Dar un paseo por Valladolid da para mucho. Además, puede hacerse a través de distintos puntos de vista y dividirlo en diferentes épocas. Si ya hemos visto otros recorridos donde la mitología era la protagonista, o las infraestructuras realizadas por personajes como el Conde ... Ansúrez, esta vez los vallisoletanos son los protagonistas. Al menos los burgueses, y cómo su actividad en la ciudad todavía pervive en la actualidad.
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El Valladolid burgués se remonta hasta el siglo XIX, cuando esta era la clase dominante de la ciudad. Uno de los lugares es el Mercado del Val, el más antiguo que se mantiene en pie en la urbe. Edificado en hierro, se comenzó a construir en 1882 a instancias de Miguel Íscar, alcalde de Valladolid y quien también mandó construir los mercados del Campillo y el de Portugalete, que ya no se mantienen en pie. El del Campillo está inspirado en Les Halles de París y es obra del arquitecto Joaquín Ruiz Sierra. Es probable que aquí comprarán los burgueses de Valladolid, pero antes había otro lugar para hacer la compra.
Es la Plaza Mayor, anteriormente conocida como la del mercado y que también es reflejo del auge urbanístico que vivió la ciudad en el siglo XIX. Durante esta época se convirtió en el centro económico, social y cultural de Valladolid. Desde ese momento también es la Plaza Mayor más antigua de España. Una parada obligatoria en cualquier paseo, imprescindible también desde un punto de vista burgués. Además, como toda ciudad que se preciara durante la época, Valladolid se llenó de estatuas. Entre ellas la que preside este emplazamiento. La del Conde Ansúrez.
Este monumento se realizó en el año 1903 y es obra de Aurelio Rodríguez-Vicente Carretero, quien también realizó el monumento a José Zorrilla en la plaza del mismo nombre. El del Conde Ansúrez, conocido como el repoblador de Valladolid, le presenta con el pendón de Castilla en una mano mientras que con la otra sujeta el documento de fundación de la ciudad.
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Seguimos nuestro camino por la calle Santiago. Esta vía fue y es una de las predilectas para pasear por la ciudad, donde se localizaban los mejores comercios de Valladolid. De esta artería cabe destacar el edificio de la Unión y el Fénix, de estilo modernista y que se puede encontrar en otras ciudades de España, como Córdoba o Madrid. En la capital española se ubicaban en al conocido edificio de Metropolis y que da entrada a la Gran Vía. De hecho, Valladolid estuvo a punto de tener su propia gran vía, pero el proyecto se deshecho. Si seguimos por la calle Santiago llegamos a la plaza de Zorrilla, donde además de la citada estatua nos damos de bruces con la casa Mantilla. Llegamos al lugar donde viviían los burgueses de Valladolid.
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Este inmueble, ubicado en la esquina de la acera de Recoletos y Miguel Íscar -alcalde durante el periodo burgués de la ciudad- fue mandada edificadar por Fidel Recio Mantilla en 1891. En su momento fue equipada con todo tipo de lujos y, de hecho, fue el primer edificio de Valladolid con ascensor hidráulico. Incluso llegó a ser el más alto con sus cuatro pisos.
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Es en la acera de Recoletos donde encontramos el grueso del Valladolid burgués, especialmente en sus casas. Hablamos por ejemplo de la casa Resines, que forma parte de un conjunto de viviendas proyectadas por Julio Saracíbar, quien también levantó la casa Mantilla. Esta otra casa burguesa, que destaca por su color amarillo y las cariátides y atlantes que sujetan el edificio encima del portal, tiene una fachada de inspiración renacentista con influencias americanas.
Sin movernos mucho, también debemos hablar de la casa del Príncipe, realizada por Jerónimo Arroyo. A simple vista, este edificio destaca por guardar ciertas similitudes con el estilo de Gaudí. A destacar, el arquitecto tiene influencias de la escuela modernista catalana, cuyo máximo exponente precisamente es el artífice de la Sagrada Familia. Para terminar, los pies nos llevan hasta el Campo Grande, el parque principal de Valladolid e impulsado por Miguel Íscar. Otro de los lugares clave de la visita. Además, si la narrativa acompaña, la estación del Campo Grande es otro de los enclaves a tener en cuenta en este paseo burgués. Ahora sí, pasajeros al tren y hasta la próxima visita.
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