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El pueblo de  los palomares
VALLADOLID

El pueblo de los palomares

Barcial de la Loma conserva un importante legado de arquitectura tradicional, con el barro como material básico

PILAR PÉREZ SALÁN

Sábado, 11 de febrero 2006, 01:00

Esta pequeña localidad, -situada como su nombre indica, sobre el alto de una loma-, se enmarca en un paisaje propiamente terracampino. El viajero que dirige sus pasos a Barcial recibe el sincero saludo de los palomares, que se extienden salpicados entre los campos y se alzan como símbolo de identidad del pueblo. Dispuestos a la entrada, se pueden apreciar de distintas formas: cuadrados, circulares y rectangulares.

Un arco solitario testimonia a duras penas la existencia de un templo ya desaparecido, San Miguel, en ruinas desde 1755, utilizado en un tiempo como camposanto. Del medievo, la villa aún conserva los restos de una antigua fortaleza, un torreón de forma cuadrangular, que formó parte de la muralla, posiblemente construida en poder de Gutiérrez González de Quijada, y del que se tiene constancia gráfica en un mapa del 1.510. Al parecer, dicho castillo estuvo bajo las órdenes de la Santa Justa en la Guerra de las Comunidades.

En el año 1.095, a la villa se la conocía como Barceale de Lomba y su historia ha estado ligada a la vecina localidad zamorana de Castroverde de Campos, beneficiándose del fuero que el rey leonés Alfonso IX concedió a esta última en el año 1197. El fuero lo componían una docena de aldeas que formaban el alfoz de Castroverde, lo que las brindaba seguridad y refugio en caso de guerra, gracias a la muralla de la que apenas quedan restos en ambos municipios. Juan I donó la villa a Gutiérrez González de Quijada, después pasó al poder del conde de Peñaflor; más tarde, junto con Villacid de Campos, fue propiedad del marqués de Alcañices y, posteriormente, del conde de Fuensaldaña.

Dominando el caserío y sobre una pequeña loma, se alza majestuosa la torre de la iglesia de San Pelayo -del XVI- que a lo largo de su existencia ha pasado por distintas vicisitudes, patentes en su arquitectura. Consta de una planta de salón y tres naves con cubierta de madera de tipo artesonado en la central, y de cañón con labores de yeso en las laterales. El retablo mayor es renacentista, de mediados del siglo XVI, y sobre el sagrario va una hornacina revestida de ornatos barrocos, donde recibe culto la imagen de San Pelayo, el santo titular. En los paños laterales, tres relieves aluden al martirio de San Pelayo y al traslado de las reliquias a Oviedo a hombros de varios monjes.

Barcial eclesiásticamente pertenecía al Arciprestazo de Castroverde de Campos, diócesis de León. Tal vez por esa razón, aún hoy existe una intensa relación con pueblos como Valderas, que siendo de la vecina provincia es a la localidad donde los niños y jóvenes del pueblo se desplazan diariamente para realizar sus estudios. En cuanto a personajes ilustres relacionados con la villa, hay que recordar al jesuita Padre Isla, autor de la obra 'Fray Gerundio de Campazas', que ofició unas misiones en 1.758. En esta localidad terracampina nació en el siglo XIX, un gran escritor místico, el Padre Jerónimo Seisdedos y Sanz.

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