Localidad de Vañes y embalse de Requejada..

Curvas, montañas y embalses

La Ruta de los Pantanos, un clásico entre los itinerarios turísticos de la Montaña Palentina

javier prieto

Miércoles, 22 de abril 2015, 09:57

A la conocida como Ruta de los Pantanos se le llama así porque en 63 kilómetros pespuntea hasta cuatro embalses y un puñado de hermosos pueblos montañeses con asiento en la vertiente meridional de la Montaña Palentina. Pero con el mismo ingenio también podría haberse llamado la Ruta de los Gigantes, dado que esos 63 kilómetros discurren a los mismos pies de las montañas más altas de esta zona de la cordillera: Espigüete (2.450 m.), Peña del Tejo (1.986 m.), Pico Murcia (2.341 m.), Curavacas (2.520 m.) o Peña Carazo (2.012 m.), por mencionar unos pocos.

Publicidad

Así las cosas, no es de extrañar que este itinerario, que une las localidades de Velilla del Río Carrión, Cervera de Pisuerga y Vañes, sea una de las propuestas más veteranas en el repertorio de la promoción institucional. Y un clásico del que tirar en cualquier momento si lo que se quiere es gozar de un fin de semana de paisajes grandiosos, pueblos pequeños y un reguero interminable de paradas para disfrutar, como se merece, de ambas cosas.

De los dos extremos de la ruta, Velilla del Río Carrión puede ejercer, en este caso, como punto de partida. La localidad encierra varios puntos de interés en los que merece la pena echar pie a tierra. El más llamativo es el de su Fuente de la Reana. De origen romano, se lee como un tarot: su caudal intermitente, que hace que las aguas broten o se sequen por periodos impredecibles, ha sido desde antiguo interpretado como presagio de buenas o malas venturas, corriendo a través de los siglos la creencia de malos augurios para «quien visitándolas por vez primera, se las encontrara sin agua».

En el callejeo por la parte vieja del pueblo asoma alguno de los escudos nobiliarios de las familias que se asentaron aquí en el pasado. En especial, destaca el caserón conocido como casa del Tío Mateón, palacio de estilo barroco. También los restos de su viejo puente medieval. En uno de sus extremos queda el Centro de Interpretación de la Trucha (web: centrotruchavelilla.com, abre de jueves a domingo, tel. 979 86 15 20), dedicado a divulgar aspectos de la fauna piscícola del Carrión, a la que se consigue espiar desde él mediante las cámaras subacuáticas que tienen instaladas en su lecho.

Desde Velilla, el viaje hacia Cervera se encarrila por la P-210 que se toma pasando por la calle y plaza Mayor. Apenas tres kilómetros más adelante, antes de pasar el puente sobre el Carrión, merece la pena tomar el desvío hacia Valcobero, un pueblo que quedó deshabitado en los años 70 del pasado siglo pero que poco a poco ha vuelto a la vida como salido de un coma. Además de unas buenas vistas del embalse de Compuerto y la cadena montañosa que lo alimenta, el desvío recompensa con algunas muestras de la arquitectura propia de la Montaña Palentina. Su construcción más famosa es la casa conocida como La Benina, único ejemplo de vivienda con cubierta de techumbre vegetal, hecha de cuelmo de centeno al estilo de las pallozas celtas, que existe en toda la provincia y que ha conseguido pervivir gracias a una reciente restauración. Con más de 250 años de historia, esta vivienda, que conserva una distribución y soluciones arquitectónicas propias de la zona, es todo un icono de la etnografía montañesa palentina.

Publicidad

Entre dos aguas

De regreso a la P-210, el menú de curvas, permanente a lo largo de todo el viaje, lleva, en primer lugar, a coronar la presa del embalse de Compuerto. La obra de este embalsamiento se dilató a lo largo de diez años hasta finalizar en 1960. Tras el muro de la presa puede llegar a retener 95 millones de metros cúbicos. Desde el mirador, merece la pena prestar atención a las laderas de Peña Mayor. Sobre ellas se asienta el valioso pinar de Velilla, único vestigio, junto al pinar de Lillo, de los pinares autóctonos de pino silvestre que poblaron en otro tiempo la Cordillera Cantábrica. Una interesante senda, que arranca en la colonia Ciudad del Brezo, recorre parte de su interior.

Un poco más adelante, Otero de Guardo contempla a media ladera las aguas que anegaron muchos de sus mejores pastos. Camporredondo de Alba quedó sitiado entre dos aguas, las del embalse de Compuerto, en cuya cola se mira, y las del embalse de su mismo nombre, que le acogotan desde el otro lado del muro que preside la vida de la población, como un macizo telón de fondo, desde que fuera inaugurado por el mismísimo rey Alfonso XIII en el año 1930. Es el más antiguo de la cuenca del Carrión y uno de los más veteranos de la provincia.

Publicidad

De camino hacia Cardaño de Abajo, si el día es apacible y el cielo luce ese azul intenso de los cielos de montaña, las aguas de este embalse mostrarán la mejor imagen de la ruta: la del inconmensurable Espigüete reflejándose sobre ellas como en un gigantesco espejo. Apenas un kilómetro más allá de Cardaño, en Puente Agudín tiene lugar cada tercer domingo de julio, desde 1972, la concurrida Fiesta de la Montaña Palentina. Un encuentro multitudinario que gira en torno al folclore y una gastronomía popular que recupera el hacer de los pastores montañeses. En especial, el de su caldereta o guiso de pastor preparado con carne de borra o cordero.

Rutas clásicas

Del puente parte la carreterilla que lleva hasta el apartado Cardaño de Arriba. Entre este punto y el pueblo se localiza el arranque de algunas de las rutas más clásicas de cuantas recorren la Montaña Palentina, como las subidas al Espigüete, a la cascada del arroyo Mazobre, al Pico Murcia, al Pozo Lomas o, haciendo frontera con Cantabria, a Peña Prieta.

Publicidad

De nuevo en la P-210, Alba de los Cardaños y su mirador se aparecen en la ruta como una parada imprescindible para, tras tanta curva, recomponer el paisaje recorrido y enderezar el cuerpo. Al alcanzar Triollo otra carreterilla permite adentrarse en las interioridades montañosas que ven nacer al Carrión. En coche se puede llegar hasta Vidrieros, punto de partida clásico de las ascensiones al Curavacas (2.520 m.), techo de la Montaña Palentina, que exige un buen dominio de las técnicas de montaña. Para todos los públicos es el recorrido a pie de unos pocos kilómetros por el valle de Pineda, siguiendo desde esta localidad los regates de un Carrión prácticamente recién nacido. Llegar hasta el lago de Fuentes Carrionas, en las nacientes del río y sobre las laderas de Curavacas, es, de nuevo, una excursión mucho más exigente que requiere de, al menos, dos días.

Desde Triollo, otra vez en la P-210, el viaje continúa enlazando poblaciones: La Lastra, Santibáñez de Resoba, San Martín de Herreros, Rebanal de las Llantas o Ventanilla, ya a la cola de otro de los embalses a curiosear: el que se alza junto a la población de Ruesga, de quien toma el nombre. Este, el más antiguo de los vistos, fue rematado en 1923 con el único objetivo de servir como reserva de agua para el Canal de Castilla.

Publicidad

Cervera de Pisuerga es el centro turístico y de servicios de esta zona de la montaña. Sus varias casonas y escudos nobiliarios hablan de un pasado linajudo; la arquitectura de su calle y plaza porticada, de una forma sabia de poner la actividad comercial al abrigo de los duros inviernos montañeses. Antes de dirigirse hacia el último de los embalses, el de Requejada, en la puerta de La Pernía, en Cervera hay que hacer un montón de cosas: visitar el Museo Etnográfico Piedad Isla (tel. 979 87 07 59), degustar el típico hojaldre de los Socorritos, acercarse hasta el templo de Santa María del Castillo o escudriñar lo mucho que aún ofrece el hermoso espacio natural por el que discurre este viaje visitando la Casa del Parque (tel. 979 870 688).

Y no está todo dicho: quien desee estirar el periplo añadiendo más agua y embalses al viaje tiene bien a mano el de Aguilar de Campoo, terminado en 1963. Ahora sí.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad