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Laura linacero
Palencia
Sábado, 8 de enero 2022, 22:32
Aproximación hacia el altar con paso decidido. No se trata de una boda, a pesar de que el escenario fuera una iglesia, sino de la inoculación de la tercera dosis que comenzó ayer para los palentinos nacidos entre 1962 y 1964. San Francisco ... esperaba en la primera sesión alrededor de 2.500 residentes tanto de la capital, como de Palencia rural y Villamuriel que tenían cita para la dosis de recuerdo. Tras dos horas desde el inicio, ya habían dejado al descubierto el brazo más de seiscientas personas por lo que el ritmo se asemejaba a esa aproximación, aunque entre los profesionales se temía que el alto índice de casos y los confinamientos tras los festejos navideños aminorase la participación. «La incidencia en Palencia es alta, y puede que un porcentaje de personas a las que les corresponde esa tercera dosis no puedan acudir», comentaba la directora de Enfermería de Atención Primaria en Palencia, Ludiviana Izquierdo.
No obstante, el dispositivo estaba organizado para acoger al mayor número de personas y la Iglesia de San Francisco se ha dotado de todo el material necesario para convertirlo en un emplazamiento óptimo. Así, eran muchas las personas que se santiguaban al entrar y comentaban entre risas «que sea lo que Dios quiera». Una ubicación que daba a pie a cierto sarcasmo entre los vacunados pero que resulta una instalación perfecta para el cometido. «Los Campos Góticos ya han reanudado su actividad deportiva y hacerlo ahí en esta ocasión suponía trastocar mucho tanto a las familias como a los distintos equipos», recoge Ludiviana Izquierdo.
Este cambio de lugar, al contrario de resultar un problema para los residentes, se convierte en una facilidad. Con la instalación de calefacción evitan la fría espera en las carpas y las colas se resuelven de manera más ágil. «Da gusto entrar porque hace calor y, por otro lado, se nota que han pasado unos meses y hay una mayor y mejor organización, va mucho más rápido», explica María Pajín, una de las asistentes a la vacunación. Por otro lado, se sitúa en una zona céntrica al alcance de todos los vecinos. «Quien se quiera vacunar, no puede poner de excusa el acceso porque más en el centro no podemos estar», aclara la directora.
Un escenario cargado de fe, aunque en está ocasión, en la ciencia. La confianza en las vacunas se afianza cada vez más, y lo que hace un año era una lluvia de inseguridades hoy es una oportunidad deseada por la mayoría. «Por muy malos que sean los efectos secundarios de la vacunación, más miedo da las consecuencias del covid», explica Manuela García, que se sujeta el brazo convencida de estar un paso más cerca de la normalidad.
Esa precisamente es la esperanza de los vecinos, aprender a convivir con el virus y convertir su estancia en la sociedad en algo que deje de condicionar su vida. «Creo que la vacuna con el tiempo se convertirá en algo anual porque este virus derivará en algo similar a la gripe», asegura Carlos Torres, uno de los palentinos vacunados que reconoce que la idea de vacunarse cada tres o seis meses resulta «algo molesto, prefiero las pastillas que se están experimentando ahora para tratar el virus si realmente resultan efectivas ». Aunque cada vez la normalización del covid está más extendida entre la población, la vacunación sigue siendo un paso imprescindible para alcanzar la deseada inmunización. «Yo lo que quiero es que acabe el bicho, y si para eso hay que vacunarse cada seis meses pues lo hacemos», añade María Pajín que, tras perder a su hermana por la infección, tiene claro que «la vacuna es lo único que puede para esto».
No solo es un convencimiento popular, sino que son los datos avalan esta creencia y tras haber superado la incertidumbre de la primera dosis, ahora la tercera otorga mucha más confianza. «Entiendo que, si antes era una bestialidad las personas fallecidas y ahora no, es más que evidente que las vacunas son efectivas y quien no lo quiera ver tendrá que asumir las consecuencias», recoge Carlos Torres.
Además de estas generaciones, también han tenido la oportunidad de vacunarse aquellos profesionales que por motivos laborales necesitan inocularse la dosis correspondiente. «Soy profesora en prácticas en un colegio, y solo tenía una dosis porque había pasado el covid, por eso quería ponérmela antes de dar comienzo al nuevo trimestre», asegura Lili García.
Una protección que tras el repunte de casos y la temida vuelta de las Navidades resulta imprescindible aún más cuando «los pequeños de cuatro años con los que estoy no llevan mascarilla».
En la próxima semana continuarán la campaña de vacunación hasta completar la inoculación de la tercera dosis a todos los vecinos de entre cuarenta y sesenta años. De esta manera, cada día abarcará tres generaciones con el fin de que el próximo sábado se haya administrado la dosis de recuerdo a toda la población deseada y se pueda continuar con el siguiente grupo poblacional.
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