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Compartieron más de seis décadas de sus vidas, toda una existencia, y hasta en la muerte siguieron juntos. Ni el coronavirus pudo separarlos. Tres horas le sobrevivió el uno a la otra, las que transcurrieron entre las 1:45 y 4:45 horas del pasado día 6, cuando los hijos de Purificación Aneas Fajardo recibieron primero la llamada del Hospital Río Carrión de Palencia para comunicarles la muerte de su madre, de 85 años, y después, con solo 180 minutos de diferencia, el indeseado aviso del fallecimiento de su padre, José Herrero de la Vega, de 91 años. A los dos se los llevó la covid en una semana de contagio, ambos con sus achaques pero con una salud respetable, así es el maldito virus. Casualidad o no, todos querríamos ese final cuando amamos como ellos se amaban y el recorrido ya andado. Un punto y final terrible para los que se quedan, sus cinco hijos, pero emotivo colofón para quienes anduvieron tanto de la mano.
Especiales coronavirus
«Mi madre estaba bien hasta hacía nada y mi padre, aunque tenía principio de alzheimer, no había entrado nunca en el hospital. Vivían los dos en su domicilio en la calle Santa María de la Cabeza, tenían una cuidadora. Acabábamos de arreglarles el portal, habíamos puesto una rampa y mi hermano estaba pintando. Fue él el que nos dijo que mi padre no estaba bien, que tenía la boca con llagas, así que le llevamos al hospital hace una semana, dio positivo y le ingresaron. Mi madre se quedó en casa, no quería ir, pero al día siguiente le llevamos al centro de salud de La Puebla a hacerse la prueba y dio también positivo, tuvimos que llevarla también al hospital y estaba con oxígeno, pero pensábamos que sí que iba a salir, no nos lo esperábamos. Lo de mi padre, sí, porque fue para atrás y nos habían dicho que no pasaba del fin de semana», señala Ana Isabel, una de los cinco hijos del matrimonio, que reside en la capital palentina al igual que otro de los hijos, José Raimundo. Los otros tres hijos de la pareja, Nuria, Silvia y Óscar Luis, viven en Madrid, Toledo y Perú, respectivamente.
«No te lo pasas a creer, estamos en 'shock', parece que hablas de otras personas, como que estás contando la historia de alguien», apunta Ana Isabel. «Fue terrible, no pasaron ni tres horas entre la muerte de uno y del otro. A mí me llamaron a las 1:45 horas para decirme lo de mi madre, me quedé impactada porque esperaba que fuera mi padre. Les dije que qué me estaban contando, que si no se habían equivocado. Y a las 4:45 horas le avisaron a mi hermano de lo de mi padre», subraya Ana Isabel, rota por la pérdida de sus padres en el mismo día, añadido a ese dolor «la pena de no verles y no poder despedirte. Tendremos que ir poco a poco asimilándolo, pero lo tengo muy dentro», añade la hija de José y Purificación, que recuerda cómo su madre, natural de Granada, llegó a Palencia «con 16-17 años, por motivo de trabajo de mi abuelo». «Aquí conoció a mi padre y se casaron teniendo ella 21 años», agrega Ana Isabel, que destaca como su madre fue siempre «guapísima».
«Mi madre era muy activa, muy alegre, todavía tenía un poco de acento andaluz. Era muy echada para adelante, le gustaba ser muy independiente, era la primera que iba para acá y para allá», hace hincapié Ana Isabel, que incide en cómo sus padres vivieron toda su vida en el mismo domicilio en la calle Santa María de la Cabeza, en un inmueble en el que eran los únicos moradores. Su madre era ama de casa, ocupándose de los cinco hijos del matrimonio, y su padre «estuvo toda la vida en Correos».
«Mi padre también ha sido muy independiente también. Hasta que se contagió de coronavirus salía por la mañana y por la tarde a darse un paseo y a tomarse el vinito. Con esto de la covid, mi madre le decía que no se fuera muy lejos. Mi padre fue siempre muy sociable y abierto, hablaba con todo el mundo, hasta con las columnas de la Calle Mayor. Mi madre era más reservada en la calle», agrega la hija de José y de Purificación, que habría cumplido 86 años el día 17. «Ambos han sido muy autónomos, no querían depender de nadie, pero tampoco querían irse a una residencia, querían vivir en su casa y por eso contratamos a una cuidadora, porque nosotros trabajamos y no podíamos cuidarles todo lo que quisiéramos», apostilla la hija del matrimonio, que recuerda cómo su padre era cofrade del Dulce Nombre de Jesús y de San Pedro Martín de Verona, involucrado desde siempre en esta tradición religiosa popular. «Fue hermano mayor de la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús hace muchos años, como mi abuelo. Siempre estaba con la cosa de la cofradía», asegura Ana Isabel, que destaca cómo su madre «donde iba mi padre, iba ella».
«Estuvieron más de 60 años juntos y se han marchado juntos. Mis padres han tenido una vida plena, aunque hayan tenido que luchar muchísimo, pero antes los matrimonios se conformaban con menos, se tiraban a la piscina con lo que tenían», comenta la hija de José y Purificación, que no se explica cómo, con la incidencia de casos que está habiendo en Palencia y el número de víctimas, la sociedad no cumple con todas las medidas de prevención.
«No puedo entenderlo, les da igual todo. Jóvenes hemos sido todos, pero antes te decían que a tal hora en casa, y allí estabas. O no te dejaban salir, y no salías. Están en su mundo y hasta que no les pase a ellos o a algún familiar, no lo van a ver», concluye.
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