JAVIER PRIETO
Jueves, 13 de noviembre 2014, 18:42
Hace tan solo unas décadas, el horizonte en Barruelo de Santullán era mucho mucho más oscuro que el carbón. De hecho, era tan negro que muy pocos se atrevían a decir que podía haber luz al final del túnel. El cierre de unas minas que fueron pioneras en España y que durante más de 100 años marcaron el ritmo de la vida en uno de los valles más prósperos de la provincia de Palencia llevó a la emigración forzosa de decenas de familias. Las máquinas se detuvieron y el silencio se adueñó de la cuenca del Rubagón. El aire frío de la montaña comenzó a silbar a la entrada de los túneles abandonados, mientras los edificios de las explotaciones mineras quedaron plantados en el paisaje como decorados de una película futurista. O de fantasmas.
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El caso es que, entre las pocas vías de futuro para una comarca que durante tanto tiempo lo apostó todo a buscarse la vida bajo tierra, las únicas con algún viso de salir adelante son las relacionadas con el turismo, con la capacidad de despertar el interés suficiente como para echar un viaje a la zona, alquilar una casa de turismo rural y sumergirse en un entorno natural que, además, es envidiable. Y ahí, Barruelo de Santullán y los valles de alrededor pueden tener, de nuevo, una baraja ganadora.
Porque una forma de dar la vuelta al desastre que supuso el cierre de las explotaciones mineras es convertirlo, para el visitante, en un viaje al corazón del carbón. Barruelo y algunos pueblos del entorno, como Vallejo de Orbó, tienen todavía recursos a mano para convertir un fin de semana en una lección sobre la formación de la Tierra y la extracción del carbón difícil de olvidar. Y, además, altamente recomendable. Aquí van algunas pistas.
1. El Centro de Interpretación de la Minería
Es uno de los recursos turísticos e interpretativos pioneros de la provincia y recibe miles de visitantes cada año interesados en conocer qué significó el carbón para Barruelo o, por ejemplo, cómo funciona una mina de carbón. Desde luego, es el primer paso que hay que dar en este viaje minero.
El centro es un conjunto museográfico dividido en dos partes: por un lado, el centro de interpretación y, por otro, la reproducción visitable de una mina de carbón. El centro está divido en tres plantas, con multitud de recursos interpretativos, muchos botones para tocar y algún experimento que hacer. Lo bueno es que un recorrido más o menos detallado por las tres plantas y sus nueve salas permite salir con una idea bastante precisa de por qué existe el carbón, cómo se forma o por qué es tan complicado sacarlo afuera. Unas estupendas maquetas en el piso superior desvelan cómo es al menos para un profano el misterioso interior de una mina, por dónde se entra, por dónde se sale, cómo se carga un vagón o a cuánta profundidad hay que bajar. Y resultan fundamentales para comprender el terreno que se pisa cuando el visitante baje a «las profundidades» de la mina reproducida a las afueras de Barruelo.
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El recorrido no olvida tampoco el elemento clave en toda esta historia, el minero, y, así, se escuchan testimonios de quienes trabajaron en ellas, cómo eran sus vidas, sus creencias, su economía, sus celebraciones. A través de fotos y documentos se repasa la historia de la propia localidad, desde sus momentos de mayor esplendor económico hasta la llegada de los primeros cierres y, años después, los definitivos. Un repaso que tiene como brillante colofón la posibilidad de ver Barruelo desde las alturas a través del mirador del centro, instalado en las antiguas escuelas de la localidad.
La segunda parte de la visita el plato fuerte, en realidad discurre directamente en el interior de las galerías, que reproducen con gran fidelidad una explotación minera de las habituales en Barruelo. Son 45 minutos que discurren como un suspiro, aderezados por las explicaciones de los guías y el asombro que producen cosas cómo, por ejemplo, descubrir el mareo que dan las rampas en las que se pica el carbón o lo que pesa un auténtico martillo neumático. INFORMACIÓN. Web: www.turismobarruelo.com. Tel: 979 60 72 94.
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2. Vallejo de Orbó
A cuatro kilómetros de Barruelo de Santullán se localiza la colonia minera creada en 1909 por el II Marqués de Comillas expresamente para que vivieran en ella los trabajadores del Pozo Rafael. El éxito de las explotaciones mineras en aquel momento atrajo una importante densidad de población, llegada de las cuencas mineras asturianas y leonesas, que necesitaba alojamiento. Los industriales al cargo apostaban entonces por hacer que los trabajadores vivieran al pie de la explotación. Se aseguraban así de que se cumplieran los turnos establecidos sin contratiempos y controlaban, también, sus tiempos y tipos de ocio y descanso. Tanto es así que en Vallejo de Orbó aún perdura, maltrecho y a punto de sucumbir, el primer cine que existió en la provincia, el Ideal, antes incluso de que la capital contara con uno.
Que las explotaciones de Vallejo de Orbó fueron pioneras en su momento lo demuestra el hecho de contar en el entorno del Pozo Rafael con un hito de la minería: el único canal subterráneo navegable en España y de los pocos de Europa, que servía para la ventilación, extracción de agua y transporte de carbón en chalanas a lo largo de 2 kilómetros bajo la colonia minera de Vallejo. Ahí es nada.
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Según apuntan desde la asociación ARPI, que está trabajando en la recuperación del patrimonio industrial de la zona, a finales de noviembre Vallejo de Orbó contará con la señalización que permita recorrer la localidad en un paseo interpretativo por sus calles y llegar hasta la ubicación del Pozo Rafael y la bocamina San Ignacio.
3. La Senda de la Pedrosa
Existen varias opciones senderistas de interés en la zona. Una de las que se tienen más a mano en una visita a Barruelo es la Senda de la Pedrosa, estupenda oportunidad para entrar en contacto con el entorno natural del valle. Discurre junto a la orilla del Rubagón, entre las localidades de Barruelo de Santullán y Brañosera, por entre el robledal que da nombre a la senda. Tiene unos tres kilómetros y puede realizarse en una hora. Además, tiene como remate la visita a Brañosera, pueblo de montaña que tiene a gala conservar la Carta Puebla más antigua de España, lo que, en la práctica, le convierte en el primer Ayuntamiento del que hay noticia. El punto de partida se encuentra en el área recreativa La Pedrosa campo de fútbol, piscinas y barbacoas, bie indicada en la carretera de salida de Barruelo de Santullán hacia Brañosera.
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4. La Senda Ursi
Ursicino Martínez, además de minero en las minas de Barruelo en su momento, fue un conocido escultor de la madera de estas montañas. Natural de Villabellaco, a él está dedicado el sendero señalizado de 13 kilómetros de longitud que lleva su nombre. Puede hacerse en unas tres horas y media y está perfectamente balizado con señalización de pequeño recorrido marcas blancas y amarillas. Resulta recomendable arrancarlo y finalizarlo en Villabellaco. Discurre por senderos de media montaña y pistas forestales, puede realizarse con niños y cuenta con el aliciente de ir disfrutando de las 30 obras artísticas que artistas amigos suyos han colocado a lo largo del itinerario.
Otra cosa que hacer en Villabellaco es visitar la Casa Museo Taller de Herminio Revilla, un espacio en el que este escultor ha reunido desde tallas de animales en madera hasta maquetas de energía del agua o el aire pasando por diversos montajes electromecánicos. INFORMACIÓN. Tel: 679 391 110 - 649 159 678. Web: www.museohr.com.
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