Almudena Álvarez
Domingo, 18 de junio 2023, 00:33
La provincia de Palencia está llena de opciones para el aventurero dispuesto a escalar el Espigüete, para el estudioso que quiere saberlo todo sobre el oso pardo, para el naturalista que disfruta de árboles, paisajes y paseos, para el micólogo que gusta de recolectar setas, para el artista que busca inspiración, para el soñador que se deja llevar, para familias y turistas que simplemente buscan descanso, aire puro, desconexión y buena gastronomía.
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No hace falta, por tanto, llevar demasiadas cosas en la mochila para disfrutar de esta provincia, a la que es conveniente asomarse con todos los sentidos para empaparse con su enorme riqueza natural de grandes picos, verdes valles, bosques frondosos, paramos ondulados y llanuras ocres. Para acercase a su fauna y su flora, su paisaje y paisanaje, y dejarse atrapar por el enorme magnetismo de esta tierra.
Humedales, miradores, palomares el tren burra
Es difícil imaginar hoy un mar en medio de la Tierra de Campos, pero hubo un tiempo en que una gran masa de agua afloraba entre campos de cereal. Aquel mar se desecó y años después se recuperó una pequeña laguna artificial, la de La Nava, que bebe del agua del Canal de Castilla en los términos municipales de Fuentes de Nava y Mazariegos.
Apenas es un diez por ciento de aquella extensión inicial, pero ha logrado convertirse en uno de los humedales más importantes de Castilla y León desde el punto de vista faunístico. Su importancia sigue siendo vital para las 302 especies de vertebrados, entre ellas 269 especies de aves, que anidan entre grandes láminas de agua, más o menos profundas, y estepas cerealistas, donde se refugian el 44% de todas las especies de aves de España.
Un paraíso para las aves, pero también para ornitólogos y amantes de la naturaleza, que puede recorrerse andando y permite espiar a las aves acuáticas desde sus cinco observatorios casi sin ser vistos. Este espacio natural englobado en el territorio Red Natura catalogado como ZEPA cambia con las estaciones del año, como la fisonomía de la Tierra de Campos.
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En otoño e invierno se convierte en un gran dormidero de gansos y patos procedentes del norte de Europa y recibe a miles de anátidas que encuentran aquí verdaderos balnearios de invierno. De hecho la Nava, junto a las lagunas de Boada y Pedraza de Campos, se convierte cada invierno en una zona de importancia internacional para el ganso o ánsar común y para otras muchas especies de patos, como azulones, cercetas, silbones o cucharas. También se puede ver algún aguilucho lagunero, ya que en La Nava se mantiene uno de los dormideros más importantes de esta especie a escala nacional. Y descubrir un sinfín de especies vegetales, como junquillos, espadañas o hierbas laguneras.
En primavera o verano son otras las aves que se detienen y deciden nidificar en uno de los humedales más importantes del territorio nacional e internacional. Desde el observatorio de la Casa Museo de la Laguna, que se ubica en Fuentes de Nava y es un lugar ideal para comprender la importancia de una laguna esteparia, es fácil la observación en primavera de aves propias de este hábitat como la calandria, la cogujada común, la alondra común, la terrera común, la collalba gris, el pardillo común, el aguilucho cenizo, la perdiz roja, la codorniz o la avutarda. Para ellos, las lagunas de Tierra de Campos constituyen unos ecosistemas de alto valor ecológico, y se convierten en auténticos oasis en medio de la llanura cerealista castellana.
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Un pequeño mar en una Tierra de Campos vasta, llana, geométrica, salpicada de torres de iglesia y palomares que puede divisarse en toda su grandeza desde el Mirador de Tierra de Campos en Autilla del Pino, conocido como 'el balcón de campos'. Desde aquí, en un día claro, pueden señalarse con la mirada hasta 26 localidades.
También desde lo alto de la torre observatorio que hay en Mazariegos, enclavada en plena Vía Verde, que transcurre en gran parte de su recorrido paralela al humedal de La Nava, se puede seguir el aleteo de los pájaros y dibujar con la mirada la línea que marca este sendero acondicionado para recorrer andando, en bicicleta, o a caballo, que parte de la Dársena del Canal de Castilla en Palencia y que llega hasta Castromocho, siguiendo el recorrido que antes marcó el trayecto del Tren Burra.
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Canaleros, peregrinos y escluseros
Desde que el Canal de Castilla, una de las obras de ingeniería más singulares de la España de la Ilustración, cayera en desuso y se cerrara a la navegación, –cuando dejó de servir como ruta de transporte de lana, ganado, vinos y cereal entre la Meseta y el puerto de Santander en 1959–, se han puesto en marcha muchas iniciativas para devolver el pulso a este cauce artificial que transcurre en su mayor parte por la provincia de Palencia.
Por eso, hoy son muchas las opciones que permiten recorrer y vivir el Canal de Castilla, disfrutar de su paisaje de esclusas, puentes, presas, azudes, dársenas y acueductos y acercarse, a través de estos elementos, al sabor de la Ilustración, de aquella época en la que el Marques de la Ensenada, reinando Fernando IV, soñó navegar por tierra adentro.
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Casi tres siglos después, el Canal de Castilla sigue siendo un lugar de ensoñación, un cauce de agua artificial por el que un día viajaron barcazas cargadas con el trigo de la Meseta y que hoy atraviesa la provincia entre carrizos y espadañas, arbustos, olmos, chopos negros, sauces y alisos, bosques de ribera y sotos fluviales, para disfrute de los amantes de la naturaleza.
El Canal se puede recorrer a pie, en bicicleta, a caballo, siguiendo el trazado de los caminos de sirga. Desde el agua, las opciones son variadas, en canoa, kayak, piragua o en barcas eléctricas y a pedales, aprovechando las muchas actividades de turismo activo que se ofrecen desde Alar del Rey, Herrera de Pisuerga, Villaumbrales o la capital palentina, y en cruceros fluviales que lo han convertido en el único canal navegable de España.
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Esta opción, la de los barcos turísticos, es la más cómoda para descubrir la arquitectura del Canal de Castilla y toda la fauna y flora que rodea el cauce de agua. Además, el viaje en las dos embarcaciones turísticas que gestiona la Diputación de Palencia, bautizadas con los nombres del Marqués de la Ensenada y Juan de Homar, permiten observar el funcionamiento de una esclusa, la sexta del ramal norte, tal y como se hacía en la época del Marqués de la Ensenada, o navegar por el Camino de Santiago Francés, entre Frómista y Boadilla del Camino para ser a la vez marinero y peregrino. E incluso convertirse en canalero por el ramal de Campos a bordo de las embarcaciones de recreo que están amarradas en el embarcadero del Museo del Canal de Castilla, en Villaumbrales o con las barcas de pedales que permiten recorrer la dársena del Canal en la capital durante los meses de verano.
Una tierra para soñar y ver las estrellas
Tranquilos valles, cerros irregulares y enormes páramos ondulan el paisaje del Cerrato palentino, una extensa comarca color ocre, con manchas verdes encina y amarillo cereal, situada al sur de la provincia de Palencia. Una tierra que invita a ser paseada, que atesora un rico patrimonio natural, histórico y cultural, regado por el río Pisuerga, sus afluentes e infinidad de arroyos y que presume estar en el centro del origen de la humanidad.
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Hay en sus geografía muchos lugares con encanto en los que descubrir antiguas vías pecuarias por las que pasear a pie, en bicicleta o a caballo, cerros y páramos para observar encinares y sabinas, zonas de valles abiertos con alto interés paisajístico, otras de monte bajo y paisajes rurales salpicados de chozos y corrales. Una comarca donde uno se puede topar con el mejor arte visigótico y preciosos ejemplos románicos, con la fuerza telúrica de la ermita de Garón y su fuente, con las huellas que dejaron mujeres como Juana la Loca, o el sabor de la mejor gastronomía, la del lechazo churro, el queso y el vino.
Cuenta esta comarca incluso con un balcón mirador donde uno puede sentarse sobre la página 159 de Las Ratas ideadas por Miguel Delibes, y desde ahí contemplar la localidad de Herrera de Valdecañas, que sirvió de marco para rodar parte de la película homónima, dirigida por Antonio Giménez-Rico en 1996.
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Recoger setas en La Valdavia
En el centro de la provincia, la comarca de la Vega-Valdavia se pinta con valles y lomas pobladas con bosques de robles y pinares, entre los que discurren ríos y arroyos que dan vida a una naturaleza espectacular habitada por fauna común peninsular como la nutria, la avutarda o el lobo.
Esta comarca palentina invita a disfrutar de la caza y la pesca, realizar atractivas rutas de senderismo, a pie, en bicicleta o a caballo, recolectar setas o visitar molinos, colmenares y majadas. Una comarca de gran patrimonio cultural, tradicional y monumental, con importantes yacimientos arqueológicos como la Villa Romana de la Olmeda, buque insignia del turismo en la provincia de Palencia.
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Picos, embalses, sendas y un Geoparque Mundial
Sin embargo es el Parque Natural Montaña Palentina, que se extiende al norte de la provincia a lo largo de 80.000 hectáreas de gran calidad medioambiental y rutas infinitas entre picos escarpados, pantanos y frondosos valles, la comarca palentina que mayor diversidad ofrece.
No en vano, la Montaña Palentina tiene la Carta Europea de Turismo Sostenible y alberga el único Geoparque Mundial de la Unesco que hay en Castilla y León. Tiene entre sus inquilinos animales en peligro de extinción como el oso pardo y otras especies como el lobo ibérico, el gato montés, el zorro, la liebre piornal o la trucha común y ofrece al visitante aire puro, naturaleza y una infinidad opciones para realizar todo tipo de actividades de ocio y tiempo libre.
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Desde la Sierra del Brezo, pasando por Fuentes Carrionas y la Pernía, hasta Las Tuerces y Covalagua, con la línea central que trazan los tres municipios más grandes de esta comarca, Guardo, Cervera de Pisuerga y Aguilar de Campoo, esta montaña se abre a un mundo de posibilidades, porque en ella se funden testimonios prehistóricos con restos romanos, arquitectura tradicional con huellas de la actividad minera, ermitas rupestres con arte románico, agua y vegetación, montañas y valles.
Justo en el límite con la provincia de León, sobre el valle que forma el rio Carrión, se asienta la localidad minera de Guardo, que con su Iglesia de San Juan y su monumento al minero es la puerta de entrada a la Montaña Palentina, donde sobresalen picos como el Espigüete, Curavacas, Peña Prieta o el Pico Murcia. En sus pies se asienta Velilla del Rio Carrión, con su ermita de de San Juan, las fuentes Tamáricas de La Reana donde brota y se seca el agua sin explicación alguna, el puente romano y un enorme pinar natural, además de un bosque centenario de alto valor ecológico. Mientras otros pueblos montañeses que como Cardaño, Alba de los Cardaños o Triollo se asoman a partes iguales a la montaña y a las aguas de los embalses de Compuerto y Camporredondo.
Siguiendo hacia el este, reposa el valle de Tosande con sus enormes tejos milenarios de más cinco metros de altura y justo encima, entre Rabanal, San Martín, Santibáñez y Ventanilla, en época de apareamiento es posible asistir a la berrea del ciervo.
Cerca de Cervera de Pisuerga, el paisaje natural se abre a pantanos, rutas peatonales y sendas mágicas donde descubrir bosques de hayas, robles, acebos y rebollos, entre los que sobresale el Roblon de Estalaya o la senda del Oso, en Verdeña, para seguir la huella del oso pardo; la senda del bosque fósil, donde abunda la vegetación y pueden verse las huellas de las explotaciones mineras; o la senda de Ursi, dedicada al escultor palentino que tallaba olmos con sus manos y que se ha llenado de esculturas modeladas por distintas manos que dialogan con la naturaleza entre Barruelo de Santullán y San Cebrián de Mudá.
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En esta localidad es posible ver las estrellas asomándose al Mirador de las Estrellas, o disfrutar de un trozo de prehistoria en la Reserva y el Centro de Interpretación del Bisonte Europeo. Porque en este pequeño pueblo, bisontes europeos y caballos salvajes prezwalksi conviven en un espacio natural de bosque y pradera al que se accede andando, en calesa, en vehículo todoterreno o en bicicleta y que transporta al visitante al mundo prehistórico de la mano de una especie en peligro de extinción que pobló estas tierras hace miles de años.
En torno al embalse de Aguilar de Campoo destacan pueblos como Salinas de Pisuerga, donde se puede contemplar su puente o subirse al ciclo raíl y recorrer pedaleando nueve kilómetros sobre las vías de un antiguo trazado de tren hasta la vecina localidad de Mudá. Y Barrio de Santa María, donde decenas de cigüeñas anidan sobre troncos de árboles secos.
Esta zona presume del único Geoparque Mundial de la Unesco de Castilla y León, el Geoparque de Las Loras, con un patrimonio geológico de relevancia internacional que ocupa parte del norte de las provincias de Palencia y Burgos.
En Palencia, el Geoparque abarca los espacios naturales de Las Tuerces y Covalagua, que dibujan un paisajes poderoso de amplios valles, como el de Valdelucio, y estrechos cañones fluviales, como La Horada; laberintos de roca, espectaculares cascadas, bosques de hayas, robles y encinas y cuevas, entre la que destaca la Cueva de los Franceses, en Revilla de Pomar, una cavidad subterránea con 900 metros de galerías y salas donde contemplar mágicas estalactitas y estalagmitas. Hay también en este territorio eremitorios e iglesias rupestres, monumentos megalíticos y castros de la Edad del Bronce, miradores y sendas que pueden recorrerse a pie, en coche o en bicicleta entre hayedos, acebos, tejos y avellanos.
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Es también una zona de gran interés ornitológico por la abundancia de rapaces que utilizan los páramos rocosos para asentar sus nidos y un espacio ideal para practicar deportes como la escalada o la espeleología; para actividades náuticas como piragüismo, canoa, rafting o para practicar diferentes modalidades de navegación a vela en el embalse de Aguilar que, además, cuenta con playa, camping, alquiler de embarcaciones y contratación de excursiones náuticas.
Aunque sin duda, es caminando como mejor se puede entrar en contacto con el territorio de las Loras. Múltiples caminos rurales y sendas de montaña favorecen el recorrido integral de la comarca, para conocer al detalle sus rincones más atractivos, sus paisajes y todos los recursos del patrimonio natural y cultural que esconde. Incluso es posible hacer 'geocatching' para encontrar tesoros y lugares increíbles en un territorio protegido por la Unesco.
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