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MARÍA AURORA VILORIA
Lunes, 19 de junio 2006, 02:00
A pesar de que en la página web de Órganos Allen figuran las imágenes del de la Catedral de Valladolid, lo cierto es que aún no se ha cerrado una operación de compra que se inició hace tres años, aunque ahora parece que está más cercana que nunca. Sin embargo, junto a los partidarios decididos -que les hay- de gastar 120.000 euros en la adquisición de un instrumento de tubos digitalizados, están quienes opinan que ese dinero debería emplearse en atender otras necesidades de las muchas que tiene el templo. O, mejor todavía, en la restauración del órgano histórico, el de mayor tamaño de toda la provincia vallisoletana.
La operación, sin embargo, todavía no está cerrada y el Cabildo estudiará en su próxima reunión un completo informe sobre las ventajas e inconvenientes del instrumento, «que en ningún caso sustituirá al histórico, si no que acompañará al coro en los actos religiosos», explica el organista, Teófilo Olmedo, partidario de dejar las cosas como están y de emplear esa cantidad en resolver otros problemas de un edificio que en alguna ocasión no muy lejana ha tenido hasta goteras.
La verdad es que a pesar de la publicidad de Allen, que afirma que un órgano de tubos digitalizados no necesita ni afinación ni mantenimiento, también sufre, como cualquier otra máquina de estas características, el inevitable desgaste en un periodo de tiempo calculado en unos diez años. Igualmente se dice que la consola es completamente móvil, lo que no significa que no ocupe un espacio, que aún es mayor al añadirle los imprescindibles altavoces.
Además, este instrumento, que se colocaría en el presbiterio de la Catedral de Valladolid, no permite, según los expertos, ofrecer conciertos con calidad, como afirmaba en una entrevista Lucía Riaño, presidenta de la Asociación Manuel Marín de Amigos del Órgano, cuando estrenó el suyo la iglesia de Cubillas de Santa Marta. «Es lamentable, ya que es una imitación y la única ventaja que tiene es que es más barato. No pasa de ser una emulación del órgano de tubos», insistía.
Historia
Estas afirmaciones contrastan sin duda con las de quienes opinan que reproduce con exactitud el sonido de tubos reales y con la publicidad, que anuncia la posibilidad de utilizar seis temperamentos diferentes para obras de diversas épocas.
También se dice que aparecen en catedrales, iglesias y auditorios del mundo. Y precisamente ahí puede estar la clave, porque estos órganos son seguramente excelentes para lugares en los que no existen otros o no hay sitio para el de tubos reales, como al parecer es el caso de Cubillas.
Pero el de la Catedral de Valladolid sí tiene una historia. Fue construido con los materiales de otros dos antiguos por Aquilino de Amezua. Unos años después, en 1928, se le añadieron nuevas piezas y un tercer teclado, cuando el arzobispo Remigio Gandásegui acometió la reforma de la catedral y suprimió el coro central. Además, según explica Olmedo, está en buen estado, ya que se revisa periódicamente.
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