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El grave accidente ocurrido en el vertedero de basuras de la localidad guipuzcoana de Zaldibar, un corrimiento de tierras que ha costado la vida a dos trabajadores y que se ha complicado en los últimos días con la propagación de varios incendios, ha llevado a ... todos los responsables de este tipo de infraestructuras medioambientales a revisar sus protocolos de actuación en caso de accidente, así como a extremar las labores de vigilancia y control sobre el estado de las instalaciones, dada la abundancia de lluvias durante los meses de diciembre y enero.
También en Palencia, que cuenta con una de estas grandes infraestructuras en el pago de Valdeseñor de la capital palentina y que presta servicio a toda la provincia, se han revisado esos protocolos de actuación y se ha comprobado que no existe ningún riesgo de que pueda ocurrir una tragedia como la sucedida en la localidad vasca, que además de haber costado la vida a dos trabajadores, cuyos cuerpos siguen sepultados bajo toneladas de basura, ha generado una grave contaminación ambiental, que afecta tanto a la calidad del aire como a los acuíferos de la zona.
Y aunque por precaución se hayan efectuado en los últimos días unos análisis más minuciosos de los habituales, no existe ningún motivo de alarma en las instalaciones de Palencia, puesto que son muy diferentes en su diseño a las que se encuentran en Zaldibar, y cuentan, además, con unas elevadas medidas de seguridad, así como un planificado modelo de trabajo diario.
En estos momentos, el Consorcio Provincial de Residuos, que gestiona la recogida selectiva de basuras en toda la provincia de Palencia, dispone de un único vertedero, que se encuentra ubicado en la capital. No se trata de una instalación semejante a las que durante décadas han venido funcionando en pueblos y ciudades por toda España, sino de un vaso para la recogida de rechazos, es decir los residuos que no pueden reciclarse y reutilizarse.
Hasta el año 2006, cuando comenzó a funcionar la recogida selectiva de residuos, todas las basuras, bien fueran materiales inertes, orgánicos, plásticos o latas, se arrojaban en los vertederos. El de mayor tamaño era el situado en Valdeseñor, que recibía los residuos de la capital y que estuvo en funcionamiento durante cerca de treinta años, hasta su clausura definitiva en abril de 2011.
A partir de ese momento, el viejo vertedero deja de recibir residuos urbanos, para entrar en servicio un nuevo vaso de rechazos, situado justamente debajo del antiguo, en la ladera de un pequeño valle, con lo que la orografía natural del terreno ayuda a su contención. Este vaso recibe al año alrededor de 50.000 toneladas de rechazos, es decir, residuos inertes, que, en principio, no son recuperables, y de los que se han eliminado también la mayor parte de los restos orgánicos. Se depositan de forma planificada a lo largo de determinados periodos de tiempo en zonas concretas del vertedero, con el fin de que las basuras de cada espacio temporal estén localizadas. Además, los trabajadores del centro de residuos se emplean continuamente en el compactado de esas basuras, para que no haya posibilidades de corrimientos del terreno y se aseguran también de que los residuos no salgan volando, como consecuencia del viento, y se diseminen por toda la zona.
En cuanto al antiguo vertedero, que dejó de prestar servicio en 2011, tampoco hay ya ningún riesgo de desprendimiento, a pesar de haber ido creciendo en altura durante treinta años hasta llegar a albergar un millón de metros cúbicos de basuras, puesto que las instalaciones fueron completamente selladas por la Junta de Castilla y León en octubre de 2016. Se destinaron 1,2 millones de euros para trabajos de desratización, movimientos y perfilados de los residuos, construcción de redes de captación de lixiviados en su perímetro, de captación y drenaje de aguas pluviales, de gases e impermeabilización del vertedero.
Por su parte, el actual vaso de rechazos no tendrá una vida útil tan larga como la tuvo el anterior vertedero. Diseñado inicialmente para una duración de diez años, previsiblemente, se alargará algunos más, aunque fuentes del Consorcio Provincial de Residuos estiman que los años de servicio que quedan no pueden ser más de tres o cuatro, con un máximo de cinco, en función de las condiciones que se establezcan en el próximo contrato de concesión de las instalaciones del Centro de Tratamiento de Residuos, que lleva aparejada la gestión del vaso de rechazos. En estos momentos, la licitación de esta concesión pública se encuentra ya registrada en la plataforma de contratación de la administración del Estado, por lo que la adjudicación de la nueva empresa concesionaria se espera para antes del verano.
En cuanto al vaso de rechazos, su historia ha estado durante sus primeros años marcada por la polémica, dado que cuando fueron construidas las instalaciones del Centro de Residuos, esta zona de depósitos no recibió la licencia ambiental, debido a que no estaba adecuadamente impermeabilizado y no cumplía con las especificaciones técnicas que requieren este tipo de instalaciones.
El Consorcio de Residuos tuvo que efectuar una sobras de reforma, que retrasaron su entrada en funcionamiento varios años con respecto al momento en el que sí entro en servicio el Centro de Tratamiento de Residuos del que forma parte. De hecho, en los primeros años, dado que no podía recibir basuras, sí fue utilizado para el depósito temporal de las harinas cárnicas que fueron retiradas del mercado como consecuencia de la crisis de las vacas locas.
El retraso en la apertura provocó que se colmatase en exceso el antiguo vertedero de Valdeseñor, al que hubo que levantar nuevos muros para poder seguir recibiendo basuras. El problema se agravó, cuando comenzaron también a llegar todos los residuos procedentes de la zona del Cerrato, al sellarse el vertedero mancomunal. Finalmente, el nuevo vaso pudo entrar en funcionamiento en abril de 2011 y el viejo vertedero se cerró poco después, aunque tardó cinco años en sellarse definitivamente.
El nuevo vaso cuenta con un balsa aneja para la recogida de los lixiviados, y su fundo está impermeabilizado mediante un lámina de polietileno de alta densidad, un relleno de material filtrante y una red para la evacuación de aguas pluviales, gases y lixiviados. Se da además la circunstancia de que al tratarse de un depósito para materiales inertes, del que se ha eliminado la mayor parte de la materia orgánica, los incendios son poco frecuentes, a diferencia del antiguo vertedero. Solo en julio de 2003, los bomberos tuvieron que acudir en ocho ocasiones. En el nuevo, tardaron cuatro años en acudir por primera vez.
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