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Los hermanos Caballero, Alberto y Laura, han hecho de la comedia coral su santo y seña. Es el género donde más y mejor brillan porque manejan el chiste y el ritmo, algo muy difícil que a ellos, aparentemente, les resulta fácil, vista la cantidad de ... trabajos exitosos que han puesto en marcha.
Tras una comunidad de vecinos y un pueblo, pasando por el bar de 'Machos Alfa', irremediablemente le tenía que llegar el turno a un tanatorio, el lugar donde más chascarrillos se cuentan por aquello de hacer llevadera una situación dolorosa. Y la oportunidad ha venido de la mano de Movistar Plus + con 'Muertos S.L.', donde Alberto Caballero, Daniel Deorador, Julián Sastre y Nando Abad le dan a la tecla y Laura Caballero dirige un cotarro formado por algunos sospechosos que ya empiezan a ser habituales dentro de las producciones de los Caballero, como Ascen López, Aitziber Garmendia, Adriana Torrebejano y Roque Ruiz, y dos clásicos, Diego Martín y Carlos Areces, bordando sus papeles.
'Muertos S.L.' gira alrededor de Dámaso Carrillo (Carlos Areces), un tipo gris que es la mano derecha de Gonzalo Torregrosa, dueño de la funeraria Torregrosa. Pero, tras su muerte, Dámaso ve cómo es su viuda, y no él, quien se hace cargo de la empresa ayudada por su yerno Chemi (Diego Martín), un 'entrepeneur' que cita a Steve Jobs como si fuera San Agustín. Ahí empieza un lío salpicado por dos subtramas, el intento de la competencia de comprar la funeraria y los acosos sexuales sufrido por las empleadas por parte de Torregrosa.
La serie, narrada con un tono casi documental, tiene una producción cuidada y un ritmo ágil. Pero el conjunto se queda descafeinado. El humor ya no es tan salvaje, ni tan descarnado, ni tan incorrecto (en los velatorios se oyen cosas mucho peores); faltan incomodidad y desmadre y sobra contención, y los personajes, a pesar del excelente trabajo de los actores, se quedan en poco más que un estereotipo, mientras que situaciones que tendrían que provocar una carcajada solo consiguen una sonrisa. Parece que, esta vez, los Caballero hubieran medido demasiado, como si hubieran temido cargar las tintas para llevarlo todo al extremo, o como si el propósito hubiera sido parir una comedia más sofisticada y menos vulgar para poder dirigirse hacia un tipo de público particular, el de Movistar Plus +. Desafortunadamente, el resultado final es que 'Muertos S.L.' calienta, pero no quema. Como el horno crematorio de Funeraria Torregrosa.
Contaba Juan Tallón que, hace unos años, pusieron un tanatorio en una localidad orensana debajo del piso de un nonagenario que vivía con sus dos hijos jubilados. Estos, que estaban en contra de la apertura del negocio, cada vez que se celebraba un funeral sacaban los altavoces a las ventanas y ponían a toda pastilla 'La raspita', una canción del repertorio de las orquestas gallegas, y la combinaban con 'María' o con la muy apropiada 'Livin' la vida loca' de Ricky Martin. Tras el segundo entierro, el tanatorio tuvo que cerrar porque el velorio se había convertido en una verbena de pueblo. La realidad siempre supera la ficción, sí, pero no tendría que hacerlo en el caso de 'Muertos S. L.'. Y menos si hablamos de los Caballero, los creadores que supieron traer la astracanada al siglo XXI.
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