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La lucha entre opuestos es un clásico del humor: el enfrentamiento entre sexos, clases sociales, caracteres o lugares provoca que el chiste surja por contraste. Y de eso hay mucho en '¡Martita!', la serie que protagoniza la cómica Martita de Graná en Atresplayer.
Martita llega ... a Barcelona en busca de nuevas oportunidades y alicientes. Se instala en el piso de una antigua amiga de Granada (Amparo, interpretada por Maru Candel), que le presenta a su pandilla y a su compañero de piso, Cesc (Roger Batalla). Martita, ilusionada, intenta encajar con la gente y con el ambiente de la ciudad, pero le resulta difícil desenvolverse entre tanto moderneo. Y aquí es donde aparece esa vieja lucha entre opuestos: lo provinciano frente a lo cosmopolita, lo auténtico frente al postureo, el jamón de Trévelez frente a la ensalada de tuétanos de crucíferas. Desde ese momento, comienzan los chistes sobre veganos, lenguaje inclusivo, anglicismos, 'hipsters' e 'influencers'.
¿Funciona ese humor en la serie? Sí, pero, probablemente, resulte más efectivo en un monólogo de la propia Martita. Porque Martita es graciosa, y mucho. Pero también es una mujer que ha saltado de las redes sociales a los escenarios, que tiene inseguridades, que teme que no haya público una noche, que se enfrenta a un proceso creativo en soledad. Y todos esos aspectos se abordan en la serie, pero quedan opacados por una especie de '8 apellidos granaínos' que pone más el acento en el choque cultural que en otras cuestiones que, a primera vista, podrían resultar menos graciosas, pero más interesantes y agudas. Tampoco ayuda la caricatura chusca de algunos personajes: es el caso del manager de Martita, interpretado por José Corbacho, o el Idoia (Marta Aguilar), que es más la jefa perversa de un grupo de animadoras de instituto que una influencer.
A pesar de ello, y por debajo de los chistes sobre las tapas de bravas deconstruidas y de los zulos que intentan hacer pasar por pisos carísimos en Gràcia, de lo que nos habla '¡Martita!' es de la necesidad de encajar en un ambiente distinto, de adaptarse. Pero también de cómo, a veces, esa necesidad nos puede hacer olvidar quién somos. Afortunadamente, Martita tiene la ayuda de su madre (Mariola Fuentes) para devolverle a la tierra. O a Graná, que más que una ciudad es un estado mental que se identifica con la autenticidad y con la aceptación de una misma.
'¡Martita!' también cuenta con un romance, el que surge entre el encantador Cesc y la protagonista. Y eso, junto con las dificultades de la preparación del estreno del espectáculo de Martita en Barcelona y desastres diversos, hace avanzar la acción rápidamente, de forma que la serie (seis capítulos de 20 minutos de duración) se ve con agrado y con una sonrisa en la boca.
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