Columna policromada con los escudos de Mendoza, con las vidrieras y el ágata, a la izquierda. Manuel Brágimo

Las restauraciones revelan nuevos tesoros

La lista es infinita, pero destacan un ágata de la ciudad romana o las pinturas del siglo XV con el escudo del obispo Mendoza sobre una columna

Martes, 1 de junio 2021, 07:51

Las distintas restauraciones que se vienen desarrollando en la Catedral consiguen un doble cometido. Por un lado, restaurar y volver a poner en valor las zonas o piezas que sufren más desperfectos, que están más castigadas por los años y que necesitan manos expertas para ... recuperar todo su esplendor. Y, por otro lado, descubrir nuevos tesoros. Pocas personas saben, por ejemplo, que Palencia tiene una pieza mineral de ágata romano y que descansa bajo el retablo en la Capilla del Sagrario. Esta piedra tan valiosa se descubrió en las obras de mejora que se llevaron a cabo para albergar las Edades del Hombre en 1999 en la seo palentina.

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«Esta es una pieza que habría que poner en valor. ¡Palencia tiene un ágata romano!», subraya, con emoción, José Luis Calvo, delegado diocesano de Patrimonio Cultural de Palencia, mientras la descubre, apartando una fina tela blanca, sobre los capiteles románicos, que se conservan de la catedral románica anterior. Una enorme pieza descansa bajo el retablo del Sagrario, brillante y suave. «Se conserva de la antigua ciudad romana porque posiblemente aquí hubo también un templo. Según los romanos, estas piedras tenían unas propiedades curativas», recalca.

En esas mismas obras de restauración, las que se hicieron para convertirse en el mejor escenario para la séptima edición de las Edades, 'Memorias y esplendores', aparecieron vidrieras góticas del siglo XVI, de las que, hasta el momento, no se conservaba ninguna, ya que todas las que actualmente acompañan y tiñen los rayos de sol que penetran en la planta palentina son del siglo XIX y XX. Estas, que se encontraban tapadas por un mortero colocado para evitar que los rayos del sol dañaran al órgano, se exponen en los vanos del claustro.

La capilla de la Inmaculada también escondía un tesoro bajo sus paredes, que vio la luz en la restauración del año 2017. Esta capilla, que en su origen se llamó la capilla de la Vera Cruz, estaba decorada con una pintura mural del siglo XVI, que fue tapada posteriormente y descubierta hace cuatro años. Consta de una cruz –que no está entera y que es atravesada por una cenefa barroca– vacía, con los símbolos de los evangelistas Marcos y Lucas. Le acompañan algunos símbolos de la pasión, como las cinco llagas, la escalera o los dados (de cuando se jugaba la túnica a los dados) y el tranpantojo en la parte de abajo. Hasta el momento, se desconoce si existen más pinturas detrás del resto de paredes blancas de la capilla, ya que aún no se han llevado a cabo más catas de las mismas.

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Escudos pintados en una columna y piezas románicas han aparecido en las últimas obras

En la última restauración, la de 2019, aparecieron también unas pinturas ocultas bajo la cal. Descansaban sobre una columna del exterior de la Capilla Mayor y por fin han vuelto a ver la luz. Se trata de unas pinturas de finales del siglo XV que representan el escudo del obispo Diego Hurtado de Mendoza y de un canónigo cuya identidad se desconoce. También, en esta última restauración se han encontrado varias piezas talladas en piedra de estilo románico, que son anteriores a la construcción de la catedral gótica actual y que pueden admirarse en la Sala Capitular de la seo.

«En una catedral como esta nunca se termina, siempre habría que estar trabajando en algo», señala José Luis Calvo, mientras atraviesa el segundo crucero y la admira de arriba a abajo. Tal vez por eso, porque no hay descanso ante una joya así, ya se esté preparando la siguiente intervención (que podría arrancar durante la celebración del séptimo centenario). «Queremos restaurar primero la eliminación de las humedades, salen por el suelo en algunas capillas», afirma señalando detrás de la capilla de la Inmaculada. «También tienen muchas humedades los tejados del ábside, de la girola, y hay que restaurarlos. Y arreglar las portadas. Además, se quieren hacer unas excavaciones arqueológicas, en alguna zona, porque debajo puede haber de todo», concluye.

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