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«No tengo prisa por publicar, mi vanidad está colmada»
«No tengo prisa por publicar, mi vanidad está colmada»
J. A. GONZÁLEZ SÁINZ PREMIO CASTILLA Y LEÓN DE LAS LETRAS

«No tengo prisa por publicar, mi vanidad está colmada»

El autor de 'Volver al mundo' confía en la recuperación de la novela como género tras un periodo demasiado largo de posmodernidadEl jurado debatió «apasionadamente» antes de concederle el galardón

ANGÉLICA TANARRO

Martes, 14 de marzo 2006, 01:00

Habrá que esperar aún un tiempo para leer una nueva novela de J. A. González Sáinz (Soria, 1956) porque es un autor que se toma las cosas con calma. No solo su obra. También los premios. La noticia de que había sido galardonado con el Premio Castilla y León de las Letras no interrumpió el trabajo matinal salvo por las llamadas que fue recibiendo desde Valladolid. «Agradezco mucho el galardón y el reconocimiento, pero el premio no interrumpe mi rutina. Cuando termine las cuatro páginas diarias de la traducción que estoy haciendo saldré a dar un paseo», afirmó el autor de 'Volver al mundo' desde su casa de Trieste, donde vive, tras residir unos veinte años en Venecia.

-Suele decir que la novela se ha dejado llevar por la superficialidad como consecuencia de un posmodernismo que dura demasiado. ¿Vislumbra síntomas de recuperación?

-Sería difícil que en los tiempos lentos de la novela hubiera ya esos síntomas. Es algo complejo. Lo que quiero decir es que desde los años cincuenta y sesenta en casi todos los órdenes artísticos detecto un desentendimiento de los grandes esfuerzos de comprensión y expresión del mundo. Se busca más el halago de los medios de comunicación y el triunfo fácil e inmediato que proporciona la sociedad de consumo. Es como si la ambición solo estuviera en las personas y no en las obras. Ahora bien, estoy seguro de que hay esfuerzos aislados por hacer nuevas catas en los misterios de la condición humana, pero no llegan a los medios.

-Con sus novelas 'El mundo exasperado' y 'Volver al mundo' ha llegado a una especie de nihilismo que, según sus propias palabras, necesitaría de una tercera que fuera un 'sí', una salida positiva. ¿Ha empezado a escribirla?

-(Risas) Bueno... Todo eso está en mi cabeza pero no hay nada real. Está claro que a veces hablo demasiado... El planteamiento está ahí y es un desafío que abordaré cuando me encuentre con fuerzas. Pero antes de ese 'sí' hay que recorrer un camino. Sería un sí nietzscheano. Un sí a la vida a pesar de los pesares. Intentaría construir un libro de efectiva alegría. Y ya se sabe que es más fácil escribir sobre la angustia y la tristeza... Y aquí hago un paréntesis: siempre me ha llamado la atención que algunos de los escritores que mejores páginas han escrito sobre la alegría tienen relación con Valladolid. Pienso en Jorge Guillén o en Jiménez Lozano y también en los más jóvenes, como Martín Garzo. Siempre me ha sorprendido este hecho.

Como el comer

-Usted predica con el ejemplo y se lo piensa mucho antes de dar algo a la imprenta. ¿Veremos pronto un nuevo título suyo?

-No. Yo escribo continuamente. El ordenador está lleno de cosas, también de alguna novela terminada, pero eso no quiere decir que vaya a publicar. Para hacerlo tengo que estar muy seguro o, al menos, tener alguna certeza de que hay una buena razón para hacerlo. No necesito publicar. Mi vanidad está colmada por ese lado. Sin embargo, no puedo vivir sin escribir. Pensar con palabras es para mí tan fundamental como comer. 'Volver al mundo' está ahí y quizá dentro de ocho años aparezca otra novela... ¿Quién sabe!

-¿Qué esta traduciendo ahora?

-Llevo un tiempo con los últimos libros de Claudio Magris, un autor al que admiro y que me interesa mucho. Ahora estoy traduciendo 'A ciegas' y supongo que saldrá antes del verano.

-Cuando se dedica tiempo a la traducción, con la estrecha relación que hay que establecer con la obra del autor traducido, ¿es difícil luego volver al propio tono para escribir?

-Para mí no lo es porque tampoco traduzco tanto. Solo lo hago con aquellos autores que me interesan y para mí es una escuela, un aprendizaje. Cuando traduces a un autor te obligas a interpretarle y eso significa entrar en su cocina. Así se aprende mucho.

-Dado su pesimismo en torno a la novela actual, ¿sus lecturas vuelven siempre a los clásicos o está al tanto de lo que se publica?

-No tengo todo el tiempo que quisiera para leer, pero leo todo lo que puedo y también de autores actuales. Pero no solo leo novelas. Creo que un novelista tiene que alimentarse de muchas otras cosas. Soy un lector empedernido de cosas tan dispares como Filosofía o Botánica, por citar dos materias que me apasionan. El mundo de la novela es el mundo de la vida y hay que leer de todo. También le dedico algún tiempo a la poesía.

-¿Piensa vivir mucho tiempo en Trieste?

-Una vez me preguntó un periodista por qué vivía en Venecía. Y le contesté que realmente no lo sabía. Ahora me pasa lo mismo. Trieste sigue siendo un lugar interesante para mí. Es fronterizo y tiene una historia reciente muy particular. Pienso que seguiré algún tiempo por aquí.

Sigue vinculado a la Universidad de Venecia como profesor. Piensa que la Universidad es, como la novela, un mundo en crisis, «otro ejemplo de esa crisis que, por decirlo así, atraviesa la sociedad occidental».

Más información

Canal de las Letras en

www.nortecastilla.es

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