-¿Cómo era la España de los 70?

-Un país gris que vivía un momento complicado. Los que habían detentado el poder de repente se presentaban como adalides de la democracia; otros intentaban cambiar las cosas con más optimismo que lucidez. La Transición se nos ha vendido como un gran éxito, pero casi nadie salió contento. Todos cedieron un poco y acabaron perdiendo para que todos sintieran que habían ganado.

-Una España muy politizada: en el lenguaje cotidiano, las lecturas

-Casi todo el mundo estaba involucrado en la política, hoy sería impensable, lo que no sé si es bueno o malo. Era una España triste y pobre, llena de restricciones.

-Pero se hacían más películas y había un cine en cada esquina.

-Se iba al cine como acto social, y eso se ha perdido. Y se hacían muchísimos bodrios.

-Como ahora.

-Se siguen rodando más películas de las que nuestro mercado puede absorber. Pero creo que el cine español está bastante por encima en calidad de otras cinematografías europeas y, por supuesto, de la americana.

-De aquellos años solo han quedado las películas de grandes autores. ¿Ha encontrado valores en el cine del destape?

-Es un cine que tiene valor porque refleja cómo éramos y somos. Evidentemente, no he encontrado un John Ford o un Alfred Hitchcock.

-¿Algún título memorable?

-Por malo, ¿no? En los setenta hay cosas espeluznantes: 'Con las bragas en la mano', 'Fóllame que no te veo', 'La masajista vocacional' Fue una época muy complicada para hacer cine serio, porque había una obsesión en el espectador por ver tetas. Muchas películas sin desnudos se quedaron en el cajón. Otras se estrenaban en dos salas años después. Todo lo que aparece en 'Días de cine' es verdad, por disparatado que parezca.

-¿Qué fuentes ha utilizado?

-Biografías de Paul Naschy, Jess Franco, León Klimowsky De ahí hemos sacado los equipos técnicos compuestos por gente muy variopinta, el censor que se dejaba sobornar, el figurante que ponía dinero a cambio de que le dieran un papel protagonista ¿Sabías que los hermanos Calatrava tenían un esclavo negro, Rafael, que habían comprado por 7.000 pesetas en Guinea?

-Se ríe de la censura.

-Dibujamos a los censores como unos seres ridículos y absurdos. Me han dicho que he perdido una gran oportunidad de hacer una crítica real a la censura. Pero si es poca crítica que un censor se venda por un reloj o sueñe con ser Luis Mariano

-¿Hoy es más sibilina la censura? Ya no aparece el censor en el plató a medir la longitud de las faldas

-En el 77 tampoco ocurría eso; no se daba el permiso de exhibición y punto. Hay quien dice que ahora la censura viene de las televisiones. Si una empresa privada pone dinero apostará por vehículos comerciales para recuperarlo. A mí nadie me ha censurado jamás.

Una panda de vagos

-¿Ha vivido las miserias de las que habla 'Días de cine'?

-Sigue habiendo productores que quieren acostarse con la actriz. Sé lo que es sentirse solo como director, manejar egos ajenos; 'Días de fútbol' fue un rodaje lleno de problemas. Yo he rodado un corto en Arganda, y como teníamos pistolas vino la Guardia Civil y nos encañonó porque pensaban que éramos el Comando Madrid. También estuve en otro corto que se suspendió el primer día de rodaje porque empezaron a discutir sobre cómo se iban a repartir los premios. Nunca se rodó.

-Siempre ha tenido el favor de la taquilla.

-Lo primero que hice fue 'El otro lado de la cama', y, claro, cuando lo primero da dinero lo demás resulta fácil. Pero creo que ya está bien de que los cineastas estemos siempre quejándonos. Hemos conseguido que los españoles nos odien y piensen que nos pagan ellos las películas, cuando las subvenciones solo cubren el 17%. No conozco la subvención anual del Teatro Real, pero se debe acercar mucho a todo lo que se gasta el Estado en cinematografía. Parece que somos una panda de vagos, y sin subvenciones no habría cine ni se daría de comer a muchos trabajadores que no tienen un ático en la Castellana. En gran parte ha sido culpa nuestra, basta de discursos victimistas.

-¿Cuál es la fórmula para llegar al público?

-Buscar el éxito es la muerte. Nadie sabe qué quiere ver el público. No hay fórmulas, si no las habrían encontrado los americanos. Y ellos son los que se dan las hostias más grandes.

-No está nada mal para un autodidacta.

-No he ido a escuelas de cine porque un amigo tuvo una mala experiencia. Los que dan clases no son los mejores profesionales, y no creo que el arte tenga que ver con la teoría. Honestamente, no hay muy buenas escuelas de cine aquí.

-Siguen formando una piña: Alberto San Juan, Willy Toledo

-Hay un cierto rollo de que somos amigos, y no es verdad. Nos hemos conocido trabajando. No estamos tocados por la vanidad y el ego: Fernando Tejero será el actor más popular del momento, y no tiene inconveniente en hacer un papelito en mi película. Nos interesa trabajar y compartimos puntos comunes respecto a la vida.

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