Un verano de paz, salud y agua

Tras un agotador viaje en autobús desde los campos de refugiados del desierto la capital argelina, una espera inacabable en el aeropuerto, un vuelo desde Argel hasta Villanubla y algo más de media hora de coche hasta la capital palentina, los doce niños saharauis que pasarán el verano en la provincia de Palencia pudieron finalmente llegar hasta los hogares en los que podrán disfrutar de dos meses de paz, salud y agua, tres elementos básicos en la vida de cualquier familia palentina, pero que se convierten en bienes de lujo, prácticamente inalcanzables cuando te ves obligado a vivir en una jaima (tienda de campaña) en pleno desierto del Sahara.

Aunque para ser precisos, la llegada a la capital palentina no fue el final de trayecto para muchos de los pequeños saharauis, a los que todavía les esperaban los kilómetros hasta llegar a sus pueblos de adopción, repartidos por toda la provincia, Saldaña, Guardo, Cervera, Magaz, Villamuriel... Por todos los rincones, incluida la ciudad, con doce familias dispuestas a ofrecer a estos niños saharauis un verano repleto de cariño, diversión y, por supuesto, atención médica, que se convierte en uno de los principales alicientes para estos pequeños.

Los niños llegaron a Villanubla en un gran convoy, de más de trescientos pequeños, que se distribuirán por toda Castilla y León. Doce llegan a Palencia, cuatro, con la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui y otros ocho, con la Asociación Palentina con el Pueblo Saharaui. Los primeros se dirigieron directamente a los domicilios de sus familias de acogida, mientras que los segundos, dedicaron su primera jornada en Palencia a conocer sus principales instituciones, el Ayuntamiento de la capital y el palacio de la Diputación Provincial, en donde fueron agasajados como vistitantes de excepción.

Las asociaciones palentinas que apoyan al pueblo saharaui se muestran satisfechas de haber logrado traer este año a doce pequeños, aunque reconocen que cada vez les resulta más difícil encontrar familias dispuestas a la acogida estiva. «La situación se ha complicado mucho después de la pandemia. Antes era mucho más fácil, pero ahora apenas hay familias dispuestas o ponen muchísimas condiciones», explica Jesús Merino, presidente de la Asociación de Amigos. Por su parte, Anna Cristina Aparicio, presidenta de la Asociación Palentina, señala que la situación laboral de las familias retrae las posibles acogidas. «En la mayoría de los casos, trabajan el padre y la madre y no tienen apenas tiempo, y es cierto que tras la pandemia, la gente se plantea las cosas de otra forma y hay menos ofrecimiento», recalca, al tiempo que indica que el coste económico no es, sin embargo, ningún impedimento. «A las familias no les supone esfuerzo económico, porque los viajes están subvencionados totalmente y hay acuerdos con las clínicas dentales y oftalmológicas», explica la dirigente de la asociación.

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